En busca del Amor

Capítulo III

Unos meses después

No soy una persona madrugadora, no me gusta que me despierten, no me gusta cuando mi mejor amigo entra a mi habitación y empieza a sacudirme para que me despierte.

—Despierta, amargada, recuerda que tienes una cita con tu abogado —Rodrigo me informa mientras deja mi habitación.

Sin ánimos me levanté de la cama, caminé hacia el baño para darme una ducha.

Una vez bañada, regresé a mi habitación para poder vestirme. Opté por un simple vestido corto negro que dejaba ver mi espalda descubierta, y unos zapatos cerrado con tacón pequeño. Me aplique un poco de maquillaje para ocultar las ojeras que yacían bajos mis párpados. Mi cabello lo opte por dejarlo suelto.

Ya estando lista observé mi reflejo en el espejo, tengo una figura esbelta, el cabello castaño, ojos azules y de piel blanca.

En silencio salgo de la habitación y cuando llegue a la sala para ver si Rodrigo estaba listo me lo encuentro muy sonriente sentando en los sillones. Está vestido con su traje más elegante, según lo que me ha dicho ese traje solo lo usa para ocasiones especiales, y supongo que, para él, hoy es un día especial.

 —¿Por qué tan sonriente? —pregunto sentándome a su lado.

—Porque hoy voy a tener a mi sobrinito —responde— Claro, si es que te aprobaron.

Ruedo los ojos. Y pensar que al principio se negaba ahora está más emocionado que yo.

—Y… si no soy lo suficiente buena para ese...niño

Rodrigo pone una mano sobre mi hombro —Ese niño o niña, lo que decidas, tendrá a la mejor mamá del mundo. Te lo aseguro. 

Abrazo a Rodrigo, susurrándole un te quiero, el cual el me responde con un beso en la frente.

—Bueno, no hay tiempo de desayunar, hay que irnos.

Asentí. Salimos por la puerta principal mientras yo cerraba la puerta Rodrigo se adelantaba para encender el auto. Una vez cerrada la puerta, voy hacia el asiento del lado del pasajero.

—Aquí vamos —. Moviendo la cabeza con afirmación, Rodrigo comenzó a dar marcha atrás para salir fuera de la calzada.

Han pasado casi 8 meses desde que inicie el proceso de la adopción, al principio fue difícil, ya que mamá se negó, pero al ver mi determinación en esto, decidió dejarlo. El abogado me consiguió varias citas donde pudieran aprobar que estaba lista para tener un niño. Reuni las características psicológicas y económicas necesarias.

Y hoy es el gran día en donde podré elegir al niño que quiero que venga conmigo.

Mirando por la ventana, suspiré, deseando que este día pasara rápido. Rodrigo nota mi aflicción y me hace conversa, nos animamos el uno al otro, con algunos chistes.

 

Las calles no estaban bien transitadas por esa razón llegamos rápido al Orfanato Electrico SI

Una vez que Rodrigo aparco en una zona reservada para discapacitados muy cerca del Orfanato. Salimos del coche y empezamos a caminar. Rodrigo delante y yo atrás lo seguía de cerca,

Nos adentramos al lugar donde el abogado ya nos esperaba.

—Buenos días Srta. Rivera, ya hablé con unas de las encargadas del orfanato y ya están al tanto de la situación.

Una señora ya un poco mayor se acerca a nosotros a un paso lento, la saludamos gentilmente.

—Buenos días Srta. Sígame por favor le voy a enseñar a las niñas recién nacidas y luego al patio para ver a las demás.

Rodrigo me hace una seña que el esperaría afuera, la señora me llevo a una sala donde había muchos niños pequeños dormidos, me causaron gran ternura, eran verdaderamente preciosos

—¿Puedo cargar a uno?

—Por supuesto, adelante.

Cogí a un pequeño en mis brazos y lo mecí lentamente.

Después de estar en esa sala salimos fuera para ir hacia los patios para ver a los demás niños.

—Como puede ver, tenemos muchos niños y niñas que quieren un hogar, tenemos desde los más pequeños hasta los más grandecitos.

La señora mientras me relataba me iba señalando uno por uno de los niños que se encontraba en el lugar, camine lentamente viendo como los niños jugaban entre ellos.

A lo lejos pude observar como un niño que se encontraba apartado de los demás me miraba fijamente. Sus ojos eran de un color café oscuro. Me acerque lentamente a él con una sonrisa pequeña, tratando de transmitirle confianza.

 —Hola, pequeño —digo, mientras me agacho para estar a su altura. —¿Cómo estás? Me llamo Án…

—No me interesa cómo te llamas. —El niño me mira fijamente —Y si has venido a adoptarme, te voy diciendo de una que no quiero ir contigo.

No me deja contestar porque se para y se va con los demás niños. Vaya, difícil el muchacho, pero sin duda, a ese niño lo quiero y voy a conseguirlo.

Estando ya de pie, voy donde la señora sin dejar de observar a ese muchacho que se negó a conocerme.

—Vaya, parecer que ya conociste a Roderick.



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En el texto hay: adopcion, romance, vaquero

Editado: 13.01.2021

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