CAPÍTULO 13
Entro en la vieja fábrica, aniquilando a sus enemigos, uno tras otro caían, por fin tenía la venganza esperada, llegó hasta un cuarto de almacén de materiales, donde se escondía Mike, detrás de unos muros de concreto.
―Vamos, Mike sal solo te mataré ―dijo Gabriela, cubriéndose a la orilla de la puerta principal del almacén.
―Debí haberte matado aquella vez en tu casa, aun recuerdas a tu novio, viste como lo maté ―le dijo― lo disfruté tanto.
―Sabes que disfrutare Mike ―le respondió.
―Que, supongo que no es nada romántico, aunque si quieres te pudriese coger aquí mismo ―le contestó Mike.
―Esto... ―gritó Gabriela corriendo rápidamente, hacia otro lugar del almacén para cubrirse, de ahí se lanzó encima de Mike.
Peleaban cuerpo a cuerpo, dándose patadas y golpes, Gabriela ya tenía la nariz rota llena en sangre, Mike le agarró la cabeza para hacerla chocar con la pared, esta quedo inconsciente un pequeño rato, mientras Mike la arrastraba hacia un cuarto más grande lleno de tubos y hierros, había cadenas colgando del techo.
―Te dije, que no podrías, yo soy mejor que tu ―le decía mientras la agarraba del pie arrastrándola.
«Gabriela, protege a nuestra hija, Gabriela despierta» ―dialogaba en su mente.
Mike la levantó, y le colocó las cadenas en su cuello para asfixiarla...
En ese momento, Gabriela reaccionó dándole una patada a Mike haciéndolo botar a unos cuantos pasos de ella, logro quitarse las cadenas y trató de inhalar todo el aire posible, la pelea apenas comenzaba.
Se arrojaron al mismo tiempo tumbándose cuerpo a cuerpo, el sin pensar cayó en una trampa donde ella le quebró el brazo con una llave mientras luchaban en el suelo. Este gritó y ella aprovechó para llevar a Mike donde unos hierros, empujándolo y haciéndolo que este se ensartara en ellos, sus dos hombros eran atravesados por dicho metal, logró sacárselos mientras Gabriela se preparaba para atacar de nuevo.
―Dime, si todo esto fue una trampa tuya, por que venir con Ortiz cuando pudisteis atacarnos por sorpresa ―le preguntó Mike.
―Les hice ganar tiempo, les di la ubicación y en este instante mis amigos policías ya se retiraron de la fábrica ¿Tú por qué crees? ―le respondió.
―Que tonta ―replicó Mike.
―Enserio ―le dijo frunciendo el ceño.
―Axelei Ivanov, recuerdas ese nombre Mike ―le dijo Gabriela.
―Que con ese maldito ruso ―le gritó.
―Ese maldito ruso está en tu casa con tu esposa e hijos, les di la dirección de tu familia, no fue difícil encontrarlos, acaso no te he dicho que tengo amigos árabes que me deben favores ―le respondió Gabriela.
―Oye, Gabriela tú no eres así ―le dijo Mike.
―Ah, no y como soy ―le respondió sacando el arma.
«Dime, como se supone que deba ser, cuando tu empezasteis todo esto, sabes después que salvé a mi padre de morir esparcido por unas putas bombas, me fui y me oculte, cuando me di cuenta de que él estaba muy enfermo y no resistiría más por su enfermedad pase los últimos meses con él, luego conocí a alguien que me guio y me dio amor y tú me lo quitasteis, dime como se supone que deba ser...»
―Mike, adiós maldito imbécil ―le dispara en las dos rodillas y se da la vuelta.
―Oye perra, fallasteis, no me mataste ―le gritó Mike lleno de dolor y enfurecido.
―Tú me preguntasteis por que venir aquí de esta forma, te dije que estaba ganando tiempo, te acuerdas de mi papá, te acuerdas de las bombas pues, esta vez habrá fuegos artificiales y aun no es navidad ―le dijo riéndose.
―Podrás matarme, hacerlo no te librará de las consecuencias, la orden de los rosa cruces y los inquisidores te buscarán a ti y a tu hija, todos morirán ―le dijo llenándose de carcajadas tendido en el suelo.
Gabriela salió lo más rápido que pudo de aquel lugar, todos los policías se encontraban alejados de la fábrica, ahí estaban Fernando y Daniela, también Mario con Marta y la pequeña. Todos la estaban esperando, corriendo y corriendo, apretó un botón rojo que tenía en su bolsillo, toda la fábrica se demolió, explotó derrumbando aquel tétrico y rustico edificio.
―Gabriela te dije que todo esto iba a ser una locura ―le dijo Fernando―. Aun así, hice buen trabajo poniendo las bombas, me siento orgulloso.
―Y Ortiz ―preguntó Daniela.
―Se cayó de muy alto, no sobrevivió, traté de sacarlo con vida para que pagara con la justicia, pero no pude ―dijo Gabriela.
―Diablos, quería verle la cara de traidor, pero ni modo ―dijo Daniela―. Una locura que termino haciendo pagar deudas, ya todo terminó verdad.
Marta abrazó a Gabriela, su hija estaba en llanto se calmó cuando su mama, la abrazó y la chineo.
―Mi niña ya estoy aquí, ya estoy aquí ―le dijo mientras la besaba en la frente.
―Vámonos a casa Gaby ―le dijo con sus ojos llorosos Marta.
Todos se fueron de aquel lugar, los policías se quedaron para reportar la zona e informar sobre los hechos, Fernando, Daniela, Mario acompañaron a Marta, Gabriela y su pequeña hija hacia su casa. El día fue largo, oscuro y lleno de sangre.