NARRA MADISON
Camine lentamente cuando mis oídos percibieron unas risas.
¿Qué mie*das hago aquí?
La habitación era grande y lujosa, podría decir que parecía un apartamento en vez de una habitación, me deje llevar por el sonido de las risas, hasta llegar a una puerta, tenía miedo de abrirla porque mi mente ya estaba maquinando lo que podía encontrar allí y me negaba a creerlo.
Suavemente tome la perilla y la gire aún con el corazón en la boca, al abrirla mis ojos se abrieron de par en par, sentí que la sangre me bajo a los pies y los ojos se me llenaban de lágrimas, una vez más mi cuerpo me jugó una mala pasada y no me pude mover ni un centímetro.
Jefnier estaba en la gran cama y tres mujeres lo rodeaban, todos estaban en ropa interior. Una de ellas estaba sobre Jef, mientras él se besaba con una y tocaba el cuerpo de la otra.
Por obra de Dios pude moverme, pero no de la mejor manera, me corrí bruscamente hacia atrás llevándome un florero conmigo, una vez el cristal impactó contra el piso todos llevaron sus miradas hacia mi.
Lágrimas brotaban de mis ojos sin parar y una fuerte presión en mi pecho me dejó sin respiración, no podía creer lo que mis ojos veían y me sentía estúpida por mostrarle que me dolía lo que hacía, sentía rabia conmigo misma por haberlo dejado entrar en mi vida.
Y yo que pensaba decirle lo que sentía.
La rubia bajo de su regazo dándome una perfecta vista de sus ojos que nunca se cruzaron con los míos, su vista estaba fija en el piso. Quería gritar y romper todo a mi alrededor, pero no podía siquiera moverme.
Quería decirle mil cosas, pero ninguna palabra salió de mi boca, mi cuerpo volvió a reaccionar y me gire dispuesta a correr sin parar, pero Chris y Gaby entraron apresuradamente.
—Madison espera —hablo Gaby dando un paso al frente, pero yo negué repetidamente mientras daba un paso atrás.
—Madison cálmate, todo tiene una explicación —Chris también camino hacia mí, pero una risa sin gracia de mi parte lo detuvo.
—¿Esto tiene una explicación? —hable amargamente— Tal vez sí, pero no quiero escuchar como las engatuso para traerlas aquí —rápidamente me abrí paso entre los dos y salí.
Escuche la voz de Matt llamándome una vez pase frente a él.
—Matt de verdad agradezco que me abrieras los ojos, pero quiero estar sola —dije sin mirarlo y seguí caminando.
—Madi por favor espera —Chris tomó mi brazo y me giró hacia él—. Él en verdad te quiere, escúchame.
Me zafe de su agarré y divise a Jefnier detrás de él.
—¿Me quiere? ¡Ja! vaya forma de querer.
—Madi-
—No me digas nada Chris, puedes ser su representante pero no eres su niñero, él está demasiado grande para hacerse cargo de sus propias decisiones —dije lo último con la vista puesta en Jefnier— Además si lo fueras ¿Por qué permitiste esto? —devolví mi mirada a Chris, como no obtuve respuesta decidí irme, pero su voz me detuvo.
—Madison —él pronunció mi nombre y sentí como dos dagas se enterraban en mi pecho. No entendía porque me dolía tanto.
Di media vuelta y corrí hacia el ascensor, sentí pasos tras de mí. El ascensor no abrió así que rápidamente me dirigí a una puerta que señalaba las escaleras. No me importaba bajar diez pisos, sólo quería salir de ahí.
Abrí la puerta, pero antes de poder cruzarla mis pies ya no estaban en el suelo.
—Jefnier, suéltame —grite, patalee y di puños contra su espalda, pero no me bajo—. Mattew ayúdame —grite una vez pasamos junto a él, pero Gaby no lo dejo avanzar hacia mi murmurando que teníamos que hablar a solas.
Entró de nuevo al cuarto y recorrió todo el lugar hasta llevarme al dormitorio.
—Salgan —dijo amargamente a las chicas y todas salieron sin chistar.
—Bájame —grité aún más fuerte y le pegue en las joyas de la familia, inmediatamente me bajo y sus manos se fueron hacia ese lugar, cayendo al suelo con una mueca de dolor.
Quise salir corriendo, pero mi coordinación jugó en mi contra haciendo que perdiera el equilibrio y también cayera al suelo. Me levanté lo más rápido que mi cuerpo lo permitió, pero sus brazos en mi cintura no me dejaron salir, como pudo cerró la puerta poniéndole seguro, me tiró a la cama, intente levantarme pero el se posicionó sobre mi llevando mis manos sobre mi cabeza e inmovilizando mis piernas con las suyas.
—Puñeta quédate quieta, baby —su aliento golpeó contra mi rostro y entonces note que estaba ebrio.
—Suéltame —forcé con él, pero obviamente él tenía más fuerza que yo—. Esto es privación a la libertad y tiene cárcel.
—¿Y tú me enviaras allá? —dijo burlón— ¿Por qué no nos divertimos como ayer? —me miro y comenzó a besar mi cuello.
—No, no quiero —dije, pero él no paro— Jefnier para ya —las lágrimas se hicieron presentes y sollozos salían de mi boca. El paro rápidamente y me miro extrañado, trago saliva y me soltó.
Pero recuerdos fugaces que había enterrado en lo más profundo de mi subconsciente volvieron con fuerza dejándome un poco aturdida, una vez me mi cabeza se estabilizó, rápidamente me incorporé y estaba dispuesta a salir corriendo, pero sus palabras me volvieron a detener.
—Lo siento.
Tenía mi mano en la perilla, pero por alguna razón no podía girarla, me gire y él estaba sentado en la cama, sus manos en su cabeza y sus codos en sus rodillas, vestía sólo un pantalón blanco. Por más que lo quisiera, estaba herida y una palabra no arreglará todo lo que siento.
—No es suficiente —dije amargamente, giré la perilla, pero la puerta no abrió, volvía a forzar la puerta, pero nada. Respire hondo y busque mi teléfono, pero lo había dejado en el auto de Matt— Ábreme —ordene sin mirarlo.
—Escúchame —respondió.
—No quiero, sólo quiero irme, por favor ábreme la puerta —dije en un hilo de voz, pero estaba segura de que me escuchó.
—No quise hacerte daño, perdóname —se dirigió hacia mí, no pude más y exploté.