En busca del amor

6. Los riesgos de no saber nadar

Hace algún tiempo fui con Spencer a un fin de semana en un hotel con playa.

Ese día, el agua estaba tan clara que no quise dejar pasar la oportunidad de sentirla. Ni siquiera había entrado hondo, el agua solo cubría hasta mis rodillas…

— ¿Qué estás haciendo? — Me interrogó Spencer, asustándome al agarrarme abruptamente de un brazo. — Te dejo sola por cinco minutos y pretendes ahogarte.

Me tuve que reír.

— Solo quería sentir el agua. — Le dije y miré en dirección a nuestra toalla en la arena. — ¿Has comprado los helados?

— Sí. Pero los he dejado caer cuando te he visto en el agua. Menudo susto me has dado. — Lo observé a él y Spencer me dijo. — Te enseñaré a nadar, hasta entonces, no entres al mar sin mí.

Realmente llegué a pensar que teníamos algo especial.

Agarrada al borde de la piscina, observé a Spencer que ponía crema solar en la espalda de Charlotte.

— Tonta, tonta e ilusa. — Me dije y miré a Carson a mi lado. — ¿De verdad puedes enseñarme a nadar? — Le pregunté.

— Claro. — Respondió.

Me agarré entonces con una mano a uno de sus hombros y me desplacé hacia él, aferrándome.

— No dejes que me ahogue. — Me reí nerviosa y Carson lo meditó.

— ¿Del uno al diez, cómo de importante eres para mi hermana?

— ¿Vas a valorar así mi vida?

— Lidia escribe suspense, cuando leo sus libros me pregunto de dónde saca todas esas ideas.

— Te podría asesinar y descuartizar si dejas morir a su mejor amiga. — Me agarré las manos por detrás de su nuca y me asusté con el movimiento de nuestros cuerpos dentro del agua. — ¡Carson! — Chillé, cual niña asustada.

Carson se rió.

— Tranquila.

Sentí sus manos donde acababan mis posaderas y cómo por instinto, mis piernas rodearon su cuerpo. Nuestros cuerpos quedaron pegados y nuestras caras muy próximas.

— Esto es divertido. — Dije. Carson giró la cabeza para darme un beso en la comisura de los labios y después otro directamente en ellos. — Ahora aún más… — Me hizo sentir que flotaba en una nube y pegamos nuestros labios.

Besar a Carson se sentía agradable, dulce y mágico.

— ¡Eh! — Gritó alguien y estaba tan metida en mi mundo que solo reconocí quien fue cuando Carson miró y me vi obligada a hacerlo también. — ¡A follar a otro lugar! — Spencer lo gritó desde el borde de la piscina, con la cara encendida por la ira.

Charlotte miraba incrédula desde la tumbona.

— No estamos haciendo nada indebido. — Carson nos defendió, ayudándome a llegar al borde.

Miré a Spencer justo encima nuestras. Se le había ido la pinza. Todos en la cubierta miraban, dejando de disfrutar.

— Eso lo decidiré yo. — Habló Spencer.

— Oye, ¿qué problema tienes? — Le preguntó Carson, saliendo de la piscina y encarando a Spencer.

Charlotte abandonó rápidamente la tumbona y se acercó a su marido.

— Todo el mundo te mira, puedes calmarte. — Le exigió Charlotte.

Le preocupaba tanto lo que los demás pensaran que pese a estar molesta, sonreía para aparentar que no pasaba nada.

— ¡Estoy calmado! — Gritó Spencer.

— No lo parece. — Lo provocó Carson. Luego me tendió su mano para ayudarme, haciéndome salir de la piscina sin que realmente yo tuviera que esforzarme demasiado. — Vayamos a otro lugar. — Me dijo, abrazándome por la espalda a modo de protección.

Asentí en silencio y nos íbamos a ir cuando Spencer golpeó a Carson con el puño en la cara, por lo que perdí el equilibrio y acabé cayéndome a la piscina.

Intenté nadar, pero por mucho que movía los brazos y las piernas solo me hundía. Lo último que vi fue a Carson y Spencer saltar a la piscina a la vez.

Cuando el agua brotó de mi garganta comencé a toser.

— Ya está, ya está.

Reconocí la voz de Carson, calmándome, al tiempo que me ayudaron a girarme para escupir toda el agua.

Mi corazón latía con pánico. Había creído que ese sería mi final.

— ¿Estás bien? — Me preguntó Charlotte.

Levanté la mirada, todos me miraban, y Spencer estaba de pie a su lado.

— Sí. — Dije.

Charlotte puso cara de alivio y luego al irse golpeó a Spencer en el brazo. Él me miraba fijamente, pero siguió a su esposa tan pronto ésta se marchó.

Carson me apartó el cabello de la cara.

— ¿De verdad estás bien? — Me preguntó.

— Sí.

Lo abracé.

Mi cuerpo temblaba de miedo, pero Carson lo confundió con frío y pidió una toalla. Me envolvió con ella y se levantó cargando conmigo.

— No te acerques a él. — Habló Carson.

Lo miré sentado en el borde de la cama a mi lado, no me miraba, miraba sus manos que se agarraban entre sí.

— Ha sido un accidente. — Dije, envuelta en una manta.

Podía parecer que lo hacía, pero no lo estaba defendiendo. Spencer perdió el control y golpeó a Carson, que yo acabara en la piscina fue solo fatal consecuencia.

— Puedes hacerme el favor de no acercarte a él mientras estemos a bordo. — Me rogó Carson, en esa ocasión mirándome.

— ¿Solo mientras estemos a bordo? Puedo hacer eso. — Sonreí, no tomándolo demasiado en serio. Carson respiró tan profundo que me arrepentí. — De verdad que no lo ha hecho a propósito, no es de ese tipo de personas.

Me incorporé y le acaricié la cara golpeada. Carson me agarró la mano y me besó impulsivamente en los labios.

— Ramona yo… — Carson me miró a los ojos. — No quiero mentirte…

— ¿Mentirme?

Llamaron a la puerta.

— Somos Angelo y yo, ¿podemos pasar? — Escuché la voz de Melody al otro lado de la puerta.

Carson fue a abrir y me acomodé en la cama. Sonriendo avergonzada cuando mis dos primos entraron.

— ¿Cómo estás? — Me preguntó Angelo, que se paró junto a la cama y me tocó la cabeza.

— Pensé que moriría ahogada. — Bromeé.

— Imposible. — Dijo Melody, que saltó a la cama, olvidándose de que llevaba un bebé dentro. — Spencer y Carson saltaron a la piscina para socorrerte. Casi se matan por llevarse el mérito. — Melody sonrió mirando a Carson a los pies de la cama. — Fuiste el ganador.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 17.09.2025

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