En Busca De Venganza

CAPÍTULO 3

U

n nuevo día comenzaba, el viento cantaba melodías depresivas, las aves entonaban la sangre que se avecinaba. Todo estaba destruido, no quedó nada, se convirtió en una persona muerta pero viviente. Trató de cambiar, pero el pasado la encontró primero antes que logrará formar una nueva vida.

Se desmayó en el auto, aún no llegaban al hospital, el policía le gritaba que abriera los ojos simplemente ella escuchaba su voz como un zumbido, no le entendía bien, su vista se tornó borrosa hasta cerrar sus ojos.


‹‹"¡Jovencita no se duerma ya casi llegamos!"›› Le gritaba el oficial de policías mientras conducía.

Solo fue cuestión de minutos para que llegaran al centro de salud. El hombre bajo del auto rápido para abrir las puertas traseras y llevar en brazos a Gabriela.

Inmediatamente los enfermeros ayudaron al policía a trasladarla adentro para darle la atención. La recostaron en una camilla y fue llevada a cirugía para sacarle el proyectil para poder curar su herida.

Perpleja en un sueño, tocó la mejilla de su amado y abrazó a su niña, nunca había sentido algo tan cálido y hermoso que corría por sus venas, se sentía en casa era como estar en el cielo. Todo se desvanecía, se derritieron sus caras en color negro, ese edén se oscureció escuchando solo los gritos de su novio y su bebé.

‹‹Salva a nuestra bebé ¡protégela!››. Le decía la voz de su amado en el sueño.

Al presenciar esa pesadilla, sus signos vitales comenzaron a aumentar como competidor de carreras de nazcar. Las enfermeras llegaron para atenderla controlando sus pulsaciones, y tranquilizándola.

Unos minutos más tarde, ya acostada en una cama con un respirador artificial reposando sus heridas, abría los ojos lentamente, pero las luces de la habitación hacían que le costará ver con claridad, todo a su alrededor estaba borroso, se había desmayado de tanta sangre que perdió. Tenía baja la presión, sus oídos se le dificultaban para escuchar, le habían operado para sacarle la bala del abdomen lo cual le había desgastado aún más...

Mientras recuperaba la conciencia, vio a una doctora morena, alta y delgada, con su pelo liso de color negro muy bien peinado, portaba una tablilla de anotar en sus brazos, estaba escribiendo un par de cosas. Esa mujer se le acercó a una enfermera y le indicó que revisara el monitor de signos vitales y cuanto suero tenía aún Gabriela.

La enfermera hizo lo que la doctora le pidió, mientras tanto ella estaba escribiendo Cuando le llaman por su nombre.

—"¡Dr. Alejandra!", la busca un oficial de policía! —le dijo una enfermera que venía de la recepción del hospital con unos documentos...

El hombre se acerca a la doctora con pasos lentos, le saluda con la mano con un suave apretón.

—Buenas tardes, doctora, soy el inspector Fernando Rodríguez, necesito hacerle unas preguntas a la señorita Gabriela. La cual es testigo del crimen que ocurrió en la noche de ayer en su vivienda —le dijo a la doctora seriamente.

Ella lo quedó viendo con una mirada seria dándole a entender que no sería posible realizar su petición.

—Lo siento oficial, pero ella está muy cansada, se está recuperando, ha perdido mucha sangre sin obviar que caminó por un bosque en plena noche, sabe, ¡tiene los pies sangrados y llenos de llagas! ...

—La entiendo Dr. Alejandra, pero yo hago mi trabajo, mañana regresaré, quiera o no, realizaré las preguntas debidas, hasta entonces nos vemos— Le replicó mientras se dio la vuelta y se marchaba del lugar enojado.

—¡Qué idiota! Cómo no puede comprender —comentó una enfermera que estaba escuchando la conversación cerca de ellos.

—Descuida Jimena, solo hace su trabajo —Le dijo Alejandra a la enfermera con mucho positivismo.

(......) Al DÍA SIGUIENTE.

—"¡Al fin despertaste!" —escuchó una voz muy familiar, le causaba mucha tranquilidad, le recordaba aquellos tiempos donde todo era lógico, razonable para comprender lo que pasaba y donde se encontraba. Momentos hermosos al lado de personas únicas, le hacía recordar todo eso.

Gabriela medio abrió sus ojos y la vio, se alegró de que ella estuviera ahí, si, Marta la fue a visitar al hospital se dio cuenta y se sintió tan mal, que cuando le avisaron se alistó lo más rápido para ir a ver a su amiga.

—"¡Gaby, Gaby!" me alegro de verte bien.

» Sabes estuve preocupada por ti. Te quería decir ayer en la noche que por fin me divorcié de ese idiota, tengo la custodia de mis niños, al ver que no respondías, llamé en la mañana a tu vecina, la que nos invitó a aquel almuerzo en su casa, doña Letti, me dijo lo sucedido, me vine lo más rápido posible.

Marta le respondió sumamente preocupada, pero al mismo tiempo alegre al saber que su amiga se encuentra bien y que está mucho mejor. Aunque no podía obviar que esto le iba a costar superar a su amiga, le iba a traumar de por vida; pero sabía que ella iba a estar para Gabriela para apoyarla en todo lo que necesite.

‹‹"Sé que mi amiga es fuerte y podrá luchar con esto" ››. Se dijo a sí misma Marta.

—Yo también me alegro de verte, Marta, no te preocupes por mí.




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