Maratón 1/3
NARRA MADISON
Así paso toda la velada, entre miradas cortas con Jefnier, cortas charlas con Pipe cada vez que se acordaba que estaba con él, pequeñas presentaciones de algunos de los artistas que estaban y mil un deseo de mi parte para que el tiempo se devolviera y no haber venido.
Inmersa en mis pensamientos no me di cuenta que mi mirada estaba puesta en Jef, una vez volví a la realidad por alguna razón no podía quitar mi mirada, y así, una guerra de miradas se inició entre los dos, ni él ni yo teníamos intención de quitarla hasta que la chica junto a él le tomo el rostro bruscamente y le dio un beso en los labios.
Una punzada cruzó por mi pecho y sintiéndome incómoda, me gire en dirección a mi acompañante.
—Pipe —llame tomando su brazo, él se giró hacia mi—, voy al baño, ya vengo —me levanté.
—¿Quieres que te acompañe? —hizo el amago de levantarse, pero puse mi mano en su hombro y negué con la cabeza dándole una sonrisa.
Trace mi camino con rumbo desconocido, pues la verdad desconocía donde estaba el baño. Después de unos dos minutos buscando, decidí preguntar, seguí las instrucciones y localicé un baño al final de un pasillo. Entre, pero antes de cerrar la puerta un cuerpo me empujó levemente más adentro del pequeño cuarto, cerrando la puerta tras de él con seguro.
Quise gritar pero su mano se posó en mi boca, su rostro a escasos centímetros del mío, hacia que mi respiración fuera irregular.
Odiaba que tuviera ese poder en mí.
—Te voy a soltar, pero por favor no vallas a gritar —su aliento impacto en mi rostro haciéndome sentir mareada por el alcohol en su sistema. Asentí levemente.
Él poco a poco bajo su mano y junto con ella su mirada, se deslizó por mi escote, con su dedo índice trazó un pequeño camino desde mi clavícula hasta el final de mi escote, su tacto a pesar de que era frío, hacia que mi piel ardiera. Su mirada volvió a mi rostro y sin razón aparente sonrió, mostrando sus blancos y perfectos dientes.
Trague saliva y hable.
—¿Qué haces aquí Jef?
—¿Qué haces con él? —respondió.
—Eso no debería importarte —fruncí mi ceño.
—Claro que lo hace, eres mía —se acercó más a mí, como si fuera posible—. Y yo soy tuyo —tomo mi mandíbula, rosando sus labios con los míos.
Bufe y gire mi rostro.
—Si es así ¿Qué haces con ella? —arque una ceja.
Él sólo río y sin avisarme tomo mi cintura y me cargo, sentándome en el lavamanos, dejando mis piernas a los lados de su cadera.
—No importa con quien estemos, tú eres mía y yo soy tuyo —sabía que estaba pasado de tragos así que no me moleste en alejarme.
—No soy un objeto —reproche e intente bajarme, pero el tomo mi cintura con fuerza impidiendo que me moviera.
Se pego más a mí y me perdí en su mirada, poco a poco nos acercamos sin intención de retroceder, hasta que nuestros labios se juntaron y una explosión de sentimientos estalló en mi pecho.
Mentiría si dijera que no me vuelve loca, que lo extrañaba, que me hacía falta sentir sus manos recorriendo mi cuerpo, sus labios con los míos, su sonrisa, su mirada. Pero sabía que yo no era tan importante para él, ya me lo había demostrado desapareciendo de mi vida por todo ese tiempo.
Seguimos besándonos por varios minutos, rodeé mis brazos alrededor de su cabeza y lo atraje más a mí, cortando la distancia inexistente entre los dos. Cuando el aire nos faltó, el poco sentido común que me quedaba decidió hablar.
—Esto no está bien —sabía que debía irme, que en cualquier momento alguien podría descubrirnos, pero mi cuerpo no se movía ni un centímetro, tampoco quería hacerlo.
Sin poder aguantar más nuestros labios se volvieron a juntar, una de sus manos descendido de mi cintura, a mi pierna, recorrió mi pierna desnuda por la abertura del traje, la acaricio y siguió subiendo hasta llegar a mi zona. Solté un gemido sobre sus labios y el mordió los míos.
Acaricio sobre la tela de mi ropa interior y sin aviso previo hizo a un lado la tela y dos de sus dedos entraron en mí. Gemí y él de inmediato comenzó a moverse, lo hacía rápido y sin calma, sus labios dejaron los míos y descendió a mi clavícula, con su otra mano intento desabrochar mi vestido, pero unas voces tras la puerta nos detuvieron en seco.
Intenté calmar mi respiración, pero me era muy difícil, las voces se hicieron más audibles, la mano de jef seguía dentro de mí y aunque quise sacarla el me lo impidió, en cambio siguió moviéndola, Jefnier posó su mano libre sobre mi boca ahogando un pequeño gemido.
—¿Madi? —la voz de Pipe resonó en mis oídos y mis ojos se abrieron de par en par, apreté el brazo de Jef dándole una señal para que parará, pero no lo hizo, en cambio aumento la velocidad. Suavemente le pegue el brazo y él se alejó de mi frustrado.
—¿Sí? —dije intentando sonar lo más tranquila posible, pero me era difícil ya que no lo estaba.
—¿Estas bien? —pregunto nuevamente, mientras Jefnier me daba una mirada maliciosa, se agachó frente a mis piernas e intento quitar mi ropa interior, pero como no lo deje la rompió. El crujido pareció alarmar a Pipe pues su voz preocupada volvió a resonar en mis oídos— ¿Madison? ¿Estas bien?
—Si —mis palabras se cortaron cuando Jefnier hundió su cabeza en mi zona v, sin querer golpee la puerta con mi mano.
—¿Segura? ¿Qué fue eso? —su voz se acercó más y yo tape mi boca con ambas manos.
Jefnier lamia y chupaba con gran agilidad por mi zona impidiendo que articulara una palabra coherente, lleve mis manos a su cabeza e intente quitarla levemente, pero hizo caso omiso aumentando la velocidad.
—¿Madison? No estás bien, voy a entrar.
—No —dije de inmediato.
Las palabras de Pipe parecieron alertar a Jefnier, quien dejo su maravilloso trabajo para subir nuevamente a mi rostro.