— ¿Estás bien? — Me volvió a preguntar Carson.
Tras la ceremonia repartieron copas de champán y aperitivos, y yo había acabado mi copa muy rápido.
— Sí. — Mentí.
No, no estaba bien. Miré a mi prima Charlotte, lucía especialmente feliz y no dejaba de agarrarse al brazo del novio, mi jefe. Charlotte me vio y con ella atrajo a su ahora esposo hasta mí.
— Ramona. — Me abrazó y yo solo miré a su esposo.
El hombre que me hizo creer que le interesaba hasta que un día le presenté a mi prima y me cambió por ella.
— Felicidades. — Recuperé el sentido cuando a mi lado Carson felicitó a Spencer.
Charlotte me dejó de abrazar y miró a Carson mientras su marido le estrechaba la mano sin saber de quién se trataba.
— Gracias. — Dijo Spencer y preguntó a Charlotte. — ¿Es amigo tuyo?
Charlotte negó con la cabeza, igual de pérdida que él.
— Es mi pareja en la boda. — Hablé rápidamente.
— Y su pareja en la vida. — Añadió Carson, con una sonrisa.
— Espera, ¿eres Carson? — Se sorprendió Charlotte.
Un rubor apareció en las mejillas de mi prima.
— El mismo. Ha pasado mucho tiempo, Charlotte. — Le respondió Carson y me quedé mirándolo.
Por su templanza, parecía que ya no le impresionaba tanto Charlotte como en el pasado.
— Casi no te reconozco. — Mi prima rió nerviosa y jugó con su cabello. De pronto se acordó de su marido y se volvió a agarrar al brazo de Spencer. — Se me ocurre… — Charlotte me miró y sonrió. — ¿Por qué Carson y tú no os venís al crucero?
— Cariño… — Spencer intentó disuadir a mi prima.
— ¡Vamos! Hay sitio de sobra y me sabe fatal dejar a mi prima favorita fuera de mi luna de miel.
Le sabía fatal solo después de ver el gran cambio físico de Carson.
— No es necesario… — Quise rechazar la invitación.
— ¿Llevas invitados a tu luna de miel? — Preguntó Carson.
— Sí. Es nuestra luna de miel, pero hemos elegido hacer un crucero con nuestros amigos. — Le explicó Charlotte. — Deberíais venir. — Me sonrió y Spencer se soltó de su esposa. — Cariño. — Lo llamó Charlotte, siguiéndolo cuando éste se alejó hacia otros invitados.
Carson me miró entonces.
— ¿Te apetece ir de crucero, cariño? — Me preguntó, se lo estaba pasando genial.
— Será mejor que no. Se lo diré luego a Charlotte.
Miré en la dirección que se marcharon y vi que Spencer no estaba con mi prima. Dejé de mirar cuando sonó mi teléfono móvil dentro de mi bolso.
— Disculpa. — Dije a Carson. — Iré a contestar a un sitio más tranquilo.
— Te espero aquí.
Asentí y caminé hacia una puerta cristalizada.
— ¿Sí? — Descolgué la llamada de mi casero mientras salía al jardín del hotel. — Me pilla en una boda familiar.
No tenía ganas de hablar ahora.
— Lo siento, Ramona. Pero hay una fuga de agua en el piso, los vecinos de abajo me han llamado. — Me explicó el casero.
— ¡¿Qué?!
— He entrado con mi llave, te habías dejado el grifo de la cocina abierto.
— Ay, no. — Me podía imaginar cómo estaría todo. — Lo siento mucho, iré corriendo.
— Dices que estás en una boda, ¿no? Quédate. Yo me ocuparé de lo que pueda. Solo te he llamado para informarte.
— De verdad que lo siento. Hoy he estado muy despistada. — Suspiré. — No puedo creer que haya dejado el grifo abierto.
— Habrá que cambiar la madera del suelo. ¿Tienes dónde quedarte unos días?
— ¿Dónde quedarme… ? — Miré dentro de la sala. Carson estaba rodeado de algunas mujeres mayores de mi familia. — Veré que hago. — Contesté a mi casero.
— Está bien. Hablamos luego.
— Sí. Gracias por encargarse.
Estaba por entrar al salón de fiestas cuando me crucé con Spencer que salía a fumarse un cigarro.
— ¿No que estabas muy enamorada de mí? Primero coqueteas con Jasper en el restaurante y ahora apareces con ese tío. — Me apuñaló directamente con sus palabras.
— Ya ves. He pasado página. — Dije, haciéndome la dura.
No había pasado ninguna página, lo intenté, pero no había funcionado. Jasper me dejó tirada cuando prometió venir conmigo a la boda de nuestro jefe.
Iba a marcharme, pero Spencer me agarró del brazo y me acercó a él de un empujón.
— Ni se te ocurra subir en el crucero con él.
— Mi prima Charlotte nos ha invitado…
— ¡Ramona!
La rabia lo consumía, hasta me pareció escuchar un chirrido de sus dientes.
— Spencer. — Le sonreí. — Hoy estás muy guapo. Me alegro de que todo te haya salido tan bien con Charlotte y que ahora seas parte de nuestra familia. — Agarré su brazo, liberándome de su mano y caminando hacia dentro. Mis pasos me llevaron sin detenerse hasta Carson, al cual agarré del brazo con la mayor de las confianzas mientras les mostraba a mis tías una cara simpática. — Lo siento, tías, necesito llevarme un momento a mi novio. — Me disculpé con ellas y me marché con Carson.
— Ramona. — Me llamó Carson. Nos paramos junto a una de las paredes. — ¿Qué ha sido eso?
— Me gustaría ir a ese crucero. ¿Crees que puedas soportar fingir ser mi pareja un poco más? — Hablé, temerosa de su negativa.
— Claro. No es algo tan desagradable. — Me guiñó un ojo y se interesó por mí. — Pero, ¿ha pasado algo para que cambies de opinión?
— Mi piso se ha inundado. Mi casero dice que debo buscar un lugar para quedarme por unos días.
— ¿Es eso? — Pareció aliviado.
— ¿Qué creías que era?
— Te he visto fuera hablando con el marido de tu prima. No estoy seguro, pero me ha dado la impresión de que pasaba algo entre vosotros.
— Spencer. Bueno, él…
Era patético decir que me cambiaron por Charlotte.
— Perdona. — Carson me sonrió. — Quizás me estoy metiendo donde no me llaman…
— Spencer es el dueño del restaurante en el que trabajo. Nos llevábamos bien, salíamos a tomar o a cenar después de cerrar el restaurante y siempre terminamos en su casa o en la mía, ya te puedes imaginar… — Bajé la cabeza con vergüenza y empecé a pellizcarme los dedos juntos a las uñas. Una maldita costumbre que tenía, pellizcarme hasta hacerme sangre. — Un día le presenté a Charlotte cuando nos encontramos con ella en un bar y desde ese día todo cambió entre nosotros.