En busca de un amor perdido

Limites y fuego cruzado

La noche en la base de operaciones de Giovanni era un torbellino de tensión contenida. Alexis (Ashley) ajustó el cinturón de su chaqueta mientras se miraba en el espejo agrietado de su habitación asignada. Aún temblaba levemente después del incidente con el hombre que había intentado chantajearla. No había contado a nadie lo ocurrido, pero la rabia hervía en su interior. A pesar de la fachada que mostraba como Alexis, esa experiencia le había recordado su vulnerabilidad.

Sin embargo, no tenía tiempo para lamentaciones. Giovanni había llamado a todos para una reunión urgente. Había una nueva misión, y esta vez sería diferente. El tono de Giovanni en las últimas semanas se había vuelto más despiadado, más brutal. La presión de mantener su poder absoluto parecía llevarlo al límite, y cada error de su equipo era castigado con violencia. Ashley había visto cómo golpeaba a uno de los suyos hasta dejarlo inconsciente por un fallo menor.

Ismael estaba sentado junto a Giovanni en la gran mesa de madera en el centro del salón principal. Su expresión era inescrutable, pero Ashley notó algo diferente en él. Había un cansancio profundo en sus ojos, una lucha interna que estaba perdiendo. Lo conocía demasiado bien como para no darse cuenta de que estar tan cerca de Giovanni lo estaba destrozando lentamente.

—Escuchen bien —dijo Giovanni, su voz grave resonando por la habitación—. Hemos recibido información de que un cargamento importante de armas será interceptado por la competencia. No podemos permitirlo. Quiero que este equipo se encargue de asegurar la mercancía y eliminar a cualquier amenaza. No toleraré fallos.

Ashley y Ismael intercambiaron una rápida mirada. Era una misión de alto riesgo, y ambos lo sabían. Giovanni continuó, designando a los equipos y dejando claro que cualquier traición o error se pagaría con sangre.

(...)

El equipo se dividió en dos grupos. Ismael lideraba uno, mientras Alexis (Ashley) estaba bajo el mando de uno de los hombres de confianza de Giovanni. El lugar del intercambio era un almacén abandonado en las afueras de la ciudad. Cuando llegaron, el ambiente ya estaba cargado de tensión. La oscuridad era casi total, con solo unas pocas luces parpadeantes iluminando el lugar.

Ashley mantuvo su compostura mientras avanzaba sigilosamente por el perímetro, asegurándose de que no hubiera francotiradores ocultos. De repente, un disparo resonó en el aire, seguido de una lluvia de balas. La competencia había llegado primero, y la emboscada estaba en marcha.

Ashley se lanzó tras una pila de cajas, sacando su arma y devolviendo el fuego. El caos era absoluto. Las balas rebotaban en las paredes de metal, y los gritos de ambos bandos llenaban el espacio. Ismael, desde su posición, intentaba coordinar a su equipo, pero también estaba atrapado en el tiroteo.

En medio del caos, Ashley notó cómo uno de los hombres de Giovanni caía herido. Sin pensarlo, salió de su cobertura para arrastrarlo hasta un lugar seguro. Su corazón latía con fuerza mientras esquivaba las balas, y por un momento, pensó que no lo lograría. Finalmente, lo dejó a salvo tras una barricada improvisada.

—Gracias... —murmuró el hombre, antes de perder la conciencia.

Cuando la batalla finalmente terminó, el almacén era un desastre. Había cuerpos por todas partes, y el olor a sangre y pólvora impregnaba el aire. Giovanni llegó poco después con refuerzos, evaluando el daño. Su rostro estaba oscuro de ira.

—¿Qué demonios pasó aquí? —rugó, mirando a su equipo.

Uno de los hombres comenzó a explicarse, pero Giovanni no quiso escuchar. Le propinó un golpe tan fuerte que lo dejó tirado en el suelo. Ashley apretó los puños, luchando por mantener la calma. Ismael, por su parte, intentó intervenir.

—Giovanni, fue una emboscada. Hicimos lo que pudimos.

Pero Giovanni no estaba dispuesto a escuchar excusas. Su ira se volvió hacia Ismael.

—¿Y tú? ¿Qué hiciste para evitar esto? ¿Eres mi segundo o solo una carga más?

Ismael sostuvo su mirada, pero no respondió. Sabía que cualquier palabra podría empeorar la situación. Finalmente, Giovanni se giró y salió del lugar, dejando a todos en silencio.

Esa noche, Ashley regresó a su habitación, agotada tanto física como emocionalmente. Se sentó en el borde de la cama, mirando sus manos temblorosas. Cada vez se sentía más atrapada en esta doble vida, y la línea entre Alexis y Ashley se difuminaba más con cada día.

Por su parte, Ismael también estaba en su habitación, con la mente llena de pensamientos. Cada día junto a Giovanni lo llevaba más lejos de quien solía ser. Miró la fotografía que aún guardaba de él y Ashley, preguntándose si alguna vez podría recuperar lo que había perdido.

Ambos estaban en caminos paralelos, luchando por sobrevivir en un mundo que amenazaba con consumirlos. Pero en el fondo, sabían que el tiempo se agotaba. Pronto tendrían que tomar decisiones que cambiarían sus vidas para siempre.

-Al día siguiente-

El sonido de disparos llenó el aire mientras Alexis, con los ojos entrecerrados y el pulso firme, disparaba al blanco. La adrenalina la mantenía en movimiento, pero en su interior, el corazón latía desbocado. Había pasado semanas desde el incidente en su habitación, y desde entonces, Geovanni se había vuelto aún más violento y paranoico.

Cada vez que Alexis entraba en contacto con Ismael, parecía que el abismo entre ambos crecia. Ella trataba de mantener su fachada, pero su corazón se rompía un poco más cada vez que él evitaba mirarla a los ojos. Ismael, por su parte, también estaba atrapado en su propio infierno. La sombra de Geovanni se cernía sobre ellos, forzándolos a actuar como piezas en su despiadado tablero.

Una tarde, Geovanni reunió a todos en el amplio salón de la mansión. La tensión era palpable mientras el hombre, con su característica mirada helada, lanzaba un archivo sobre la mesa.

—Tengo un trabajo especial para ustedes —dijo, mirando a Ismael y Alexis. Su voz era baja pero cargada de autoridad—. Es un objetivo grande, uno que podría llevarnos a la cima o destruirnos si fallamos. Confío en que no me decepcionarán.




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