En Busca de un Hogar

Supermercado

Eduardo.

No siempre se suele despertar uno teniendo a su amigo recostado en su pecho con el sueño más pesado que un elefante, por ende, cuando sucede puede resultar algo incómodo o sorpresivo encontrarse en esta situación. Ezequiel era quien estaba recostado en mi pecho mientras sus brazos sujetaban gran parte de mi torso.

Me moví un poco para poder encontrar una posición más adecuada y menos incomoda, aunque mis intenciones no eran despertarlo o hacerlo que se apartar, no se pudo evitar la reacción por su parte. Levantándose deprisa tallándose sus ojos llorosos que aún le costaba trabajo mantener abiertos del todo.

—Tú habitación es muy fría, ¿Por qué? —mientras manifestaba su queja, al mismo tiempo se envolvía más en las cobijas para poder recuperar calor.

—No es fría, deje la ventana abierta anoche, quizás por eso tienes frío. Levántate, ponte tu pantalón y vamos a caminar para que se te baje el frío.

—No gracias, mejor me quedo dormido otro rato, ¿Sabes qué hora es?

—Sí, la una de la tarde, pero si quieres dormir pues aquí te quedas yo voy a salir.

—¿A dónde?

—Tengo pensado ir a comprar algo para comer, pero aquí no, aprovechando que es domingo, voy a ir a comprar algunas cosas al supermercado.

—¿Ahorita?, ¿Puedo ir?

—Si gustas sí, no voy a comprar muchas cosas, solo tengo mil pesos, a ver para que me alcanza.

—Con mil pesos es más que suficiente. Vamos y pedimos permiso a la dirección, porque te puedes meter en problemas.

—No, mejor llévate tu mochila, vamos a entrar de contrabando.

Al parecer a Ezequiel no le gustó la idea, reprochó demasiado, diciendo que sería algo malo, que nos meteríamos en problemas, trayéndonos solo cosas negativas. Aunque decía eso y más, no se pudo negar en ayudar, dirigiéndose a su habitación por su mochila que en realidad parecía maleta.

Mientras lo esperaba decidí acostarme otro momento, le dije que la puerta no iba a estar cerrada, así podría entrar sin problemas.

En ese momento que estuve recostado, mi cabeza trajo algunos recuerdos con Jorge, sabía que reclamar o empezar a discutir no iba a ser buena idea, por varias razones: No tiene el derecho de cuidarme, tampoco de darme dinero y mucho menos de estar al pendiente de mí. Aun así, me dolía un poco el hecho de que dejara de contactarse conmigo.

Por el momento tengo pensado estar aquí, así podré salir de la preparatoria y contaré con los dieciocho años para poder comenzar a trabajar, también tendré una carrera que podré ejercer, así comenzar a ganarme la vida. Aún falta tiempo para eso, pero es mejor penar las cosas en esta situación que dejarlas para después.

—¡Eduardo!, ¿Estás despierto? —la voz de Javier me sacó de mis pensamientos, que él me hablara era algo raro para mí, él y yo no somos tan unidos para hablar o pasar ratos juntos.

—Sí, ¿Necesitas algo? —abrí la puerta encontrándome a Javier sosteniendo una caja de galletas.

—Sí, te quiero entregar esto, es un regalo, voy a salir por un tiempo y me llevaré a Peter conmigo, vamos a ir a un viaje con mis padres, hemos pedido permiso, pero quise darte esto antes de irme, porque, no le quiero decir esto a Peter, pero cabe la posibilidad de que yo ya no regrese a esta escuela, entonces, por cualquier cosa, aquí tienes Edu, muchas gracias por brindarme tu amistad este tiempo.

—Qué lindo detalle Javi, muchas gracias, aunque espero que, si regreses, ¿Hoy te vas?

—Sí, me voy en la noche, van a venir mis padres por mi cerca de las ocho de la noche, por lo que me comentaron.

—Muy bien, bueno, mucha suerte Javi.

—Muchas gracias, y ¿Tu que harás?

—Voy a ir por droga, y la voy a meter de contrabando en la escuela para poder tener un poco de dinero extra—su mirada de asombro fue algo que no pudo evitar que riera—no es cierto, voy a ir a un supermercado para comprar comida, como: galletas, leche, jugo, algún cereal o algo así, para poder comer aquí, me sale mucho más barato hacer eso que seguir comprando comida en la cafetería.

—En eso tienes razón, aquí es muy caro, pero, ¿cómo vas a meter la comida?

—De contrabando. Ezequiel me va a ayudar a meter la comida, vamos a esconderla en nuestras mochilas y así vamos a poder entrar sin problemas.

—¿Te puedo ayudar?, también le puedo decir a Peter y tienes así dos mulas extras—comencé a reír para terminas aceptando su petición.

—Claro, si ustedes quieren, adelante, yo no me opongo, al contrario, les agradecería.

—¿A qué hora se van?

—En unos veinte minutos salimos.

—Okey, voy por Peter y las mochilas, no tardó.

—Claro—Javier se despidió y entró en su habitación, de inmediato comencé a escuchar los gritos de Javier para despertar a Peter.

—¿Qué hacía Javier aquí? —Ezequiel llegó con su mochila en manos y una mirada que denotaba cansancio.

—Hablamos un poco y dijo que él con Peter van a acompañarnos, ¿Te molesta?

—Al contrario, sirve que tenemos más mulas para meter la comida, ¿No es así?

—Lo mismo dijo Javi, dijo que en veinte minutos está aquí—Ezequiel aventó su mochila a una silla y se volvió a acostar en la cama—¿Tu cabello es blanco natural, o es tinte?

—Cincuenta, cincuenta. Mi familia es muy canosa, las canas me comenzaron a salir a temprana edad, así que decidí pintarme el cabello de negro para que no se notará, pero fue mala idea, porque el cabello se me maltrato, fue cuando se me comenzó a caer. Entonces cuando me volvió a crecer, el cabello ya salía de color blanco, y no negro, como el cabello negro que tenía mezclado con el nuevo blanco se veía extraño, probé con el tinte blanco, me gustó mucho más, agregando también que así no se maltrató tanto mi cabello como paso con el negro.

—Ya me dio miedo.

—¿Por?

—Mi familia también es muy canosa, ¿eso es hereditario?

—Sí, pero no pasa nada, solo te lo pintas o, a veces se te llega a ver muy bien el cabello de ambos colores.



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En el texto hay: amor gay, homosexual, romance gay

Editado: 05.05.2023

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