En busca del Amor

Capítulo XVI

—Estoy bien, no te preocupes, solo fue un pequeño raspón. —Le digo a Annie quitando mi brazo, pero ella intenta tomarlo de nuevo, pero no la dejo.

Annie me frunce el ceño.

—Sea un pequeño raspón igual hay que desinfectarlo, no sabes la cantidad de virus que puede haber en el ambiente —ironiza la última frase alzando sus brazos al aire.

En eso tiene razón. Pero ya he perdido la cuenta de las veces que me paso el algodón mojado con alcohol sobre mi pequeña herida.

Después que la… dama me haya empujado, mi brazo sufrió un pequeñito accidente, al principio no sentía nada, pero después llegue a sentir mojado y al mirar me di cuenta que era sangre, no se cual objeto fue el causante. Annie al ver que mi brazo sangraba un poco corrió a auxiliarme.

Y si, aquí estábamos en el pequeño sofá de su hacienda, la televisión se encontraba encendida, Annie la puso para que nos distrajéramos un poco después de que haya “desinfectado” mi herida.

Observo la hora en el pequeño reloj que está pegado en la pared a un lado del televisor. Muerdo el interior de mi mejilla al fijarme que son las cuatro y media. Ángela se está demorando demasiado.

¿Qué está haciendo como para que se retrase?

—Estoy hambriento —hago que mi cuerpo se deslice lentamente en el sofá.

Annie me mira y se acerca un poco a mí.

—Mamá preparo la cena, seguro habrá guardado algo para ustedes —hace una pequeña pausa —además puedo darte de comer.

La miro extrañado, ¿cómo que darme de comer? Creo ser lo suficientemente grande como para que me estén dando de comer. Me incorporo en el sofá, paso mis manos por mis vaqueros desgastados, de repente estoy nervioso.

 —¿Cómo que darme de comer? No crees que es eso ridículo.

—No lo creo, además mi mama me dijo que así es como enamoró a papa, dándole de comer. —Annie se cruza de brazos.

Me quedé estupefacto un rato, tratando de entender sus palabras, hasta que un clic vino a mi cerebro dándome cuenta de lo que decía.

Me acerco más a ella, pongo mis manos delante de ella, como si le fuera a hablar a una niña de cuatro años.

—Creo que tu madre no se refería a la comida, sino a otra cosa.

Sus ojos brillan dándome a entender que quiere saber que es, y no me equivoco.

—Entonces ¿a qué se refería?

—Oye, no te voy a hablar de eso, después le irán con quejas a Ángela diciéndole que te dañe tu inocencia.

En el orfanato había una chica que se la pasaba hablándonos de sexo, las superiores nunca se enteraron, el motivo, no sé. Así que estoy medio experimentado en esto.

—No se lo contare a nadie, es más… —Annie alza su dedo meñique y lo extiende hacia mí —entrelaza tu dedo con el mío, así haremos una promesa.

Le doy un manotazo a su mano.

—Ni loco.

—¿Por qué no? Le diré a mi tío, y él te obligara a decirme.

—Puede, y más teniendo a tu padre de tu lado —la miro y me doy cuenta que ha bajado su cabeza. ¿He dicho algo malo? Muerdo el interior de mi mejilla sin saber qué hacer, despacio le pongo una mano en su hombro. —¿Qué pasa?

—Mi padre es muy distante conmigo, nunca me ha demostrado amor es más ni se acuerda de mi cumpleaños —su voz se nota afligida que la trate de disimular después con una tos.

Me quedo callado porque no tengo palabras para eso ¿Cómo darle consejos cuando nunca he tenido padres? Mis padres me abandonaron, admito que me dolió cuando una de las supervisoras me lo dijo, admito que siempre esperaba verlos aparecer por esa puerta y abrazarlos, admito que intente buscarlos secretamente. La ilusión de un niño.

Pero deje de hacerlo, deje de ilusionarme con que algún día ellos iban a venir por mí, deje de creer en el amor que los padres te dan.

Por lo menos Annie tiene el amor de su madre.

—Pero seguro está presente, aunque no se acuerde. —Trato de hacerla sonreír, pero lo único que consigo es una mueca.

—No, siempre pone excusas que tiene que salir.

—Bueno, él se lo pierde sabes.

Me coge de sorpresa que se abalance sobre mí a abrazarme, la sujeto, pero eso no impidió que ambos cayéramos en el suelo en una postura incomoda.

Ella encima mío abrazándome, mientras yo luchaba por no morir asfixiado.

—Gracias Roderick por ser mi amigo —su aliento me causa cosquilla, tiene metida su cabeza en mi cuello por lo tanto eso hace que sienta pequeñas cosquillas.

—No hay de que —mi voz sale ronca, carraspeo un poco para que no se note. Me incorporo haciendo que Annie se mueva a un lado.

—Podemos ir a jugar o no sé lo que quieras.

Me gusta pasar mi tiempo con Annie, es una niña hermosa, la más hermosa que he visto, me agrada. Es la primera persona que he querido cerca, pero a veces si me abruma un poco.

No me gustan los abrazos, eso no va a cambiar nunca, ella es de las que abrazan todos los días, a cada rato y me gusta, pero otras veces no.



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En el texto hay: adopcion, romance, vaquero

Editado: 13.01.2021

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