Maratón 3/3
NARRA LUNAY
¿La perdí?
Esa pregunta no dejaba de resonar en mi cabeza.
—¿Jefnier? —su voz me sacó de mis pensamientos— ¿Quieres entrar?
—Yo creo que es mejor que me vaya —di un paso hacia atrás.
—Ay, ¡vamos!, compre unas botellas de vino y no quiero tomármelas sola.
—No lo sé —rasque mi cuello, ¿Cómo me iba a zafar de esta?
—Solo un poco, por los viejos tiempos.
Suspiré.
—Bien, pero no tomaré mucho, tengo que manejar —ella sonrió y me jalo del brazo hacia dentro del lugar.
—Disculpa el desorden y el polvo, llegué hoy y no he tenido tiempo de limpiar —sacó unas copas, la lavó y sirvió un poco del líquido rojo en ellas.
—No te preocupes, no hay problema —quite una de las sábanas que cubrían los muebles y me senté.
—¿Como has estado? —Tatiana se sentó junto a mí, entregándome una de las copas.
....
No sé cuánto tiempo llevaba aquí, pero las cuatro botellas de vino ya se habían subido en mi cabeza y me era difícil ordenar mis pensamientos.
—Creo —cerré un poco los ojos al sentir un mareo— Creo que debería irme —me levanté y el alcohol en mi sistema hizo efecto en mi.
—Ay no te vayas aún —Tatiana jalo mi brazo y me hizo tambalear, pero logré mantenerme en pie.
—Lo siento, pero ya es algo tarde —me zafé suavemente de su agarre y me dispuse a irme.
—No puedes manejar en ese estado, que tal que tengas un accidente —su voz se acercó más y unos brazos se enredaron en mi cintura—. Quédate aquí, mañana te vas temprano —su respiración en mi cuello hizo que mis sentidos se activarán—. Mira que estoy sola, hazme un poquito de compañía.
Trague saliva mientras ella se paraba frente a mí.
—Por favor —rodeo sus brazos tras mi cuello y sus labios rozaron con los míos.
—Tatiana —reproche e intenté quitar sus brazos, pero antes de poder hacerlo, me quedé paralizado al ver a Madison frente a mí. Cerré los ojos con fuerza y al abrirlos aún era Madison.
Sin pensarlo dos veces junté el poco espacio que había entre los dos y el deseo se apoderó de mi.
Ella me corrió hasta caer en el sillón y se posicionó sobre mí, moviendo sus caderas sobre mi miembro, a la vez que yo recorría su cuerpo con mis manos, al cabo de unos minutos ya no quedaba ninguna prenda que nos estorbara.
Al otro día.....
Un rayo de luz daba justo en mi cara, fastidiándome el sueño. Intente levantarme, pero un fuerte dolor en mi cabeza me hizo cerrar los ojos nuevamente.
Los recuerdos de Madison y yo, la noche anterior llegaron a mi mente y me hicieron sonreír.
Abrí mis ojos y la vi junto a mi durmiendo plácidamente, me giré hacia ella y comencé a hacerle suaves caricias en su hombro, a la vez que dejaba pequeños besos en su espalda. Al cabo de unos segundos ella comenzó a moverse y se giró.
Pero mi sonrisa se desvaneció al mismo tiempo que en su rostro se dibujaba una.
—¿Tatiana? —inevitablemente su nombre salió de mi boca antes de poder procesarlo.
—Buenos días —junto sus labios con los míos pero yo no me moví— ¿Qué quieres de desayunar?
Pedazos de palabras sin sentido salieron de mi boca, hasta que unos golpes en la puerta y unas voces llegaron a mis oídos.
Tatiana abrió los ojos de par en par.
—Mis padres —dijo alarmada mientras comenzaba a vestirse rápidamente.
—¿Qué? —fue lo único que pude articular.
—Mis padres, quedamos en vernos para desayunar —se puso su pantalón y comenzó a buscar su blusa—. Vístete —grito/susurro y yo me moví rápidamente a buscar mi ropa—. Un momento, voy —grito hacia la puerta.
Después de estar vestidos, abrió la puerta.
Puñeta, en diablos me metí.
Mentalmente me daba cachetadas con un ladrillo.
Una niña de no más de cinco años entró corriendo al cuarto, pero frenó en seco una vez me vio.
—Ahhhh —dio un grito ensordecedor e inmediatamente todos estaban en el cuarto.
—¿Quién eres? —grito un señor parándose frente a la niña.
—Papá —reprochó Tatiana—. Es Jefnier, tranquilo.
—¿Es tu novio? —pregunto una chica unos años mayor, al parecer era su hermana.
Ni ella, ni yo supimos que responder. Quería decir que no pero las palabras no salieron.
¿Qué puñetas me pasa?
—Si, es mi novio —abrí los ojos ante tal embuste y ella me dio una mirada de súplica para que no dijera nada.
—No sabíamos que vivieras con tu novio, mucho menos que tuvieras uno y ¿Madison? —su padre me miró con recelo, era obvio que la idea no le gustaba, no lo juzgo, tampoco a mí.
—Madison se fue a vivir con Pipe.
Al escuchar las palabras salir de su boca, cayeron como un balde de agua fría sobre mí, mi ánimo cambió y quería salir de ahí.
—Pero quedamos en reunirnos todos para el cumpleaños de Alan —sus palabras me detuvieron de decir la verdad, ella me dio una mirada rápido y siguió hablando—. Es una fiesta sorpresa en una cabaña de Pipe a las afueras de Miami, y nos invitó a todos, claro si quieren ir —recalcó la palabra "ir" mientras me miraba.
Si me hacía pasar por novio de Tatiana, podría encontrar a Madison.
NARRA MADISON
Un grito, seguido de un golpe en seco me dejó sentada en la cama. Preocupada salí corriendo del cuarto, bajé las escaleras de dos en dos sin saber aún cómo no me había partido la madre. Pero al llegar al salón lo único que pude ver fue a un balón de básquet impactar en mi cara, haciéndome caer de culo al piso.
Las risas llenaron mis oídos mientras intentaba ordenar mis pensamientos, claro, si aún me quedaban neuronas para pensar.
—¿Estas bien? —Sophie entre risas me ayudo a levantar, recibió como respuesta mi mejor cara de póker.
—Culpa nuestra no fue, ¿A qué pendejo se le ocurre meterse en medio de un juego de básquet? —hablo Jack recogiendo la pelota del suelo.