Observo a través de la ventana que da un vistazo hacia el jardín, llevamos dos días aquí. La tranquilidad me ha ayudado mucho bueno un poco.
Mi familia ya está enterada que no estoy en casa, no han parado de llamarme, obviamente le deje un comunicado a Anastasia que les diga que me fui por mi propia cuenta. Para que no alarmen a los policías, no quiero un drama.
De Rodrigo no he tenido señal, aunque es lo mejor. Si me llamará no le contestaría.
—Hey —Roderick llama mi atención. Estos dos días nos hemos acercado un poco. Me conto su pasado en el orfanato, al principio dudo un poco, pero al final se soltó conmigo y eso no sabe cómo me pone muy feliz.
—¿Qué pasa?
—La rara está aquí.
—Roderick te dije que no la llames así, ella ha sido muy amable con nosotros desde que llegamos. —Me dirijo hacia la sala para recibir a Miranda. —Sería muy hipócrita de ti llamarla así.
Roderick me da una mala mirada. —Está bien, lo siento.
Enséñale modales a tu hijo para que sea un buen niño. Listo
—¡Ángela!
Le doy un abrazo a Miranda. No mentía cuando decía que Miranda se había portado muy bien con nosotros. Ha sido un amor. Nos ha enseñado un poco el pueblo, intento que hablara con una de las vecinas, pero no resulto, la muy estirada insultó indirectamente a Roderick y yo como una madre leona saque las garras.
Obviamente fue un alboroto que se corrió la voz y ahora todo el pueblo no me habla. Ilusos.
—Que gusto verte de nuevo Miranda, ¿Qué es lo que te trae por aquí?
—Oh, los vengo a llevar a conocer el rancho.
Frunzo el ceño —¿No era el jueves?
—Cambio de planes. —Miranda coge a Roderick y lo lleva hacia la salida. —Vamos.
El viaje en la camioneta fue en total silencio, mi mirada estaba fija en la ventana observando el camino. A lo lejos se podía ver varios árboles, algunos animales y más árboles.
—Estamos llegando —habló Miranda.
Me acerque más a la ventana y la estancia comenzó a asomarse a mis ojos. Divisó un par de caballos y varios hombres que se giraban a ver la camioneta. Miranda detuvo el auto.
Roderick sonrió emocionado y sin dudarle se bajó. Mis pies tocaron el firme suelo de mármol de la entrada de la mansión. Miró algo embobada aquella casa. No imaginaba que Miranda pudiera vivir en una lujosa casa, sin duda era más hermosa que la suya. El aire fresco golpeó su rostro. Respiro profundamente mientras cerraba los ojos. Era la primera vez que se sentía libre.
—Y bien, por dónde quieren comenzar, por la casa o ver el establo.
—¡Por el establo! —chillo Roderick.
—No se diga más, vamos a ver los caballos.
Alguien se aclaró la garganta.
—Srta. Miranda su hija la solicita en este momento, dijo que era importante su presencia.
—Está bien, puedes llevarlos al establo hasta mientras.
—Claro Srta. Yo los llevare.
—Ángela. Este es James Trace, es el hombre de mantenimiento, pueden llamarlo cuando sea, si necesitan una mano con algo es más ahorita puede ayudarlos con los caballos para que den un paseo en ellos.
—Espera —Interrumpo su caminata antes que se aleje —He escuchado de muchas personas que han montado caballos diciendo que si el caballo no te tiene confianza jamás te dejara montarlo, ¿crees que tus caballos nos dejaran montarlo?
Y era verdad, una de las razones que no me atrevía era por esas, he visto muchos videos en donde personas salen volando hasta incluso los caballos los han pateado. No quiero que eso nos suceda a nosotros, especialmente a Roderick, se lo ve muy emocionado, sería una lástima que después se lleve una decepción.
—Posiblemente —dijo Miranda y eso no me tranquilizo para nada —pero no te preocupes mientras ellos no huelan tu miedo no pasara nada. —Hace una pausa y me da una mirada confusa —Ahora que lo pienso ¿No les tienen miedo a los caballos?
—¡Claro que no! —digo sonriendo.
Miranda meneó con la cabeza.
—Como sea, James llévalos a los establos, por favor.
Veo como se aleja y James nos hace una seña para que lo sigamos, en el camino James nos iba explicando un poco de lo que se trataba su trabajo, también nos iba enseñando los alrededores que tenía el rancho. A lo lejos había un arroyo donde el ganado bebía y pastaba. En el camino nos topamos con varias construcciones que el indico que estaban construyendo una pequeña cabaña por cualquier emergencia.
Había lugares donde el terreno era irregular y Roderick tenía que darme la mano para ayudarme a caminar ya que andaba con tacones y no quería dar un show si me caía.
—Bien, aquí es donde guardamos a los caballos. —Nos abrió la puerta —La mayoría están afuera practicando o los están bañando.
—¿Practicar? —Roderick se acercó a James olvidándose de mí, bueno puedo aceptarlo, la emoción que siente no se la puedo quitar.
Entro con cuidado al establo. Aquel suave olor a alfalfa y animal me entro rápidamente por la nariz. Escucho los sonidos de los caballos y miro a los que estaban guardados. Comienzo a caminar, pero rápidamente me doy cuenta que caminar aquí con tacones es imposible. Las pajas que estaban esparcidas por el suelo hacían que el tacón se hundiera. Así no podía caminar. Resignada me quitó los molestosos zapatos.
Para colmo había perdido de vista a James y a Roderick.
¿Debería preocuparme?
Observe a los caballos que se acercaban a la puerta de sus cubículos cuando pasaba, no me atrevía a tocarlos, se veían indefensos, pero aun así podrían lastimarme.
Me detuve cuando vi un cubículo vacío, me acerqué lo suficiente para darme cuenta que en realidad no estaba vacío. Había un caballo, pero aquel se encontraba en el suelo, estaba delgado y tenía una pata enyesada. Lo miro con tristeza desde aquí podía verlo como le costaba mucho respirar.
—Se fracturo en medio de un salto —Giré tan rápido que perdí el equilibrio y me caí en medio de un paquete de paja. Pude observar al hombre que hablo recientemente dirigir a uno de los caballos hasta el cubículo de enfrente, luego cerró la puerta y le dio un par de palmadas antes de girarse a verme.