Eduardo.
Los días pasaron y al darme cuenta de toda la verdad, ver cómo era en realidad Nick, ya era tarde para echar atrás. Todos los días me arrepentía enormemente de haber entrado a este lugar, en haber confiado en él. Han pasado más de dos semanas desde que llegué a su hogar, lugar que veo como una enorme cárcel. Que al caer la noche se convierte en el mismo infierno, jamás había tenido tanto miedo de que anocheciera.
Él siempre me repetía que yo era libre de andar de un lado a otro, como una paloma, reiteraba en bastantes ocasiones que atado no estaba. Pero no puedo salir sin que me esté vigilando o me acompañe a equis lugar, ya que dice que me puedo perder.
Una de las mentiras más grandes que he escuchado decir de su parte, aunque tenía razón en cierto punto, su barrio era un lugar que yo desconocía por completo.
Cuando se da la tarea de empezar a observarme o acosarme a cualquier lado a donde voy, me pone muy nervioso, no solo de ver cómo su mirada no se despega de mí, sino el tono con el que observa, aquella mirada normal que tú sabes perfectamente lo que significa, y el significado no es uno muy positivo.
Por otro lado, Ramiro es uno de los pocos o único que está al tanto en un cincuenta por ciento de lo que pasa con él, me ayuda debes en cuando a llevárselo a x lugar para que yo pueda estar solo, pero el tiempo que me dan es muy poco, sin mencionar que Nick no es ningún estúpido
Aun con esto, siempre trato de ser educado con él, pues pensaba que así sería diferente el trato que me daría, pero no fue así. El, por otro lado, nunca se comportaba indiferente ante los demás, educado y cariñoso siempre en todo momento, el tormento llegaba en la oscuridad de las estrellas.
Dos semanas enteras, donde él se "cobraba" los favores, y sin darme cuenta, ya llevaba dentro de mi ser su aroma. Todo lo que decía de mí me atormentaba en la madrugada, donde mi única compañía era mi sombra. Debo confesar que nunca me insultó, al contrario, siempre me llenaba de cumplidos. Se la pasaba diciendo lo hermoso que era ante sus ojos, pero esto nunca era cómodo de escucharlo.
Mi vida la seguí con normalidad, aunque trataba de escapar era inútil, nunca me imaginé ver a esos cabellos dorados de mala forma, con miedo a que de un momento a otro cambie su forma de ser, ya que siempre me repite lo mismo: Cuidado con lo que haces y dices. He pensado que tiene un terrible problema de bipolaridad, muchas veces lo he encontrado llorando en la soledad de la cocina, pero al momento, se encuentra con unas enormes carcajadas que escapan a otras habitaciones.
Eso provoca un miedo y desconfianza muy grande en mí, pues el saber que en un momento se puede comportar bien contigo y al otro soltarte un golpe de la nada porque le molestó lo que dijiste, si causa miedito.
Aunque no me puedo quejar, el único defecto que tiene es ser muy impulsivo con las decisiones que toma, eso le ha quitado todo el respeto que le guarde y la admiración que estaba planteada de mí hacia él. Siempre me había impresionado como a una corta edad se había independizado para seguir adelante sin pedir ayuda de sus padres.
Con la vida que llevo, he aprendido algo que antes admiraba, pero ahora detesto, el hecho de que sea muy precavido lo odio. Siempre en mis intentos de escape, me descubro, pero tener padres estrictos deja el talento de saber disimular las situaciones o actuar para no tener un resultado negativo. Pero algo que me ha preocupado durante estos días, es el hecho de siempre estar a las vivas cuando salgo a la calle. He tratado de ser sigiloso y no ser descubierto por algún conocido de mi padre, él fue el único que salió a buscarme, porque seguramente mi madre está esperando a que regrese como perro con la cola entre los pies, pero eso jamás sucederá, o no en este momento.
—Eduardo, voy a salir, tengo que hacer algunas cosas rápidas, te pido de favor recoger un poco la casa, vendrá mi madre y la quiero un poco presentable. Sabes a lo que me refiero, ¿cierto?
—Claro que sí.
—Perfecto guapo, nos vemos en la noche — al escuchar como la puerta había sido cerrada, actúe por instinto. Corrí hacia las ventanas, puertas que daban al exterior, inclusive intenté salir por lugares en donde nunca cabría mi cuerpo completo, pero Nick había dejado todo cerrado.
Al final me alcanzó la resignación, mientras el reloj seguía avanzando, la casa comenzaba a tomar otra cara. Aunque no era lo que quería hacer desde un principio, el limpiar y organizar era uno de mis pasatiempos que más disfrutaba.
Desde el día hasta la noche me la pasé limpiando, quedé satisfecho con el resultado, inclusive había hecho algunas cosas que en la lista de tareas no estaban, iba a venir alguien que me podía ayudar a escapar de aquí. Mientras la limpieza se seguía realizando, mi cabeza estaba en marcha, ¿Qué hacer para escapar por fin de este lugar?
Lo único que se me ocurrió era una pelea totalmente épica, pero con mi experiencia claramente iba a salir ganando (que se note el sarcasmo). El tema era uno que siempre tocaba en mi cabeza, pero llegaba un punto que hasta yo me cansaba de siempre pensar en lo mismo, no podía pensar en otra cosa durante el tiempo que estaba solo. Todo el tiempo el mismo pinche tem...
—¡Buenas noches! — Esa voz, en mi vida la había escuchado, mi vista se disparó hacia el reloj, que marcaba exactamente las ocho en punto. Deje lo que estaba haciendo y corrí a la sala, que fue de donde salió la voz—Hola hijo, Nick me contó mucho sobre ti, ¿Cómo has estado? —la mujer dejó las llaves en una mesa y se sentó en el sillón mientras revisaba su celular.
—Muy bien, muchas gracias—mi respiración agitada no me dejaba en paz, las ganas de gritarle hasta de lo que se iba a morir estaba justamente atrás de mí, pro mi estado cuerdo decía
que no era necesario...por el momento.
—Muy bien hijo, y ¿dónde está mi Nicolás?