Eduardo.
—¿Gonzalo?, ¿qué está pasando?, quiero que me digas la verdad, me estás asustando, ¿Por qué estás perdido?
—Eddy, hay que llegar a la casa, siento que me voy a desmayar.
—Si pasa eso, yo te cargo solo... No, Gonzalo, ¡Despierta! —creo que las emociones que estaba sintiendo Gonzalo en ese momento lo consumieron a tal punto, que cayó en un desmayo.
Con ese desmayo se prendieron alertas que jamás había experimentado antes, muchas emociones me consumieron, el miedo y la desesperación fueron solo algunas que puedo mencionar, pues estar a la mitad de la calle, solo, sin ayuda o algún contacto, con mi pareja tirada en el suelo mientras yo estaba gritando que despertara, al mismo tiempo intentando cargarlo para llevarlo a un lugar seguro.
Caminé unas cuantas calles hasta que Gonzalo despertó, sacudiendo su cabeza preguntándose donde estaba, tuve que explicarle todo nuevamente hasta llegar a la parte que nos trajo hasta aquí... ¿Qué había sido eso que tanto lo impacto?
—Eddy... no sé cómo empezar.
—No te preocupes Gonzo, lleguemos a casa, ahí me explicas todo. Pensé que te querías ir porque no querías limpiar el lugar.
—No, cuanto quisiera que fuera así...
—No te reíste esta vez, ¿Todo bien?
—No Eduardo, nada está bien, si quiere verme significa volver... y no quiero verlos.
—¿A quiénes?
—¡Luna!, vámonos, camina—Gonzalo esquivo mi pregunta, levantándose de la acera para seguir caminando más tranquilamente.
Durante el camino a casa el ambiente entre los dos estuvo muy tenso, no sabía que decir, me sentía como si ambos hubiéramos tenido una pelea muy grande.
—¿Leoncito?, ya llegamos—no me percate que ya estábamos enfrente de la puerta, yo seguí caminando como si no conociera mi casa, si no me hubiera hablado Gonzalo, me pasó de largo—Ahora hablamos flaco, sé que tienes dudas, pero no puedo explicarte la cantidad de preguntas que tengo yo.
—Entremos, ¿Es malo?
—Si... bueno, depende de donde lo veas.
Ya estando en nuestra casa, Gonzalo dejo todo en el sillón del primer cuarto, yendo directamente al cuarto donde se encontraba la cama, acostándose con una pesadez mientras soltaba un gran suspiro de cansancio. Luna le hizo compañía un rato mientras este acomodaba mejor sus ideas, por mi parte me limite a observar la escena sentado en una silla en la esquina del cuarto viendo fijamente a Gonzalo.
—¿Qué pasa Gonzo?
—Me llegó un mensaje... te lo muestro—Gonzalo sacó su celular y me lo mostró en una conversación que me dejó pensando.
—¿Quién es Valentina?
—Ese es el problema, el saber quién es.
—¿Es alguien... malo?
—No Eddy, siento que estoy haciendo mucho show por esto.
—No lo creo.
—Tendré que verla... eso me aterra.
—Me estoy haciendo muchas novelas. Siento que es alguien de tu pasado y viene a ajustar cuentas.
—Muy lejos no estás. Es algo así.
—¿Puede hacer algo malo?
—Sí y no, pero si ella sabe que estoy aquí, significa que los demás también.
—¿Qué vas a hacer?
—Voy a quedar con ella para vernos...
[...]
Gonzalo.
Estaba afuera de un café, la tarde estaba nublada y parecía que iba a llover muy pronto. Mis nervios estaban a toda marcha, pero el sentimiento de volverla a ver... era muy grande.
—¿Gonzalo? —mil mariposas se hicieron presentes en mi estómago al escuchar su voz, no ha cambiado mucho.
—¿Valentina? —al verla supe que era ella, mi protectora de la infancia.
Ambos nos abrazamos dejando salir algunas lágrimas, años que no veía a esta chica, estaba a punto de volver a desmayarme, pero tenía que arreglar esto y no darme por vencido por una emoción, no estaba en mis planes... aun.
—¿Cómo has estado?, mírate, ya eres todo un hombre, veinte años, ¿Cierto?
—Si... más de una década sin verte.
—No sabes... todo cambió ese día, el mundo entero explotó y tú... ¿Dónde estuviste?
—Si te contará.
—¿Tienes una pareja?
—Sí, se llama Eduardo, es un chico espectacular.
—¿Eres...? —dijo con una mirada muy graciosa.
—Sí, soy gay.
—Bueno, eso no me incumbe a mí. Esto va a sonar muy acosador, pero ya lo sabía. Te estuve observando desde hace unos días, necesitaba confirmar que si eras tú.
—Te entiendo, yo también hubiera hecho lo mismo.
—¿Gustas pasar?, tomamos un café, hablamos de la vida y me contás cómo has estado.
—A ti se te nota más el acento chileno, yo lo perdí desde hace mucho.
—Claro, era obvio, más de diez años lejos de Chile tonto...
[...]
Eduardo.
Gonzalo dijo que tenía un asunto pendiente que resolver, como si fuera un espía del gobierno... y si lo es, significa que yo seré su fiel compañero. ¿Recibiré algún equipo?, digo, así como en las películas, donde te dan pistolas y un... un coche hermoso donde salen balas y vuela y...
—¡Eduardo! Necesito tu ayuda—los gritos de Héctor fueron los causantes de que mis pensamientos se fueran al igual que mi heterosexualidad...a no, esa se fue antes, mucho antes.
—¿Qué quieres?, estoy ocupado.
—¿Ocupado?, no me digas que otra vez estás con los pensamientos de que Gonzalo es algo de él gobierno.
—No... es que muchas veces se va sin decirme a dónde, me hace crear novelas donde todo tiene sentido. Imagina que es un espía, imagínatelo en un traje bien pegado que resalte sus músculos, lo sexy que se vería.
—Ya basta fetichista. Necesito que te pongas a soldar los tubos que corte, en la libreta están las instrucciones... corre ve.
—Imagina que es un guardaespaldas de algún gobernador... del presidente.
—No creo que Vicente Fox lo contrate, pero no cuesta nada soñar. De seguro sólo fue a hablar con un amigo del pasado.
—Eso es lo que pienso.
—No, tú estás pensando que es Superman, cuando no es capaz ni de volar.