NARRA MADISON
Dos meses después....
Habían pasados dos meses y un poco más desde aquel incidente en la cabaña, como habíamos acordado habíamos viajado a PR y aquí conocí a su hermosa familia, que, desde que llegué, me ha tratado como parte de ella. Claramente me sentía muy agradecida por ello y no me cambiaría por nada ni nadie, y aunque Jef había estado en el studio la mayor parte del tiempo, he podido robármelo varias veces, pronto iniciará su gira y ya no tendremos tanto tiempo de vernos, así que hay que aprovechar.
Ese día decidimos salir de la casa sin esperar o hablar con nadie, por ende, no sabía que había pasado con Felipe o Tatiana, y esperaba que jamás tuviera que volver a saber de ellos. Elisa había vuelto a Colombia junto con Jake y estaban súper felices y enamorados, Papá y Sara (su esposa) estaban emocionados por el nacimiento de Samy, una hermosa niña que todos (incluyéndome) esperábamos con ansias y mucho amor, en cuanto a mi relación con ellos; no era la mejor, pero me mantenían informada de ella.
Hoy era mi cumpleaños y según Jefnier tendría que trabajar todo el día, pero Jennifer y Jeimaris estarían conmigo todo el día.
Y así fue, juntas estuvimos de compras, fuimos a la peluquería y al cine. Me había divertido demasiado y podría decirse que después de lo que pasó con Maison, ha sido mi mejor cumpleaños y estaba agradecida por eso.
—Te tenemos una última sorpresa —Jeimaris se paró frente a mí con una bufanda en mano antes de entrar a la casa.
—No, no, no. Ya es suficiente con todo lo que han hecho por mí, no necesito más sorpresas —intente negarme, pero fue en vano, al final si lograron ponerme la venda.
De la mano de mi cuñada y mi suegra -que raro fue decirlo- entramos a la casa. Todo estaba en silencio hasta que me quitaron la venda. Inmediatamente las luces se encendieron y todos gritaron.
—¡SORPRESA!
Cuando digo todos, son todos, Alan, Jake, Jefnier, Elisa, Papá, Sara, la pequeña Samy y hasta la familia de Jefnier estaban aquí.
Y yo como siempre, no lo podía creer, estaba tan feliz. Todos comenzaron a cantarme el feliz cumpleaños, pero como cada uno cantaba la canción de su país, optaron por cantarla en Inglés.
Inevitablemente mis ojos se aguaron, pero a diferencia de las demás veces, estas lágrimas eran de felicidad. Cuando terminaron de cantar, sople las velas y todos me dieron abrazos y buenos deseos.
—¡Y aquí tu pequeña hermana quiere darte su primer regalo! —alegremente papá se acercó a mí con la pequeña Samy en sus brazos, sobre su regazo había una pequeña cajita, la tomé, pero la dejé sobre la mesa.
—Creo que mi mejor regalo es esta pequeña —delicadamente la tomé entre mis brazos— Hola —era tan pequeña que me daba miedo romperla—. Soy Madison, pero me puedes decir Madi, cuando quieras irte de fiesta, yo te cubro —susurré lo último haciendo que todos rieran.
—Ya lo creo, la alcahuetearás y me traerá dolores de cabeza —entre risas papá la recibió cuando se la pase.
—Yo… —la verdad no sabía cómo decirlo— yo quisiera hablar contigo —todo rastro de risa se borró de su rostro una vez las palabras salieron de mi boca—. A solas, ¿podemos?
Pareció procesarlo unos segundos, hasta que asintió nerviosamente y le entregó a Sara la pequeña. Juntos caminamos a la pequeña mesita junto a la piscina mientras comenzaba la música y "disimuladamente" nos veían salir, estando al pendiente de que cualquier cosa que pudiera pasar.
Juntos nos sentamos nerviosamente en la mesa, en este momento ya no sentía rabia con él, pero aún necesita preguntarle algo, pero antes de poder iniciar él lo hizo por mí.
—Antes de que digas cualquier cosa, quiero decirte que no fue tu culpa, fue mía, no solo por no poder consolarte durante una tormenta. No estaba verdaderamente para ustedes, siendo sincero mi relación con tu madre no era muy buena. Si, la engañé demasiadas veces, más de las que pudiera contar, incluso ella lo sabía —suspiro pesadamente mientras intentaba ordenar sus palabras—. Nunca nos casamos por amor, fue por obligación, solo éramos dos adolescentes. Cuando ella quedó embarazada de ustedes y su padre nos obligó a casarnos. Queríamos darles lo mejor y manteníamos el juramento; "Hasta que la muerte los separe"
—Oye...
—No Madi, tengo que decirlo —asentí y el continuó—. Unos años antes de que pasara el accidente te escuché peleando con tu mamá.
Flashback
Narra Carlos (papá de Madison)
Tenía semanas sin estar en casa, las vacaciones con Alexandra fueron fabulosas, pero tendría que volver a la realidad.
Baje del auto y saque las llaves para entrar a casa, pero unos gritos llamaron mi atención, despacio me acerque a la ventana para poder oírlos mejor.
Eran Madison y Victoria.
—No sabes nada sobre tu padre —grito enojada mi esposa.
—¡Él nunca está aquí! —con la voz quebrada grito Madi.
Desde donde estaba no podía verlas, solo escucharlas.
—Él prácticamente nos abandonó.
—¡Él nos ama!
—¿Eso es amor?
—Si, si, ¡lo es!
—Bien, entonces, ¿por qué no está aquí?, ¿Por qué se fue en este momento? —estaba seguro que ha este punto Madi se encontraba en una explosión de emociones, es la única forma que ella diga lo que en verdad siente.
—Tú no sabes nada.
—Si nos ama tanto, ¿por qué no está aquí?
—Lo intenta, él intenta estar aquí.
—¡Él no está aquí!, ¡Nunca lo estuvo!, ¡Él se fue!, ¿Crees que no lo sé? Él ya no vive aquí.
—Madison —Victoria trato de tranquilizarla, pero sabía que no funcionaría.
—Él no me ama, él no te ama, ¡ÉL NO AMA A NADIE!
Fin del Flashback
—No supe que hacer, así que me fui, una vez más. Pero comprendí que estarían mejor sin mí, o eso fue lo que creí. Sabía que no era bueno para ustedes y cuando uno sabe que no es bueno para las personas que ama, empieza a ausentarse, y comienza a ausentarse tanto que ya no vuelve.