En busca de un amor perdido

Revelaciones

El humo del cigarro se elevaba en espirales lentas mientras Ismael observaba el horizonte de la ciudad desde la azotea de un edificio en ruinas. Las luces titilantes del caos nocturno reflejaban perfectamente el torbellino en su mente. A su alrededor, un grupo de hombres hablaba en voz baja, intercambiando planes para la próxima "operación". Pero Ismael no los escuchaba. Sus pensamientos estaban en otra parte.

Recordaba el momento en que Giovanni lo había encontrado. Era un joven desesperado, intentando escapar de un pasado lleno de deudas y malas decisiones. Giovanni le había ofrecido una salida, pero a un precio: su lealtad absoluta.

—Tienes potencial, Ismael—le había dicho Giovanni la primera vez que se vieron. —Pero para sobrevivir en este mundo, debes aprender a cerrar el corazón. Las emociones son una carga, un lujo que no podemos permitirnos.

En aquel momento, Ismael había aceptado esas palabras. Se había convencido de que no tenía otra opción. Pero ahora, mientras su vida se consumía en reuniones clandestinas y actos que no podía borrar, empezaba a cuestionar si había tomado el camino correcto.

La llegada de Ashley a su vida había sido un rayo de luz en su oscuridad. Por primera vez, Ismael había sentido que podía ser algo más, que quizá había esperanza para él. Pero también sabía que su mundo y el de ella eran incompatibles. Por eso, la había alejado deliberadamente, endureciendo su corazón y convenciéndose de que era por su propio bien.

Sin embargo, Giovanni no era un hombre fácil de engañar. Había notado el cambio en Ismael, esa chispa de duda que empezó a asomar tras conocer a Ashley. Para Giovanni, las emociones eran un punto de debilidad, y la debilidad era intolerable.

—¿Estás conmigo, Ismael? —preguntó Giovanni una noche, mientras compartían una copa de whisky en su despacho.

Ismael sostuvo la mirada de Giovanni, forzando una expresión firme.

—Siempre, señor.

Giovanni sonrió, pero en sus ojos había un destello de desconfianza. Ismael lo sabía. Por eso, se había lanzado con más fuerza al trabajo, intentando probar su lealtad una y otra vez. Operaciones de contrabando, extorsión, incluso asesinato. Había hecho todo lo que le habían pedido, pero a costa de su alma.

Ahora, sin embargo, las cosas habían cambiado. Giovanni le había confiado una nueva tarea: preparar el asalto al Banco Central Metropolitano. Era una misión de alto riesgo, y el éxito o el fracaso determinaría su futuro en la organización.

Mientras revisaba los planos y daba instrucciones a su equipo, no podía evitar pensar en Ashley. En cómo ella lo había mirado la última vez, con los ojos llenos de preguntas y dolor. Sabía que había roto algo entre ellos, algo que quizá nunca podría reparar. Pero también sabía que alejarla era la única forma de protegerla.

—¿Problemas, jefe?—preguntó uno de sus hombres, un tipo fornido llamado Ramiro, al notar la tensión en el rostro de Ismael.

—Nada que te importe —respondió Ismael con frialdad, regresando su atención a los documentos frente a él.

Pero la verdad era que los problemas no solo estaban en su cabeza. En las últimas semanas, Ismael había notado movimientos extraños. Algunos de los contactos habituales de Giovanni habían desaparecido, y había rumores de que alguien nuevo se estaba infiltrando en el mundo del crimen. Un nombre había empezado a circular entre los susurros: "Alexis".

La primera vez que escuchó ese nombre, Ismael sintió un extraño nudo en el estómago. No sabía por qué, pero algo en ese nombre le resultaba inquietante. Sin embargo, no tenía tiempo para distracciones. La misión del banco requería toda su atención.

Finalmente, la noche del asalto llegó. Vestido con ropa negra y armado hasta los dientes, Ismael lideró a su equipo hacia el edificio. Cada paso era calculado, cada orden dada con precisión militar. Pero mientras avanzaban por los pasillos vacíos del banco, una sensación de paranoia comenzó a apoderarse de él. Algo no estaba bien.

Fue entonces cuando escuchó un ruido. Una figura oscura se movió entre las sombras, demasiado rápida para que sus hombres pudieran reaccionar. En cuestión de segundos, uno de ellos cayó al suelo, inconsciente.

—¡Estamos bajo ataque!—gritó Ramiro, desenfundando su arma.

Ismael levantó la mano para silenciarlo, sus ojos escaneando el entorno. Fue entonces cuando lo vio: "Alexis". Un joven delgado, con movimientos ágiles y una mirada implacable. Pero había algo más. Algo en la forma en que se movía, en la determinación de sus ojos, le resultaba familiar.

El enfrentamiento fue breve pero intenso. Ismael logró acorralar a "Alexis" en una esquina, apuntándole con su pistola. Pero cuando estuvo lo suficientemente cerca como para ver su rostro, el mundo se detuvo.

—...Ashley?—Pensó en sus adentros, su voz cargada de incredulidad y dolor.

Los ojos de Ashley se encontraron con los de él, llenos de una mezcla de tristeza y determinación.

—Ismael...—dijo, con la voz quebrada pero a la vez manteniendo su firmeza.

En ese momento, todo lo que Ismael había construido empezó a desmoronarse. Las mentiras, las decisiones, el mundo que había creado para protegerla, todo se venía abajo. Pero antes de que pudiera reaccionar, un disparo resonó en el aire.

Ashley logró escapar en la confusión, dejando a Ismael solo con sus hombres y las preguntas que lo devoraban por dentro. Ahora, todo había cambiado. Sabía que no podía seguir adelante sin enfrentarse a la verdad. Y la verdad era que Ashley estaba en medio de todo esto, y él no tenía idea de cómo salvarla sin destruirlos a ambos.

Mientras se alejaban del banco, Ismael apretó los puños, su mente dividida entre el deber hacia Giovanni y el amor que nunca había podido enterrar. La batalla interna había comenzado, y sabía que no habría ganadores en este juego cruel.

—Lo conoce señor?—hablo unos de sus hombre.

—No...—Dicho eso se dio la vuelta




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