En busca del Amor

Capítulo XIV

De pie, la observo revolverse entre las sábanas de la cama. Me apoyo contra la pared y me cruzo de brazos. Recuerdo lo que paso anoche, después que mis hombres se encargaran del cuerpo fui a hablar con el otro.

Pero no quiso hacerlo.

Así que no tuve más opción.

No es la primera vez que pasa esto, pero aun así bajé la guardia lo cual no debí hacerlo.

Miranda me pidió de favor que despertará a Ángela y Roderick y aquí estoy, esperando que la chica de cabellos castaños se despertará.

Sacudo mi cabeza para que los cabellos rebeldes que pican en mis ojos se dispersen un poco.

Cojo una postura recta cuando me fijo que empieza a despertarse. Tarda un poco en darse cuenta que no está sola.

—¿Se puede saber qué haces en mi habitación?

Me fijo cuando se sienta sobre la cama, su cabello revuelto y ni una gota de maquillaje. Algo tengo que admitir, y es que Ángela recién levantada se ve ardiente.

—Miranda me pidió que te despertara para que bajes a desayunar.

—¿Pero no me despertaste? Te quedaste viéndome, eso es acoso.

Es imposible no soltar una carcajada.

—Ya. —Asiento—. Arréglate, los están esperando en la mesa. —Salgo de la habitación y la puerta detrás de mí.

Encuentro a Roderick por medio camino.

—Hey, niño ¿Cómo te sientes? —Ladeo mi cabeza sonriendo. Le pongo una mano en su hombro y agrego: —Te apetece acompañarme hoy a recibir los nuevos caballos que compre ayer.

—Claro. Me gustaría —rio suavemente, mirando alrededor del pasillo menos a mí. Lo cual eso me desconcertó un poco.

—Bueno, vayamos al comedor.

Nos dirigimos a la cocina e inspecciono el comedor, todos ya se encuentran sentados, esperándonos. Mi hermana se había esmerado demasiado en el desayuno.

—Buenos días ¿Cómo dormiste Roderick? —oí la voz de Alberto, mi cuñado.

—Bien, gracias por preguntar.

—Buenos días. —La voz de Ángela se hace presente. La observo disimuladamente. El pantalón vaquero no le quedaba nada mal, su blusa a cuadros roja. No esperaba que su hermana y Ángela fueran de la misma talla.

Elevo la taza a mi boca y sorbo un poco de té.

Se sentó a un lado de Roderick.

—Así que por fin tengo el honor de conocer a los nuevos vecinos —Alberto comento sirviéndose café.

—Se quedarán por un tiempo. —Miranda responde.

Me quedo mirando la taza de té. Mis dedos jugueteando con el asa de porcelana. Choco mis anillos contra ella creando pequeños sonidos.

—Pues bien, ¿cómo te está yendo con las cuentas del rancho, hijo? —Levanto mi vista para observar a mi padre, Roberto.

—Bien. Tengo que verificar unas cosas, que las compras que hemos hecho cuadren y que nadie se haya robado nada —comenté tranquilamente.

—Eso es bueno cuñado, aunque ayer escuche que te descalificaron del rodeo ¿Por qué?

Los ojos de Alberto se iluminaron, no era un secreto que el sentía a veces envidia de lo que yo lograba.

Le eché un pequeño vistazo a Ángela y Roderick que guardaban silencio, pude ver como se tensaban un poco. Lo que había pasado ayer me encargue de mantenerlo todo en silencio, no quería que se regara el chisme. Solo los sabíamos mis hombres, mi hermana y yo.

Sabía que mis hombres me eran leales así que no me preocupaba tanto por ellos.

—Si —dije sin dudar —. Pero no me interesaba mucho.

—¿Cómo? Si eso es vida muchacho —me extraño que mi padre dijera eso.

Poniendo mi espalda recta como si aquella acción me hiciera comprender mejor las cosas—. ¿A qué te refieres?

—Bueno, verte competir en eso me hace acordar mi juventud. Además, verte que andas de cama en cama —se ríe—. Ya estas grandecito, Tyler. Recuerdo cuando era joven como tú, no perdía nunca el apetito, y no me refiero a la comida.

Me siento incomodo, saber que Ángela y Roderick están escuchando esta conversación no me agrada.

»Te hago una pregunta hijo ¿no crees que ya disfrutaste mucho tu vida sexual? Ya es momento de madurar y unirse a alguien. No te he visto en ninguna relación seria.

—Padre, yo decidiré cuando unirme a alguien —digo, relamiendo mis labios.

—Tu jovencita, ¿no te agrada mi muchacho? Pueden ser el uno para el otro.

Frunzo mi ceño y creo un gesto de repulsión.

Iba a replicar, pero Ángela se me adelanta. —Que amable señor, pero estoy comprometida, así que no lo creo.

Roderick escupe el té que estaba tomando.

—¡Ay Dios! —Miranda se levanta para limpiar.

—Lo siento.

Doy una respiración profunda y suelto una risa amarga.

Joder.



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En el texto hay: adopcion, romance, vaquero

Editado: 13.01.2021

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