Eduardo.
Siempre en una buena noche, en aquella que tus sentimientos, sensaciones agregando el placer, se van al límite elevándose a las nubes y el querer más no se retira tan fácilmente de tu cuerpo. Después de eso llega el día donde no quieres ni moverte por qué te duele todo.
Así mismo me sentía, partes de mi cuerpo que no sabía que podían doler, duelen.
Ayer quedé de verme con mi novio y parece que no fue la mejor idea que pude haber tomado, pues las cosas se calentaron y al final uno es quien paga las consecuencias, pero eso sí, no me arrepiento de nada.
Lo peor de todo es que mi madre me ha pedido varias cosas durante el día, y yo solamente quiero estar acostado, mientras no hago nada, pero no he podido decirle que no, realmente no puedo, lo intentado, pero me hacen creer que es una falta de respeto, que estoy haciendo algo mal, cuando la realidad es que solo me niego a realizar la ayuda que ella me está solicitando.
Le comenté a mi hermano menor que me ayudara, pero el solo se ha estado burlando de mí negándose a ayudarme. Es una cucharada de mi propia medicina he de aceptarlo.
Ningún familiar está enterado que tengo pareja, solo mi hermano, por ende, nadie sabe que es hombre, siempre me enseñaron que lo diferente es erróneo, ya que las cosas se crearon con un propósito y eso no se debe de cambiar.
Ay días donde mi madre me repite una y otra vez que quiere una nuera para poder sentir ese sentimiento de convivir con ella, claro, como todos mis primos ya tienen novia, mis tías le platican sobre ello, y con sus novelas, pareciera que necesitara que todo se hiciera realidad lo más pronto posible, pero no tengo el corazón ni el valor para decirle que me gustan los hombres, y si necesito pruebas en ese momento le contare de mi pareja, así de fácil.
El único que está enterado es mi hermano, no tendremos buena relación, pero confío más en el que en mi propia madre, por algunos problemillas que he tenido con ella. Yo no seré un ángel tampoco, pero las cosas que ha hecho me dejan en claro que en ella no se pude fiar uno.
Después de una tarde horrible con mi madre diciendo que me aguante el dolor y que le ayude en la casa, llegó de nuevo la noche donde puedo relajarme, descansar, prácticamente dormir. Esto último es lo único que he hecho durante todas las vacaciones, pues en verdad que se han vuelto muy aburridas.
Los días se han vuelto monótonos, las vacaciones son buenas, pero al pasar la semana ya no sabes que hacer, todo el día en el celular es aburrido, no tengo consola de videojuegos para perder el tiempo un rato, con suerte tengo un celular. Mis padres no son adinerados y mucho menos afortunados de tener un trabajo estable.
Han sabido darme lo que no tienen, no tendremos los lujos, pero si tendremos algo que los demás difícilmente pueden tener, así es, cuatro hermosos perros, incluyendo el amor, pero eso viene aparte.
Poco a poco mi madre y mi padre han salido adelante, ya que sin ellos no habría terminado mis estudios hasta la secundaria o mucho menos tener un lugar donde quedarnos.
Gracias a esto, he podido tener una educación... aceptable, siempre he dicho que el lugar nos es excusa mientras te intereses en aprender. Con esto, hace poco aplique un examen para entrar a una preparatoria aquí en México donde hay dormitorios, el lugar es enorme y tienen muchas carreras para cruzar, excepto la que yo quiero.
Mi sueño es poder ayudar a los animales de la calle, aquellos perros que día a día luchan por sobrevivir, poder amarlos y cuidarlos, mi madre junto con mi padre me ha dado su apoyo, pero mis tías dicen que estoy loco, que probablemente se me olvidara al pasar el tiempo.
Siempre haré caso omiso a esos comentarios, ya que no sirven mucho en la vida, entonces, ¿Pará qué darles importancia?
Ese tipo de comentarios son lo que más ganas dan de hacerlo, ya que puedo cerrarles las bocas y ese sentimiento es muy placentero.
—¡Eduardo!, te estoy hablando, puedes venir por favor — mi madre puede ser una persona con temperamento fuerte, pero corazón puro, solo que tiene un defecto, su doble cara.
— Ya voy, espérame que me estoy cambiando — siempre al llegar la noche me gusta ponerme la ropa que mi madre detesta, la cual es holgada y es muy cómoda. Siempre me dice que parezco algún ratero o cholo que solo se dedica a perder el tiempo y drogarme, jamás lo haría, no sé por qué dice eso de mí.
— Pero rápido — dejé mis cosas en la cama y salí para atender su pedido, al llegar al cuarto vecino, la encontré sentada en una silla fumando un cigarrillo.
— ¿Qué necesitas ama? — no menciono mucho, solo sacó de su bolsillo un billete de cincuenta y me lo dio.
— Trae pan, ya no hay — tome el dinero y regrese a mi cuarto, tomando unas botas y saliendo después al patio.
— Ahora vengo, no tardo — no recibí contestación, noté que estaba molesta, pero preguntar el por qué era recibir la misma respuesta: "Nada".
Al salir de la casa comencé a correr, la tienda más cercana estaba en un lugar no tan accesible, había poca iluminación y durante la noche el lugar no era de fiar.
Llegué a la tienda un poco agitado mientras temblaba levemente, la condición física ha sido un hábito que abandoné desde hace más de un año, mientras recuperaba la respiración, el señor de la tienda solo se quedó observando con una mirada de desconfianza.
— Hola, muy buenas noches, me podría dar... — y ahí fue cuando me di cuenta que a veces no escucho del todo y solo le doy el avión a los demás.
— ¿Qué te doy? — lo había olvidado por completo, si volvía mi madre me iba a dar un regaño y era lo que no quería. Mientras veía todos los estantes de aquel local, mi vista se fijó en el refrigerador que tenía los productos lácteos.
— Me podría dar un galón de leche de favor.
— Treinta y cinco — pagué el galón y salí de la tienda con más calma.