Eduardo.
—¿Qué trabajo?
—Tengo que entregar un trabajo—me zafe del abrazo de Gonzalo y saque mi celular.
—¿A qué hora?
—A las dos... ósea ahora.
—Pues vamos corriendo—dejó sus cosas en el salón de música y salimos corriendo de este.
Llegamos a tiempo al laboratorio, había una larga fila donde me tenía que formar para que revisaran mi trabajo, así podrían darme mi calificación final. Pero dentro de todo esto, aun había el inconveniente de que el trabajo no lo tenía conmigo en este momento, más bien estaba en mi dormitorio.
—Bien, llegamos a tiempo, ¿Qué tienes que entregar?
—Un trabajo que está en mi dormitorio...
—Pinche Eduardo, ¿por qué no me dijiste?
—Pues, la presión del momento, ahora vuelvo.
—No, dame la llave de tu cuarto y yo voy corriendo por el trabajo.
—No, porque lo tengo en un folder y es difícil de explicar, mejor tu fórmate, no tardó—aunque Gonzalo comenzó a titubear lo ignore por completo comenzando a correr hacia mi habitación, dejándolo en la fila esperando a que yo llegara con el trabajo.
Sentía que había recorrido una gran distancia mientras corría pensando en llegar hacia mi habitación, durante todo el momento trate de recordar exactamente donde había dejado todas las hojas que tenían el dichoso trabajo, con esto de Gonzalo y el querer arreglar las cosas, me lleno de distracciones durante estos días, tanto así que ni siquiera recuerdo si el trabajo estaba concluido o incompleto,
A estas alturas realmente me importaba poco si el trabajo estaba completo o no, solamente quería entregar algo para que no reprobara el semestre completo. Por fin llegue a la esperada habitación buscando con gran desesperación la llave que momentos antes había soltado del llavero que compre precisamente para no perderla.
La búsqueda realmente fue inútil, trate y trate, pero no iban a aparecer en mis bolsas por arte de magia, tuve que volver a regresar por todo el camino buscando en el suelo para ver si pegaba suerte, quizás se había caído durante el ajetreo. Recorrí nuevamente desde mi habitación hasta el laboratorio, donde pude ver que Gonzalo estaba a tres lugares de pasar.
Sentí como la desesperación llegaba, el único lugar donde quedaba por buscar era el salón de música. Sin pensarlo corrí hacia aquella abandonada aula donde pasé los últimos momentos en compañía de Gonzalo, en cuanto llegue comencé a mover todos los cuadernos que había en la gran mesa, busque y busque hasta que me rendí.
La desesperación e impotencia hicieron de las suyas, las lágrimas comenzaron a brotar y el enojo provoco que aventara un cuaderno que había en aquella mesa. Al caer se escuchó el sonido de un objeto metálico haciendo eco por todo el salón, mi mirada se fijó en las monedas que había en el suelo, donde la llave que resplandecía por el sol abrasador que entraba por las ventanas, se encontraba en el centro de todas ellas. Con una sonrisa que nadie me podría haber regalado antes en ese momento, la tome corriendo nuevamente a mi habitación.
No sé si fue por cosas del destino o no, pero entrando a mi habitación el trabajo se encontraba justamente en mi cama, dentro de un folder de color rojo que tenía una etiqueta donde afirmaba que el trabajo ya estaba concluido.
Recuerdo que mi madre me había acostumbrado a tener todas mis cosas organizadas en folders, más que nada los proyectos que me dejaban cuando yo iba en la primaria, que, a comparación de ahora, eran menos. Todos los folders tenían una etiqueta, para que cuando yo metiera una tarea podría marcarla como incompleta, aun en marcha o completa. Desde hace años sigo utilizando la estrategia que mii madre me enseño, por eso antes de salir a hablar con Gonzalo decidí organizar mis proyectos, siendo el único que metí al folder, el que tenía que entregar en estos instantes, pues la llamada de Gloria avisándome que quería hablar conmigo me hizo posponer la organización de estos.
Corrí felizmente al laboratorio, con la tranquilidad de saber que todo estaba listo, solamente faltaba el punto más importante, entregarlo. Con las fuerzas que me quedaban salí a toda velocidad para no perder más segundos en tonterías.
Algunos tropiezos se hicieron presentes en el camino al dichoso punto de entrega, pero al fin lo logré, a pocos metros me encontré con la mirada de desesperación que tenía Gonzalo, pues trataba de detener al maestro que ya tenía sus cosas en mano listas para retirarse.
—Enserio maestro, mi amigo ya no tarda nada en llegar... de hecho ya llego, ¡Eddy! —grito Gonzalo mientras saludaba con su mano con gran alivio.
—Lo lamento joven pero la hora de entrega era a las dos, ya son casi las tres, una hora de retraso no es mi problema, con mis alumnos soy muy exigente y ellos lo saben. Con su permiso— escuche a lo lejos mientras el maestro se retiraba.
Gonzalo nuevamente trato de hablar con él, pero esto último no lo alcance a escuchar con total tranquilidad, mi vista comenzó a tornarse borrosa, después una luz amarilla me pego con fuerza, para después tornarse roja y al final negra. Mis pies fallaron al igual que mis brazos, evitando así que pusiera resistencia alguna para que el golpe no fuera tan grave, lo último que escuchaba eran voces muy lejanas del maestro con otra irreconocible.
[...]
—Eddy... Eddy... Eddy... Eddy... despierta... Eddy... ¡Flojo! —al abrir los ojos lo primero que vi fue un collar con un dige girando sobre mi cabeza—Por fin, pensé que te quedarías en coma, llevas dormido más de dos horas, ¿Todo bien? —Gonzalo era quien estaba girando el dige, pero, aunque tenía una sonrisa, sus ojos me decían otra cosa.
—No... me duele la cabeza.
—Dijo la enfermera que tienes un sistema inmunológico muy débil, que hoy no habías consumido los alimentos necesarios y al realizar ejercicio de golpe, tu cuerpo no aguanto, dando como resultado el desmayo. Te inyectaron un poco de suero para que tu cuerpo lograra recuperar nutrientes, ¿Cómo te sientes?