NARRA MADISON
El resto del día estuve en el cuarto viendo Netflix, los chicos intentaron entrar, pero no los dejé, a excepción de Elisa, ya que compartiría cuarto conmigo. Aun así, no dijo nada, sabía que algo me pasaba y que cuando estuviera lista se lo contaría.
Pase unas horas más viendo Gossip Girl hasta que dieron la una am, apagué todo y me fui a dormir.
....
Música, risas y gritos no me dejaron seguir durmiendo, al parecer hoy será un día de piscina. Malhumorada me levanté a tomar una ducha, una vez lista salí. Espera ver a todos correr de aquí para allá divirtiéndose, pero al contrario, estaban concentrados en el patio.
Caminé casi que a arrastras hasta la cocina, no había comido casi nada en el día anterior y mi estómago rugía de hambre. Justo cuando entré a la cocina escuché como algo callo en el cuarto de lavabo, que se encontraba junto a la cocina.
Extrañada me acerqué, pero mis pasos se volvieron más lentos al escuchar unas voces familiares susurrando.
—Tienes que ir —una muy enojada Tatiana gritó/susurro.
—No puedo —arrugue mis cejas extrañada al escuchar a Pipe responder de la misma manera, ¿Estaban discutiendo? —. Ayer la cague, está muy molesta conmigo, soy la última persona que va a querer ver.
¿De quién hablaban?
Poco a poco me acerqué más, para escuchar mejor.
—Pues tienes que ir a disculparte, estoy segura que te perdonara, Madison tiene el corazón más blando del mundo —un chasquido de Pipe me dio a entender que no estaba seguro, y no me equivoque con lo que escuche después—. Mira, no puedes echar a perder todo lo que hemos avanzado, ya hicimos lo más difícil que fue convencer a Madison de ir a la fiesta donde estaría Jefnier. Además, tuvimos un golpe de suerte con que Jefnier llegara al apartamento y pudiera engañarlo, yo ya conseguí lo mío, solo faltas tú.
—No lo sé Tatiana, no estoy seguro, ella no se merece esto, ella…
—Mira —Tatiana lo interrumpió—. Si tu no haces tu parte, estoy segura que ellos volverán y eso no nos convienen ni a ti, ni a mí.
—Tú no te atreverías a decir nada.
—No me obligues, o les diré a todos que…
—Oye, ¿Qué haces aquí? —la voz en mi oído y las manos de Jef en mi cintura me sobresaltó ocasionando que con mi brazo tumbara un vaso al piso.
Inmediatamente Tatiana y Felipe salieron del cuarto alarmados, y el ambiente se tensó.
—¡Hola amiga! —alegremente Tatiana intento hacer como si nada hubiera pasado— ¿Desde hace cuánto están aquí?
—Yo creo que— mi mente no me dejó terminar la oración, su conversación se repetía en mi cabeza, una y otra vez—. Me tengo que ir —apresurada salí de la cocina como alma que lleva el diablo.
—Madi, que tienes estas pálida —Jefnier me tomo del brazo deteniéndome.
—Yo…
—Madi— una muy nerviosa Elisa llegó de sorpresa interrumpiendo, Tatiana y Felipe se unieron a nosotros y todos comenzaron a hablar al unísono.
No sé si era por no haber comido, por lo que había escuchado o porque mi cerebro estaba más lento de lo normal. Mi cabeza daba vueltas y poco a poco sentía como el aire me faltaba cada vez más.
—¡Ya basta! —grité y salí casi que corriendo hacia la sala.
—No, Madison, no vayas —escuche el grito de Eli, pero no preste atención, frene en seco al ver al último hombre sobre la faz de la tierra que esperaba/quería encontrarme.
No había cambiado mucho desde la última vez que lo vi, su cabello estaba peinado perfectamente hacia atrás como acostumbraba, aunque ahora tenía algunos cabellos blancos, y a diferencia de ese día, no llevaba un traje perfectamente planchado, si no una camisa blanca y unos jeans azules, lo más básico, pero así era él. Junto a él había una mujer cerca de unos diez años más joven. Pero lo que llamó mi atención fue su enorme panza, debía de tener unos siete meses.
—Madison —escuchar mi nombre salir de sus labios, apretujo mi corazón, mi vista se nubló y un recuerdo vino a mi cabeza.
Flashback
Narrador omnisciente
—Papi, Papi, Papi, ayúdame —la pequeña niña gritaba sin parar mientras se metía bajo su cama, las lágrimas corrían por sus pequeñas mejillas sin parar.
Sus padres habían decidido llevar a los pequeños mellizos, de tan solo seis años, a la casa de campo. Y aunque la pequeña Madison no le gustaba dormir lejos de su hermano, cuando iban a esta casa, ambos dormían en cuartos separados.
Ella se había prometido ser valiente para demostrarle a su padre que era lo suficientemente grande para poder tener un cachorrito.
Pero no contaba con que ese día, una tormenta había llegado para arruinar sus planes. Su mayor temor se había hecho presente, la lluvia, los rayos y los truenos retumbaban por todo el cuarto.
—Papi —los pequeños sollozos de la niña se hacían casi inaudibles con el diluvio que había afuera.
—Madison —un preocupado Carlos había escuchado los gritos de su pequeña, y sin pensarlo corrió ante su llamado— Madison —su preocupación creció cuando su niña no estaba en la cama— ¡Madison! —volvió a gritar y una pequeña muy asustada salió de abajo de su cama a los brazos de su padre.
—Papi, no me vuelvas a dejar, tengo mucho miedo —sus pequeños brazos se rodearon por el cuello de su padre.
—Te lo prometo, siempre estaré para ti.
—¿Por el meñique? —la niña se separó un poco y estiró su diminuto dedo.
Su padre sonrió y entrelazo su dedo con el de ella.
—Por el meñique, siempre te voy a proteger, Madison.
Fin del Flashback
Las lágrimas corrían por mi rostro sin poder evitarlo, tragué saliva intentando calmarme.
—Me tengo que ir —hable sin mirarlo, pero antes de pasar por su lado, me impidió el paso—. Permiso.
—Necesitamos hablar —su voz sonó más a una orden que a una propuesta.