En Busca de un Hogar

Sábanas Tibias

Eduardo.

Cuando el mundo alrededor comenzó a hacerse presente, fue cuando Gonzalo y yo decidimos comenzar a caminar para buscar una parada de autobús o algo parecido, el cual nos pueda llevar hasta la ciudad de México.

—¿Cuánto crees que nos cobren?, máximo unos... ¿doscientos? —pregunto Gonzalo mientras seguía jugando con la mochila balanceándola de un lado a otro.

—Eso espero, pero lo dudo mucho Gonzo.

—Pues, es una posibilidad.

—Me estoy muriendo de sueño, necesito dormir.

—Necesito comer.

—Comimos hace poco, no me jodas.

—Sabes que... vete acostumbrando que yo como seis veces al día, como mínimo.

—No entiendo como aun así haces ejercicio y te mantienes atlético.

—Ni yo, pero me gusta, me veo guapo ¿No?

—Si, como digas.

—Oye, necesito que me digas si, ¿vas a querer seguir estudiando?

—Pues me gustaría, pero no sé si sea posible ahora.

—De qué es posible, es posible, solo que, necesitamos encontrar un lugar donde vivir, también trabajo, y algo que nos quede cerca de tu escuela... ¿Será fácil?

—No.

—Pues, mínimo espero que en el lugar donde vivamos acepten a Luna.

—También hay que revisar eso...

—Yo quiero que el lugar sea pequeño, así puedo estar más pegado a ti.

—Yo quiero que sea todo lo contrario.

—Auch—dijo Gonzalo apretando su pecho fingiendo una herida en su corazón.

—No es cierto Gonzo.

—Eso espero, porque si es así... —mientras Gonzalo seguía hablando, tenía la mente perdida en otra cosa.

Sin darme cuenta llegamos a un lugar que parecía una plaza, había muchas personas vendiendo cualquier cosa, desde llaveros hasta comida, siendo Gonzalo quien más sufría viendo el manjar frente a sus ojos y no poder degustar nada por la falta de dinero.

Me detuve en seco frente un mapa que mostraba las rutas de los diferentes autobuses, mostrando las paradas que hacían cada uno. Mientras Gonzalo me imploraba que le comprara, aunque sea algo pequeño para comer, mi concentración estaba completamente en el mapa, viendo la ruta roja que llegaba hasta la ciudad de México, mas especifico, cerca de la avenida obregón.

—Quien diría que me alejaría tanto de casa...

—¿Tu dónde vives? —pregunto Gonzalo mientras recostaba su cabeza en mi hombro.

—Hasta el estado de México, si quieres que sea más específico, en Ecatepec...

—¿Queda lejos?

—Sí, estamos en hidalgo, casi tres estados separados de mi familia.

—¿Toda vive ahí?

—Sí, pero ya sé por dónde irnos para llegar hasta la ciudad—me agache rápidamente para tomar nuestras mochilas y comenzar a caminar hacia el autobús que nos llevaría hasta nuestro nuevo hogar...o bueno donde nos conseguiremos uno nuevo—Gonzalo, vamos camina—tome de la mano a Gonzalo quien me seguía hablando, aunque yo no le prestaba mucha atención.

—¿A dónde vamos?

—A tomar el autobús.

Justamente había llegado un autobús que traía consigo varios transeúntes, los cuales comenzaron a dificultar el paso para poder llegar a la estación la cual nos llevaría a nuestro destino.

—Vas muy rápido Eduardo, espera...—me detuve en seco haciendo que Gonzalo chocará con un poste de luz, el cual le provocó un sangrado en la nariz—Te dije que te esperaras.

—Entre en pánico, perdón amor.

—Te perdono solo porque me dijiste el cumplido—dijo Gonzalo mientras se limpiaba la sangre que tenía en sus labios.

Caminamos otro poco buscando y preguntando por el autobús de la línea roja, algunos nos ignoraban, otros nos decían que no sabían, mientras otros solo nos confundían. Después de toda la travesía encontramos el punto de partida de los autobuses que se dirigían a la ciudad de México.

Había una gran fila esperando a que el autobús llegara para poder ir al destino que todos queríamos. A regañadientes Gonzalo decidió formarse conmigo, pues como es un niño chiquito, se estresa y se desespera demasiado rápido.

—¿Cuánto tardará?

—Lo que tenga que tardar Gonzalo, por favor no comiences con eso.

—Creo que ahí viene... si, ¡Si es! —grito Gonzalo ganándose las miradas de todas las demás personas.

—Guarda silencio.

El viaje era de una hora y treinta minutos aproximadamente, pues con tráfico subía a dos horas con treinta minutos según lo que escuchaba entre las paticas de las demás personas. Llegó el autobús, estacionándose cerca de la fila para que pudiéramos entrar a este sin problemas.

Cuando las puertas de este se abrieron, había un pequeño letrero que decía: "50 por persona".

El precio me pareció una broma, aunque no se mucho de las cantidades justas para este tipo de trabajos, era muy poco a comparación con lo que había imaginado con Gonzalo anteriormente.

—¿Dónde metemos a Luna?

—No sé... Ve a preguntar si puedo subir a una cachorra bebe, o sea, si no hay inconveniente.

—Como digas chinos—Gonzalo acato la orden sin rebuznar, regresando con una mirada que no me convencía mucho—dijo que sí, pero si el perro causa problemas, se va a cobrar una cuota extra.

—Eso no será problema, ¿qué problema ocasionará un perro que apenas sabe comer?

—Pues...no lo retes.

Un silbato resonó por todo el lugar mientras un señor gritaba que comenzaran a subir uno por uno en orden y sin empujones, aunque piense que esto no sería problema, había bastantes personas que se querían colar a la fila ganándose chiflidos por parte de las demás personas, inclusive de Gonzalo.

—Cállate Gonzalo, ¿qué te pasa?

—Tú me obligaste a estar aquí formado por más de veinte minutos, ni un asiento hay cerca, como para que venga... ¡una señora que ni se formó a quitarme el lugar que no se ganó! —lo último lo dijo lo suficientemente fuerte para que las demás personas que estaban formadas lo apoyaran en su comentario.

Por culpa de Gonzalo todos gritaron y obligaron a una señora a salirse de la fila por haberse colado, haciendo que mi novio se portara como todo un héroe del momento, incluso siguió quejándose con algunas señoras que tenía cerca de su lugar.



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En el texto hay: amor gay, homosexual, romance gay

Editado: 05.05.2023

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