En busca del amor

9. Daño intencionado

En la cena de esa noche, la silla que debía ocupar Carson a mi lado estaba vacía. La miré con frustración y deseos infinitos de llorar.

«O ella o yo. ¿Cómo se me ha ocurrido que la respuesta iba a ser yo?», pensé.

Después de ponerlo en la obligación de elegir entre Charlotte y yo, Carson me miró lo más serio que nunca lo había visto.

— Entonces ninguna. — Contestó, decepcionado, y miró la tableta de pastillas en su mano. — Gracias por la medicina.

En solo segundos, Carson recogió su macuto y atravesó el umbral de la habitación.

Los ojos se me llamaron de lágrimas al recordarlo.

Me bebí toda una copa de champán y miré a Spencer y Charlotte. De pronto, los dos parecían realmente una pareja de enamorados en su primera semana de casados. Charlotte volvía a agarrarse al brazo de su esposo y a sonreírle. Spencer ya solo tenía bromas y carantoñas para ella.

— Es tan injusto. — Murmuré y observé la silla de Carson vacía.

Durante la cena, algunos de los amigos de la pareja hicieron brindis y contaron anécdotas. Más tarde, todos salieron a cubierta. Había tanto bullicio que no podía escuchar ni mis propios pensamientos, cosa que quizás era de agradecer.

No sabía si había metido la pata con Carson para siempre o si podía arreglarlo.

— ¿Te lo estás pasando bien? — Me preguntó Charlotte, cuando las dos y Melody nos paramos al mismo tiempo en la mesa de las bebidas.

— Algo fuerte. — Le pedí al camarero.

Mi petición arrancó una risa en Charlotte. Luego su mano tocó mi brazo.

— Bebe con moderación. Aquí no tienes que conducir, pero sabemos lo que pasa cuando lo haces.

— ¿En serio, Charlotte? — Le reclamé.

— ¿Qué? — Se hizo la sorprendida. — Solo estoy preocupada por mi prima favorita.

— Pensé que yo era tu prima favorita. — Habló Melody y Charlotte la miró molesta.

— Déjame en paz. — Le dije y me marché sin mi bebida.

Estaba cansada. Charlotte era como una rosa, bonita a simple vista, pero llena de espinas que hieren y hacen sangrar. Así era ella, usaba su apariencia delicada y su voz dulce para lanzar las palabras más hirientes que se le ocurría.

Me alejé todo lo que pude hasta apoyarme en el pasamanos de la barandilla. Me faltaba el aire… En mi cabeza reviví esa noche. Mis padres estaban cenando en la casa de unos de mis tíos y mi madre me pidió si podía recoger a mi hermana Sofía de la casa de su amiga. Le dije que sí, pero no mencioné que había estado bebiendo y estaba algo mareada.

— Eh, ¿estás bien? — Me preguntó Melody, parándose a mi lado.

— No.

La verdad es que no podía respirar bien. Y cuanto más lo intentaba más me ahogaba.

— Ten, bebe esto. — Dijo Melody y abrió una botella de agua antes de extenderla hacia mí. — Charlotte me ha pedido que te la traiga, está preocupada por ti.

Miré a Melody con la botella de agua y luego observé alrededor. En un punto de la cubierta, Spencer abrazaba a Charlotte mientras ella sonreía y me miraba.

— No quiero nada de ella.

Golpeé la botella y caminé para entrar al barco, parándome cuando escuché un fuerte estruendo en el cielo. Hubo una gran exclamación por parte de todos y levanté la mirada para ver desaparecer las luces de un fuego artificial. A ese primer fuego le siguieron otros y me llevé las manos a la cabeza.

Intenté caminar para irme de la cubierta, pero alguien chocó conmigo al pasar corriendo por mi lado.

— Cuidado. — Escuché una voz familiar y sentí como me ayudaron, pero nada más.

Cuando desperté me encontraba en la cama y, por la luz que entraba por la ventana, estaba amaneciendo.

— ¿Me desmayé? — Me pregunté.

Me giré en la cama y vi a Carson durmiendo en un sillón, con las piernas estiradas y la cabeza hacia atrás. Salí de la cama y caminé hasta estar a un costado del sillón.

Vi sus párpados moverse y de un momento a otro abrió los ojos. Al verme, se incorporó rápidamente.

— Ramona.

— ¿Fuiste tú? ¿Tú me ayudaste anoche en cubierta? — Le pregunté.

Carson asintió.

— Siento haberme enfadado y haberte dejado sola. ¿Estás bien? Anoche no lo parecías y… — Me señaló el costado derecho. — ¿Cómo sigue?

— ¿Cómo sigue, qué?

Me miré allá donde él señaló y Carson acercó sus manos a mí.

— Permíteme.

Carson me levantó con cuidado la camiseta que llevaba puesta, descubriendo que tenía un gran hematoma entre la cintura y la cadera.

— ¿Qué me ha pasado? — Me asusté.

— Te empujaron en la cubierta y chocaste contra la barandilla. — Dijo con enfado. — No hay caballeros en este barco. — Me tocó suavemente.

— Carson… — Susurré, sin aire.

— ¿Te duele? — Alejó su mano, mirándome a los ojos.

— Siento cosas, pero no dolor.

Carson tardó unos segundos, pero finalmente sonrió y asintió.

— No deberías decirle esas cosas a un hombre mientras estás en braguitas frente a él.

— Bra… — Bajé la mirada y lo siguiente que bajé fue mi camiseta.

Por algún motivo, quien me había cambiado de ropa no vio necesario ponerme la parte de abajo del pijama.

Carson se rió y se levantó.

— Me alegra ver que estás bien. Ayer me asusté mucho. Estabas muy nerviosa y no respirabas bien. Busqué ayuda en la enfermería, pero no quedaba ningún relajante.

Me acordé de ver a Melody en la enfermería por el día, supuestamente, consiguiendo unos tranquilizantes para que Charlotte pudiera descansar.

— Como no… — Susurré y me senté en el brazo del sillón. — No recuerdo nada. Solo estar en cubierta y los fuegos artificiales…

— Tu prima Melody dijo que les tienes miedo, ¿es así?

Asentí muy despacio… En mi cabeza todo estaba grabado como un escenario traumante. Mi coche quedó boca abajo tras un choque cuando volvía a casa de recoger a mi hermana pequeña. Y ella, Sofía, quedó inconsciente en el asiento del copiloto.

— Esa noche era Nochebuena y se lanzaron muchos fuegos artificiales, los vi mientras esperaba a los servicios médicos. — Le conté a Carson. — Desde entonces no soy capaz de verlos y oírlos sin entrar en pánico.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 03.09.2025

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