En Busca de un Hogar

All About That Bass

Eduardo.

Saliendo de la oficina del director para pasar por todo el patio central, es la cosa más incómoda del mundo, y más por ser los protagonistas de una pelea en una institución importante, adinerada, conocida. No se ven este tipo de cosas todos los días, es una de las instalaciones más tranquilas que conozco, por eso tomo por sorpresa a todos los que estaban alrededor, y como no, no desaprovecharían la situación de vivir en carne propia una pelea estúpida dentro de la escuela.

Las miradas estaban centradas en nosotros tres, mientras que yo seguía un poco en shock los dos problemáticos estaban como si nada, ambos riendo feliz de la vida, aun bromeando sobre la situación y burlándose de los dos pobres que terminaron más arrastrados que un trapeador en la hora pido de la cafetería.

—Amiguito, perdón por meterte en problemas, pero no sabes cuánto disfrute meterle uno buenos golpes a esa enana.

—Sí, no te preocupes, cosas que pasan... — ¿A quién carajos se le ocurre protagonizar la pelea del año en la escuela?, ¿cosas que pasan?, esto no pasa comúnmente aquí ni en china.

—No te veo tan convencido, en serio, te estoy pidiendo de todo corazón disculpas, tu no tenías la culpa, y mira, ya salimos castigados. El único que se salvó fue Gonzalo.

—Sí, no te preocupes...

—Eddy—al mirar a Gonzalo, éste ya tenía más hinchada su mejilla y comenzaba a ponerse morada—Estás experiencias son las que nunca se olvidan, que mejor tenerla contigo.

—Okey...—comencé a reír y al perecer esto hizo que el ambiente ya no estuviera tan tenue.

Gloria después de charlar con nosotros un rato más, tuvo que retirar a su edificio, mejor dicho, a su habitación, pues decía que tenía muchas tareas pendientes, quería descansar un poco por lo sucedido.

No sé si fueron excusas para que me quedara solo con Gonzalo o realmente tenia cosas que hacer, pues antes de irse le giño discretamente el ojo al chico que tenía a lado mío, aunque me quise hacer el ciego lo que había visto me dejo un poco pensativo. Como no teníamos nada que hacer en los patios y las miradas aún se sentían algo incomoda, decidí invitarlo nuevamente a mi habitación, simplemente para pasar el rato.

—¿Gustas algo de comer? No tendré los manjares, pero algo que ofrecerte si tengo.

—¿Dónde compraste la comida?

—Fui al supermercado con unos amigos, hace varios días.

—¿Con quién?

—Con Javier, Peter, y... Ezequiel.

—No gracias, yo ya había comido en la mañana.

—Pero en la cafetería no compraste nada.

—Yo no compro comida de la cafetería, yo como en mi habitación.

—Okey... ya no sé qué decir.

—¿Gustas armar un rompecabezas conmigo? Tengo uno, pero es muy grande, poca paciencia, y poco tiempo también, pero ahora lo tengo todo en uno, ¿Gustas?

—Solo que soy muy malo para eso.

—No te preocupes, todos en algún momento tienen que probar cosas nuevas, y si no sabes, aprendes. Eso decía mi mamá.

—Pues si gustas, te espero aquí.

—No tardó.

—Dale, te espero.

Gonzalo salió de mi habitación un poco apresurado hacia la suya, dejándome acostado en la cama esperando a que regresara con el dichoso rompecabezas que tenía, pero pasaron cinco minutos, diez, veinte, hasta media hora y nada que aparecía.

Pensé que se había retractado, que lo había perdido o que simplemente no lo encontraba, siendo esta la que más me dejo convencido, así que decidí ir a echar un ojo para poderlo ayudar si era lo que necesitaba.

Subía las escaleras sin fijarme mucho en el orden de las habitaciones, no iba buscando en si la habitación de Gonzalo, simplemente deje que el destino me guiara a ella y sorpresivamente funciono. Escuché una puerta que era azotada con bastante fuerza, sin oponerme a hacerlo o no, decidí husmear un poco, resaltando en ella el número "512". Iba a tocar la puerta, pero la segunda voz que identifique de inmediato me hizo detenerme a escuchar sigilosamente.

—¿Por qué me llegaste a odiar tanto?

—Tú sabes por qué.

—Es que no lo sé, por eso te pregunto Gonzalo.

—Viaja en tus recuerdos, sólo una cosa si te digo, Eduardo tiene mucho que ver en esto—al escuchar eso, no pude evitar sentirme mal.

Mil y un preguntas llegaron a mi cabeza, algunas tenían una respuesta lógica, otra simplemente no entendía el cómo pasó, o el por qué. Aún con todas esas preguntas, decidí dejar a Gonzalo y Ezequiel en paz para que terminarán su discusión, porque yo tenía una noche larga, acompañada de mil pensamientos que habían sido detonados por varias situaciones.

[...]

Nueve de la noche en punto, estaba arreglándome un poco antes de salir a tomar la guardia. El baño lo descarte, ya que era una noche fría y no quería estar temblando allá fuera por el frío que me provocaría.

Llegué a la entrada y le entregué el papel al guardia, este me agradeció como nunca, pues dijo que tenía mucho sueño y probablemente se quedaría dormido en el trabajo.

Me dio una libreta con bolígrafo y se retiró, me comentó que la libreta era para anotar alguna anomalía que se presentará en la noche, como alumnos saliendo o algún animal rondando la escuela. También me dio la condición de que, si un alumno salía, le pidiera su credencial, y cuando esté de regreso, se la devolviera.

Con todo esto en mente, por fin llegó el momento de comenzar la noche, y por obvias razones, la soledad era mi compañía.

A comparación de la mañana, la noche era totalmente silenciosa, uno que otro ruido provocado por algunas plantas que movía el aire, inclusive algún animalillo que estaba rondando.

—Nos volvemos a ver amiga mía, jamás creí volver a hablarte después de varios meses—ahora mismo, la única que me hacía compañía era la luna—¿Cómo estará mi madre?

—Como este, seguro está bien—esa voz me pegó tremendo susto, pero a Gloria tremenda carcajada.



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En el texto hay: amor gay, homosexual, romance gay

Editado: 05.05.2023

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