NARRA MADISON
Corría sin parar, como si me estuvieran persiguiendo, pero no sabía que era, solo sabía que tenía miedo, no, más bien tenía terror.
No sabía dónde estaba, todo a mi alrededor eran árboles y ramas. Estaba oscuro y casi no podía ver hacia donde ir. Aun así, seguí corriendo sin parar, hasta que mis pies ardían, estaba descalza, no respiraba muy bien y mi garganta estaba seca. Escuche el crujir de unas ramas y de inmediato mis sentidos se pusieron alerta.
Mire hacia todos lados, pero no lograba identificar nada, escuche unas risas y sin pensarlo dos veces corrí de nuevo pero el camino de árboles se acabó. Solo había tierra y una pequeña laguna, al otro lado del río pude ver a la figura de un hombre de espalda, estaba de pie junto al lago, por impulso corrí hacia él gritando por ayuda, pero él no se giraba.
Escuche a alguien entrar al agua detrás de mí, me gire y una mujer venía hacia mí con un cuchillo lleno de sangre en su mano. Asustada intenté correr más rápido hacia el otro lado, pero el agua cada vez subía más, a tal punto que ya llegaba a mi cuello.
—Ayuda —intente gritar, pero el agua logró entrar en mi boca.
Conforme más me acercaba pude reconocer a la persona frente a mí.
Jefnier.
—¡Jef!, ¡ayuda! —grité y al parecer logró escucharme, ya que se giró.
Sus ojos se abrieron y corrió hacia mí, justo cuando una mano tomó mi brazo, me giré, pero antes de poder hacer algo sentí como algo frío se incrustaba en mi pecho.
—¡Madison!
Fin del sueño
NARRA LUNAY
Momentos antes...
Madison estaba conduciendo como loca, intentaba calmarla, pero era imposible. A lo lejos vi una camioneta venir muy rápido hacia nosotros, pero Madison no tenía intención de esquivarla, por impulso tomé el volante y lo giré hacia mí, el auto derrapó en la carretera dando varias vueltas, hasta que paró.
Me quedé unos minutos en shook hasta que volví a la realidad, mi mirada se clavó en ella, estaba inconsciente pegada al cristal que estaba cubierto de sangre, al igual que el costado de su cabeza, me alarmé y lo primero que hice fue bajarme del auto, di la vuelta hasta llegar a la puerta del piloto, como pude abri la puerta sin dejarla caer.
—¡¿Están bien?! —un hombre, supongo yo el conductor de la camioneta, se acercó a mí, muy alarmado.
No respondí.
Él me ayudó a sacarla y a tratar de calmar la contusión, según me dijo era médico y sabia como tratarla, mientras revise si el auto funcionaba para llevarla lo más pronto a la casa, no conocía nada de aquí.
Por suerte el auto sirvió, sin pensarlo dos veces la subimos de nuevo a la parte de atrás y emprendimos de nuevo a la casa.
....
Abrí la puerta prácticamente de una patada y me adentré a la casa, con Madison en brazos.
A penas entre a la sala, todos estaban reunidos ahí, sin prestar atención a sus exclamaciones o preguntas la recosté en el mueble mientras el doctor les indicaba varias órdenes para ayudar a Madison.
NARRA MADISON
Después del sueño...
Abrí mis ojos alarmada sentándome de golpe en la cama, pronto unos brazos me rodearon haciendo que me alarmase más. Grite y forceje, pero una vez su voz lleno mis oídos me calme de inmediato.
—Calma, ya, soy yo —lentamente susurraba para calmarme—. Ya, ya pasó, estoy aquí para ti.
Me giré y su rostro preocupado se distorsionó cuando las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, sin pensarlo lo abracé con todas mis fuerzas.
—Ya, tranquila, estás bien, yo estoy aquí —seguía susurrando mientras mi cara estaba encajada en su cuello.
—Tengo miedo, tengo mucho miedo, esto está volviendo y no sé si podré controlarlo —dije entre sollozos esperando que él sí me haya entendido.
—Cálmate, yo estoy aquí y estaré siempre para cuidarte, lo prometo-
—No —me separe bruscamente de él—. No hagas promesas que no cumplirás, todo el mundo me lo ha prometido y mira la mierda de vida que me han hecho pasar —me levante de la cama donde estaba y en la cual no sabía cómo había llegado ahí.
De pronto por la brusquedad, mi cabeza comenzó a doler de un costado, me llevé la mano hacia allá y me dolió aún más, mientras mi mano tenía gotas de sangre.
—Espera Madi, no te muevas tanto, siéntate aquí —rápidamente se acercó a mí y me guió a la cama donde mi hizo sentar—. Se te abrió uno de los puntos —sin esperar respuesta salió corriendo del cuarto.
Confundida miré hacia los lados y reconocí el lugar, estaba en la cabaña de Pipe. De pronto todo volvió a mí, esta mañana, la conversación de Tatiana con Pipe, la llegada de Papá y luego lo del auto. La cabeza me comenzó a doler así que cerré mis ojos un poco, justo antes de que unas voces entraran a la habitación bombardeándome con preguntas.
—Chicos, chicos, no es momento de preguntar nada, por favor salgan, necesito revisar a Madison —un hombre algo mayor habló y de inmediato todos salieron del cuarto a excepción de Jefnier— ¿Como te sientes? —sonrió amablemente mientras buscaba algo en un maletín.
—Me duele la cabeza, además estoy sangrando.
—Tuviste un fuerte golpe y me dijeron que te soltaste un punto —el hombre sin nombre miró disimuladamente a Jefnier—. Abre los ojos y mira directamente a la luz.
Puso una linterna frente a mis ojos mientras yo seguía al pie de la letra sus indicaciones.
—¿Además de la cabeza te duele algo más? —clavo su mirada en mi a la vez que se ponía unos guantes.
Yo negué.
—Bien, no hay contusión o algo de que preocuparse, estarás bien —sonrió amablemente y no pude evitar sonreír también—. Déjame curarte de nuevo, ¿sí? —se giró hacia mi mientras sostenía una aguja, insegura asentí con la cabeza.
Jefnier se sentó junto a mí y tomó mi mano dándome alientos.