CONTINUIDAD…
—Dime que harás ahora, niñita —evocó burlonamente Sergio.
«Ya no tienes nada que hacer ni adonde correr, estas rodeada y espero que no hayas dicho a nadie sobre lo que vistes sino alguien más también pagará tus platos sucios mocosa, puedo sentir tu miedo, no te preocupes por tu tía pronto la acompañaras.»
Sus puños se endurecieron, su mirada se transmutó como la de un animal sin piedad, se levantó rápidamente del suelo y de sus bolsillos saco una pequeña navajita que le había regalado su padre hace varios meses atrás, logró esquivar los golpes de Sergio quien realmente comenzaba a fastidiarse de ese humillante momento. Tan Adusto se apresuró y le agarró del cabello, pero ella tan fuerte como un abedul, giró al instante con rapidez mientras Sergio caía encima de ella al suelo, esta con tanta sagacidad le insertó la navaja en el ojo.
La confianza había acabado con la vida de Sergio, quien la había subestimado, en ese momento don Santiago el jefe de la mafia tan impasible sacó su pistola apuntándole a Gabriela, esta se detuvo paralizada donde en su interior había cantos de cavilaciones, recordando todo lo bueno que había vivido, ella estaba oscilando en vilo.
—Terminasteis ya, ahora es mi turno —le dijo a Gabriela.
Esta se levantaba del suelo cargando en su espalda temores que le abrumaban sobre lo que pasaría con ella, aun así, su mirada no se desvió de aquel hosco tipo que por su apariencia física provoca repudió y asco, era un tipo desagradable en todos los sentidos.
—¡Vete al diablo! —tan lacónica respondió Gabriela.
En un abrir de cerrar de ojos, un sonido retumbó en aquella habitación, nadie sabía que era hasta que Las luces se apagaron, la puerta fue tumbada, el ruido de una pequeña explosión socavó los oídos de Gabriela provocando un pequeño chillido, se agachó colocó sus manos en su cabeza, muchos tipos armados irrumpieron el templo de ese criminal, disparando a matar a los hombres de Santiago. Este mencionado escapó por un pasillo oculto en los baños que conectaba a las alcantarillas de la ciudad.
Los disparos no paraban todos los hombres de Santiago cayeron muertos, Gabriela se preguntaba quiénes eran «será que son policías, u otros criminales.»
—¿Qué hace una niña de tu edad aquí? —le preguntó un tipo encapuchado enfrente de ella.
Sacaba un cigarro de su bolsillo, su tono de voz era grueso, estaba al mando de ese grupo de asesinos, se le paró de frente a Gabriela viéndola fijamente, tal vez le provocaba lastima o curiosidad.
—Está muy asustada —comentó otro sujeto que revisaba en el escritorio de Santiago por información.
—Al parecer tuvo la valentía de matar a uno de los tipos de Santiago, y valla que fue directa en el ojo —comentó otro tipo que revisaba la zona donde estaba su tía muerta.
—Eso es verdad niña —replicó el sujeto enfrente de ella.
—¿Quiero matar hasta el último de ellos? —respondió Gabriela llorando de furia.
—Pues lo siento por ti, pero una niña debe estar en su casa jugando con sus muñecas, este mundo no es para ti —respondió el mismo sujeto.
—No soy una niña, este maldito de Santiago debe pagarlas sea que me ayudes o no, mi venganza la realizaré siempre —le dijo Gabriela.
«Todo esto es mi culpa, no debí a ver venido sola o confiar en la policía, ni mucho menos debí andar por estos pasillos curioseando lo que no me incumbe». Comentó ella.
―Está bien, pero sabes algo cuando tus manos estén manchadas de sangre y tu mente no pueda descansar en paz en las noches, recordarás mis palabras y sabrás que no hay vuelta atrás, te guiare en mi mundo, pero solo debes entender algo y nunca olvidarlo cuando seas la mejor asesina ¡no me traiciones! O yo mismo iré a buscarte para matarte, escuchasteis niña ―Comentó el sujeto a Gabriela.
—Leo ya hemos buscado en todo el edificio, Santiago escapó —comentó otro tipo que entraba a la habitación.
—Está bien, mañana investigaremos su paradero —respondió leo el tipo que se encuentra enfrente de Gabriela.
—Me llamo Gabriela y será un gusto ser tu aprendiz —insistió.
—Yo soy Leo Hernández y que no se te olvide lo que te dije —le respondió.
Se le acercó a su tía carolina para cerrarle los ojos y pronunciar de sus labios que se vengaría de quienes le habían hecho tal daño, sabía muy bien que para cumplirlo debía alejarse de su padre durante mucho tiempo. Le besó en la frente y le prometió con toda el alma que haría pagar a ese maldito de Santiago con su propia vida. Los brotes de lágrimas salían de sus ojos lo que se suponía que iban a hacer unas estupendas vacaciones terminaron siendo una pesadilla infernal.
Este fue el inicio del origen de una gran asesina y espía, a veces no todos los inicios son como quieres, pero todos te llevan al mismo camino ese que te hace pruebas, te desafía para pulir ese roble que llevas en el espíritu, no todos están hechos para el camino del guerrero ni mucho menos para la gloria.
Santiago tuvo su merecido a manos de Gabriela, su nombre de los bajos mundos "Gunilla" que significa doncella de batalla, comenzaba a dar miedo hasta en los callejones y pasillos de los payasos políticos, nadie sabía de donde venía, como era su voz y su rostro, nadie conocía nada de ella más que su nombre y aquellos que la vieron no pudieron contar el cuento ya que según los murmullos de quienes escuchan las historias, es que si la vez por qué te toca morir y si no la vez también te toca morir. Los años pasaron y las lunas se manchaban de sangre, cada día había un nombre en su lista y ese día tocó uno en particular, el nombre de "Darío Houston" este sería el antecedente y declive de su carrera, aquí nacería el comienzo de su triste futuro encadenado por leo Hernández y su servil Mike, esta operación tuvo de nombre "flor negra" en la cual estaban involucrados muchos millones de euros y en el cual Gabriela tomaría una de las decisiones dejándose llevar por sus emociones y olvidando las palabras de leo aquel día cuando mataron a su tía.