—Mis amigos, les dije que todo saldría bien —dijo Darío muy alegre.
—Ahora si voy a comprarme las cosas más caras de este país —dijo Robín.
—¡Que tonto! yo pondré un prostíbulo —contestó Dealer.
—Mejor deberían hacerse una operación de cerebro de tan imbéciles que son —les respondió Eva riéndose.
Posteriormente sacó su arma disparándole en la cabeza a Eva, Robín, Dealer y Max intentó defenderse, pero fue apuñalado por uno de los sirvientes de Darío por la espalda.
—Porque nos haces esto Darío —dijo Max desangrándose a la vez que su voz perdía fuerza.
—No seas melancólico, solo son negocios —le respondió Darío.
Terminó disparándole dos veces en su cuerpo, después saco un puro cubano, mientras sus sirvientes apuntaban con pistolas a Juliana.
—veo que no tienes principios y veo que te olvidaste de la orden de los calvarios —le dijo Juliana.
—Por favor crees que un tipo tan rico como yo y poderoso necesita protección de una manada de asesinos como ustedes —le respondió—. Lo siento querida hubiéramos tenido buen sexo.
Darío levantó su mano empuñando su arma para apuntarle a Juliana, pero de pronto llegaron tres helicópteros y dos lanchas con muchos hombres armados, los disparos se intercambiaron, Darío escapó, pero Juliana no dejaría que fuera tan fácil, lo siguió hasta la terraza de la mansión donde este se encontró encerrado y sin salida.
—Oye Juliana creo que deberíamos reestructurar el trato, no —bajo su arma y se arrodillo ante ella.
—Te dije que la orden de los calvarios no es cualquier cosa, tus sirvientes acaban de morir, nosotros nos especializamos en matar y escuchamos todo hasta las palabras de lucifer, de verdad crees que no sabíamos tus intenciones en un inicio, lo único que quería era confirmarlo y lo comprobé cuando mataste a tus hombres —dijo Juliana.
«Ah, y ni siguiera tienes problemas diplomáticos con los rusos o se te olvida que la semana pasada cenasteis con "Mijael kalasnikovic" jefe de la mafia rusa y socio de los mercenarios Wagner, eres muy despistado señor Darío. Así me dio tiempo de mandar una señal con solo presionar un botón, les mandé mi ubicación GPS, la orden esta oculta, pero está en todos lados, creo Darío que te has equivocado». Replicó Juliana.
—Espera, espera por favor no me dispares, tengo 50 millones en Suecia podría dártelos todos—suplicó.
—Lo siento no seas melancólico, solo son negocios —Juliana disparo en la frente a Darío.
Un tipo se acercaba detrás de ella...
—Gabriela veo que ya terminasteis con el tipo.
—Leo no digas mi nombre cuando estoy trabajando se pierde la emoción —le respondió Gabriela mientras se daba la vuelta.
—Lo bueno es que tenemos todos los millones, necesito que te encargues de ellos y me pases en una memoria USB los códigos o coordenadas geográficas de su nueva ubicación, ya que esto será una carta en contra de la mafia rusa —le dijo Leo.
«No quiero que me digas la ubicación, la quiero en la memoria, esto será un salvavidas por si me pasa algo o a la organización, necesito tu lealtad más que nunca en estos días, próximamente te mandaré a Moscú, el siguiente tipo al que matarás será a un general ruso». Exclamó Leo
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Gabriela terminó de transferir los códigos de la nueva ubicación del dinero en un banco en cualquier parte del mundo, colocó su laptop en la mesa, lista para ir y entregarle la memoria a Leo.
¡RING RING...! Suena un teléfono.
—Si —dijo Gabriela.
—Escucha tú tienes algo que yo quiero, revisa tu laptop te mandé unas fotos al correo —dijo una voz desconocida.
Revisó el correo, descubrió que en las fotos estaba su padre secuestrado, sus lágrimas salieron de sus ojos, la preocupación de que le pasara algo se intensifico.
—Te veo en la fábrica abandonada, querida Gaby y no llegues tarde.
Se alistó lo más rápido posible, encendiendo su moto para ir a toda marcha hacia la fábrica abandonada a las a fuera de la ciudad, llegó tan rápido que no pensó bien las cosas y las consecuencias. Ahí estaban 15 hombres encapuchados y armados, eran demasiado.
—¿Quién está al mando? —dijo Gabriela.
Nadie dijo nada.
—¿Quién está al mando de esta mierda? —repitió mientras avanzaba paso a paso.
—Vota el arma al suelo —dijo uno de ellos.
Gabriela saco su arma y la tiró lo más lejos de ella, se le acercaron tres tipos y la requisaron, la votaron al suelo, embarrando su cara en la tierra, para amarrarle las muñecas...
—Valla pensé que no llegarías y puntual —le respondió una voz proveniente de un pequeño parlante que colgaba uno de los sujetos.
—Valla no tienes el valor para mostrarte malnacido —dijo Gabriela.
—Ya me verás pronto —le respondió —ten paciencia algún día veras mi cara y será lo último que veras.