En busca del Amor

Capítulo XVIII

Era demasiado sofocante el calor para ser apenas las diez de la mañana y agradecí por llevar unas gafas o mi cabeza explotaría. A lo lejos, ante uno de los galpones observe a Juana que platicaba animadamente con Archie, su hijo.

Juana ha estado viniendo esta semana muchas veces al rancho, no es que me desagrade, pero no podía hacer bien mi trabajo si la tenía como chicle a lado mío. Es una buena mujer, la quiero, pero como amiga obviamente, no la veo para algo serio. No era un secreto para los del pueblo que Juana me quería como esposo y padre para su hijo, pero siempre le dejaba las cosas claras cuando se desviaba del tema.

Archie le caía bien para que negarlo, es un buen niño, ayudaba mucho en el rancho, es uno de los mejores jinetes, ventajas de tener familiares dueñas de un rancho. Martha era dueña del rancho vecino, andaba en busca de alguien que la ayude a administrar, yo la ayudo un poco, cuando estoy desocupado.

Pero a pesar de todo, me gusta estar con ella, su compañía es muy agradable cuando estamos en la cama, pero aun así no deseo formalizar una relación con ella.

No la veo como la madre de mis hijos.

—Aquí estás, te he estado buscando por todo el rancho —Miranda se posa a un lado mío.

—Mierda —gruñí, sobresaltándome, pues no la había sentido.

—¿Qué te pasa? —pregunto, sonriendo, haciéndose la inocente.

—No pasa nada —digo y ella se ríe un poco—. Andando, tengo prisa.

Saqué mi móvil de mi bolsillo trasero y enarqué una ceja al observar que tenía varios mensajes y llamadas perdidas de un número desconocido.

¿Quién podría ser?

Habían pasado veinte minutos y debíamos apurarnos si deseábamos que todo saliera bien. Era viernes y en vez de estar con los muchachos administrando los terrenos que pensaba comprar en un futuro, estaba con mi hermana haciéndole un favor.

Le había dicho a Miranda que teníamos que salir temprano, pero supongo que se olvidó.

—Que no se te olvide que tienes que estar presente en la fiesta que haré.

—No te preocupes, estaré ahí. —Le digo poniendo en marcha el todo terreno para ir al pueblo.

—Siempre dices lo mismo cuando hago una fiesta, pero al final nunca apareces —refuta, cruzándose de brazos.

Giré un poco mi vista para verla un rato y después volví a mirar hacia la carretera. Resoplé porque sus palabras tenían toda la verdad, cuando ella hacia sus fiestas siempre le prometía asistir, pero nunca lo hacía. ¿El motivo? Sus amigas. Al principio me pareció muy halagador ver como mujeres se derretían por mí, pero después se tornó tedioso. Así que deje de asistir a sus fiestas.

Amo las fiestas especialmente si son de celebrar un día especial con mi familia. Últimamente me he aislado de todos.

Noto como hace un puchero con sus labios al ver que no obtiene una respuesta de mi parte. Sonrío por eso.

A medio camino detengo el carro frente a una tienda de donas, Miranda insistió en querer unas y quien soy yo para negárselas.  Compro un par de docenas y media, le tiendo la caja a Miranda la cual no duda ni un segundo en devorarlas. Me ofrece una, pero niego, no me gusta las donas.

Cuando llegamos, Miranda es la primera en bajarse para después apurarme. Negando con la cabeza cierro la puerta, me acerco a Miranda y comenzamos a caminar.

Caminamos un par de horas más entrando a un par de tiendas en busca de los accesorios que Miranda necesitaba para su fiesta, también nos estábamos demorando porque le estaba comprando ropa a Annie. Estaba muy seguro que podía comprarla en otro momento, pero justo prefirió que sea hoy.

Me apoyé sobre el mostrador esperando que Miranda pagara sus compras, ya que la muy bandida no quería que yo las pagaras. En ese momento aproveche para mirar un poco el lugar. Cerré mis ojos cuando un fuerte dolor invadió mi cabeza. Maldije un montón de veces mientras ponía mis manos en mi cabeza para intentar aligerarlo un poco.

—Tyler ¿estás bien? —masculla Miranda, preocupada.

Abro los ojos un poco molesto, no por ella, sino por el dolor que estoy sintiendo.

—Estoy bien —le respondo.

—No te ves bien, habla conmigo hermano —se queja, pero termino ignorándola.

—Ese sombrero le quedaría bien a Annie —indico uno negro con un dije sobre el ala, Miranda me observa, sabe lo que estoy haciendo, pero aun así no dice nada, al final termina cediendo haciendo como que si nada paso.

Al salir nos dirigimos a un pequeño restaurante que ofrecía comida rápida. Ordenamos unas hamburguesas con patatas fritas y unas gaseosas. Con nuestras bandejas sobre la mesa, empezamos a devorar la comida.

Agarré una patata frita para darle un mordisco y masticarlo lentamente, ya que me encontraba sumido en un pequeño detalle que vino a mi mente. Observo a Miranda, está bien gustosa tomando su gaseosa.

¿Si le pregunto no se verá sospechoso?

 Suspiré y empecé a revolver las patatas, la hamburguesa empezó a saber horrible en mi boca y la deje a un lado.



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En el texto hay: adopcion, romance, vaquero

Editado: 13.01.2021

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