En Busca de Ti - Lunay #1

CAPÍTULO 14: Luces horrible

NARRA MADISON

Jefnier se quedó sentado junto a mí, sin moverse por varios minutos, no miento, por un momento llegue a temer que no estuviera respirando. Pero antes de cerciorarme de eso, él se puso de pie, saco algo de su bolsillo y me lo entrego.

Mire la fría pieza en mi mano, era la llave del cuarto. Una vez me la entrego se tiró de espalda a la cama dejando que sus pies colgarán y sus brazos estirados a los lados.

¿No iba a decir nada?

Extrañada me levanté del piso tambaleando un poco por el alcohol en mi sistema, metí la llave en la chapa y la giré, la puerta hizo un click y abrió. Antes de salir me giré hacia él y me quedé mirándolo, tenía sus ojos cerrados, su respiración era calmada y no se movía ni un centímetro.

Resople, le había acabado de contar una de las partes más fuertes y dolorosas de mi vida y él no dijo nada, sólo se acostó a dormir. Esto debe ser un chiste.

Rodé mis ojos y salí del cuarto, una vez en el pasillo me extraño no ver a nadie, camine hacia los ascensores, pero antes de llegar pase por una de las habitaciones, está tenía la puerta abierta y dentro de ella estaban todos.

—¿Nos podemos ir? —me dirigí a Matt, sin mirar a los demás.

—Si —el ya mencionado se levantó de su lugar y salió del cuarto, antes de que Chris o Gaby pudieran decirme algo seguí a Matt.

Por alguna razón ya no sentía rabia, dolor o alguna emoción, estaba en ese punto en el que no sientes, ni te importa nada, simplemente caminas por inercia. Aunque no era del todo así, había dos cosas que realmente me importaban, uno; llegar a mi casa ya, quitarme esta ropa y refugiarme en mi cama todo el fin de semana que no tendría que trabajar gracias a Matt, y dos; como me levantaría de este golpe, sabía que no dormiría bien está noche y probablemente la siguiente tampoco, los recuerdos pasados y recientes estallarían en mi cabeza, convirtiéndose en insomnio, lágrimas y un hueco en mi pecho que por años creí que había sanado, pero no era así.

Después de un muy silencioso camino a casa Matt me dejó en la puerta de mi departamento y se fue sin antes decirme que cualquier cosa que necesitará lo llamará.

Entre al apartamento y todo estaba oscuro, prendí las luces y me dirigí a la cocina, había una nota de Tatiana diciendo que regresaría mañana en la tarde, sin darle importancia me dirigí a mi cuarto, y entre lágrimas y malos recuerdos me duche, cambie y me acosté. Pero por más que lo intente no pude conciliar el sueño.

Y así pasaron algunos días, no salí de mi cuarto para nada, comía muy poco y podría decirse que lloré tanto como para llenar una piscina, eso sin contar que ya me había visto todas las películas de amor existentes en Netflix. Tatiana, Felipe y Matt pasaron a visitarme, pero siempre que escuchaba su llegada me acomodaba en mi cama haciendo que dormía, ellos se quedaban unos minutos y luego se iban sin hacer algún ruido.

Por otra parte, ignore todas las llamadas de Elisa y cualquier otra persona que no fuera Jefnier o su team, pero nunca llegó. Lo último que supe en redes sociales era que había vuelto a Puerto Rico y por algunas fan page, vi vídeos, fotos e historias donde estaba feliz, cantando y riendo como si nada hubiera pasado. Algo que rompía mi corazón aún más, ya que me probaba que él nunca sintió verdaderamente algo por mí.

Pero bueno, hoy era Miércoles, de alguna u otra forma había logrado que mi jefe me exonerara de presentarme a trabajar dos días más, obviamente descontando los días de ausencia de salario, algo que no me importó hasta que me comenzaron a llegar las facturas que debía pagar.

Entre con cara de zombi a la cafetería, No me había preocupado en maquillarme o si quiera arreglarme, llevaba una sudadera dos veces más grande que yo, un jogger igual de grande y tenis, mi cabello recogido en una coleta media muy mal hecha y una botella de alguna bebida energética que me había recomendado un señor en una tienda.

Me acerqué al mostrador y apenas Felipe noto mi presencia sus ojos se abrieron como platos, pero él no era el único, Alan estaba con él.

—Hola —eleve mi mano y pase por debajo de la barra.

—Ho-hola —dijo Pipe viéndome como si tuviera un tercer ojo.

—Luces horrible —soltó sin pelos en la legua Alan.

Sonreí falsamente, me giré, cogí un delantal y me lo puse, sin chistar me senté tras la caja registradora mientras ellos se acercaban.

—No puedo creer que estés así por un chico —dijo con desprecio Alan.

La verdad no tenía ganas de hablar, así que sólo lo miré sin ninguna expresión, cuando les dije que parecía un zombie no exageraba.

—Pero cuéntanos el chisme ¿Quién fue? A de ser un bombonazo para que estés así —volvió a hablar el oji azul frente a mí.

—Si está mal por un chico, lo menos que querría hacer es hablar de él —hablo un muy considerado Pipe antes de yo.

Alan se lo pensó unos minutos y luego miro el vacío local, luego volvió su mirada hacia mí.

—Es que no puedes seguir así Madison —me regaño— ¿Qué pasa si el amor de tu vida llega en este momento y te ve así? ¡Lo vas a perder! —exagero con sus manos.

Subí y baje mis hombros sin darle importancia, de pronto el sonido de un teléfono se hizo presente, rápidamente busque mi celular con la esperanza de que fuera él, pero no era mi celular el que sonaba, era él de Pipe, él se alejó para contestar. Justo ahí me sentí como una idiota por esperar una llamada de él. Sabía perfectamente que estaba feliz de la pelota, mientras yo estaba vuelta mie*da.

—No sé quién te haría esto, pero te juro que, si lo llegó a ver cerca de ti otra vez, lo castro —refunfuño Alan terminando su bebida.

Recosté mi cabeza contra el mostrador y me quedé mirando mis zapatos como si fuera lo único que importará. La campana de la puerta sonó avisando que alguien había entrado, pero no me moví ni un centímetro.



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En el texto hay: fanfic, cantantes, lunay

Editado: 03.05.2024

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