En Busca De Venganza

CAPÍTULO 7

HACE MUCHO TIEMPO ATRÁS...

H

 

ace siete años atrás, en una cómoda casa ella estaba dialogando en su mente que planes haría y como, pues El verano se acercaba tan ansiosa como siempre pensaba a qué lugar disfrutaría de esos días tan acalorados pasándolo en familia. Sin más qué decir, un miércoles a las seis de la tarde su padre Marlon Guzmán recibió una llamada de su hermana. Algo inesperado pero muy gratificante para ambos, estaba consciente de que esto les ayudaría en este proceso duro que están pasando últimamente con la pérdida de Carmen la mamá de Gabriela. Aunque ya han pasado años la relación o la familia ya no era la misma se sentía un vacío profundo en cada rincón de la casa.

 La tía de Gabriela Tan amable, sencilla un poco calenturienta con jóvenes ya que aún disfruta del sexo como universitaria. Su disciplina le hizo terminar una carrera y conocer a su pareja, un tipo alto y blanco de origen español, hace tiempo que no ve a su sobrina ni mucho menos a su hermano digamos que realmente le ha ido muy bien en España pues les ofreció un mes de vacaciones en aquellas hermosas playas bebiendo jugo de coco o una piña colada bajo el sol, entre sus dedos arenas e incluyendo conocer las bellas calles, culturas, parques y museos de esa nación.

«Gabriela te tengo una gran noticia, nos vamos de vacaciones a España...» le dijo el padre muy entusiasmado a su hija.

Tan sorprendida sus ojos brillaban, su papá le había dado la mejor de las noticias desde aquella vez cuando era chiquita como de diez años que le regaló una bicicleta, su padre siempre ha sido un poco sencillo y poco detallista pero aun así siempre ha tratado de dar lo mejor para su familia.

De tantas idas y vueltas, las luces de la noche y las hermosas playas de Barcelona, realmente sí que lo estaba disfrutando al lado de sus familiares. Era su primera experiencia fuera del país y para ella era una gran fantástica e inolvidable experiencia. Ya era la hora de ver un museo de arte contemporáneo, su tía Carolina tiene un defecto ser muy despistada, entre charlas muy duraderas con su hermano ya que no se habían visto como en una década. Gabriela merodeaba los pasillos sola deslumbrándose con las piezas de arte de ese lugar.

«Dios este lugar sí que esta bonito.»

Caminó y caminó hasta terminar todas las piezas de arte y encontrarse con unos escalones que llevan al segundo piso del museo. La curiosidad le entro y se adentró en ellos.

Entró en un pasillo algo solitario, sin personas ni cuadros de arte, mucho menos guardias o personal de limpieza, como algún merodeador sin algún oficio. Ese pasillo estaba algo desgastado, sus luces o lámparas ya algo viejas parpadeaban como en una película de terror al final de él, está otro mítico escalón hacia un lugar desconocido. Gabriela siempre ha sido curiosa y se desespera por conocer lo que no conoce, entender aquello que le da duda, si podría ponerle un apodo la llamaría duendecilla de la desesperación. Tan imperativa es que su conducta en el colegio ha empeorado más incluyendo la muerte de su madre que fue el iceberg que destruyo su vida.

Paso a paso subía cada escalón pronunciando el silencio de sus pasos, tan ágil y rápida es para escabullirse en las sombras. Al subir se encontraba otro pasillo con una puerta de color café oscuro al final de él.

«¡Qué diablos hace una sola puerta en este lugar tan grande, peor aún tan sucio y desgastado en esta parte, esto no es digno de un museo!» se dijo.

Se acercó a la puerta, sus latidos comenzaban a acelerarse pues no sabía lo que había detrás de dicha puerta ni mucho menos en ese lugar tan desagradable.

Girando lentamente y provocando un chillido en las viejas manillas llenas de sarro, asomó su mirada mientras abría la puerta. Sus ojos vieron en un pequeño espacio cuando abrió la puerta no en su totalidad, divisó algo espeluznante para una niña de 15 años. Ahí estaba en una habitación, un escritorio, sentado un tipo gordo, sin pelo, arrugas en su cara, con un ojo falso de color morado y su otro ojo izquierdo casi cerrado por las cicatrices que arrugaban su piel en esa área. Había cinco hombres más, y uno de rodillas con una bolsa negra en su cabeza, uno de ellos se la quitó para golpearle, escupirle y patearle a la vez que repetía sin cesar.

―¿Dónde está el maldito dinero John? Esto no es un juego, dinos y tal vez perdonemos tu vida.

—No sé, donde está, ya les dije la verdad fueron los hermanos Gonzales o tal vez la mafia rusa. Últimamente hemos tenido problemas con ellos, jefe se lo pido por favor ¡No me mate! —respondió el sujeto tirado en el suelo con voz de arrepentimiento y tristeza.

»Nunca en mi vida lo he traicionado, se lo pido tengo hijos señor y son lo único que ellos tienen, se lo pido.

El hombre exclamaba sus palabras llorando y suplicando al señor y líder de la mafia, llamada "Los diablos" una de las organizaciones más crueles, rústicas, tradicionalistas de carácter conservador e nacionalista, racistas con ideologías nazis. Son responsables de crímenes bajos hasta tráfico de drogas, órganos y trata de blanca.

―Si nos dices todo, te dejare ir ―le respondió el líder de la organización.

―Señor, no sé nada ―le dijo el hombre arrodillado en el suelo.




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