En Búsqueda de la ciudad perdida de los Zalazares

Capítulo 2: La propuesta

Elanor cogió la carta que le ofrecía Bilbo con manos temblorosas. La abrió y leyó el contenido. Era una invitación formal, escrita con una caligrafía elegante y firmada con un sello de cera. Decía así:

Estimada Elanor,

Me dirijo a usted con el fin de invitarla a formar parte de una expedición de gran importancia y peligro. Se trata de la búsqueda de la ciudad perdida de Zalazar, la antigua capital de los zalazares, un pueblo misterioso que desapareció hace siglos, dejando tras de sí solo ruinas y leyendas.

La ciudad de Zalazar se dice que se encuentra en el corazón de la Selva Negra, una vasta y salvaje región al sur del reino de Valyria. Según las antiguas crónicas, la ciudad era una maravilla de arquitectura y magia, donde los zalazares vivían en armonía con la naturaleza y poseían un gran conocimiento y poder. Se dice que en la ciudad se esconde un gran tesoro, el cual podría cambiar el destino del mundo.

La expedición está organizada por el Instituto de Exploración y Aventura, una prestigiosa institución dedicada al estudio y la difusión de las culturas y los lugares desconocidos del mundo. El Instituto ha seleccionado a un grupo de expertos y aventureros para llevar a cabo la misión, entre los que me encuentro yo mismo. Sin embargo, nos falta un miembro, y ese miembro podría ser usted.

He elegido a usted por su talento y su pasión por la historia antigua, especialmente por la de los zalazares. Recuerdo haberla visto en mi conferencia hace dos años, y haber quedado impresionado por su interés y sus preguntas. Creo que usted tiene el potencial y la curiosidad necesarios para afrontar este reto, y que podría aportar mucho a la expedición.

Por supuesto, la decisión es suya. Si acepta, deberá estar preparada para abandonar su vida actual y embarcarse en una aventura llena de riesgos y sorpresas. Si rechaza, no le guardaré rencor, y le desearé lo mejor en su futuro. Sea cual sea su respuesta, le ruego que me la comunique lo antes posible, pues el tiempo apremia.

Espero tener noticias suyas pronto. Le saluda atentamente,

Bilbo Bolsón Explorador y aventurero Miembro del Instituto de Exploración y Aventura

Elanor terminó de leer la carta y levantó la vista. Bilbo la miraba con expectación.

  • Bueno, ¿qué me dices? - preguntó el halfling. - ¿Te animas a venir conmigo a la búsqueda de la ciudad perdida?

Elanor sintió un nudo en la garganta. La propuesta de Bilbo era tentadora, pero también aterradora. ¿Cómo iba a dejar su vida, su universidad, su biblioteca, para irse a una aventura desconocida y peligrosa? ¿Qué dirían sus padres, sus profesores, sus compañeros o su…? ¿Qué pasaría si algo salía mal, si se perdía, si se hería, si moría?

Pero, por otro lado, ¿cómo iba a rechazar una oportunidad única, una oportunidad de cumplir su sueño, de ver el mundo, de descubrir sus secretos, de vivir una historia? ¿Qué diría su corazón, su mente, su espíritu? ¿Qué pasaría si se arrepentía, si se quedaba con la duda, si se aburría, si se moría de ganas?

Elanor miró a Bilbo, que seguía esperando su respuesta. El halfling tenía una expresión de confianza y entusiasmo, como si supiera que ella iba a aceptar. Como si supiera que ella era la persona adecuada para la misión. Como si supiera que ella tenía algo especial.

  • Bilbo, yo… - empezó a decir Elanor, pero se interrumpió. No sabía qué decir. No sabía qué hacer.
  • Sé que es una decisión difícil - dijo Bilbo con comprensión. - Pero no tienes que decidir ahora mismo. Tómate tu tiempo. Piénsalo bien. Pero no tardes demasiado. La expedición parte mañana por la mañana. Si quieres venir, tendrás que estar lista para entonces.
  • ¿Mañana por la mañana? - repitió Elanor, asustada. - ¿Tan pronto?
  • Sí, tan pronto - confirmó Bilbo. - El tiempo es esencial. Cuanto antes lleguemos a la Selva Negra, mejor. No sabemos qué nos podemos encontrar allí. Puede que haya otros buscando la ciudad perdida. Puede que haya peligros que no imaginamos. Puede que haya sorpresas que nos esperan.
  • ¿Y quiénes son los otros miembros de la expedición? - preguntó Elanor, curiosa.
  • Te los presentaré si vienes - dijo Bilbo, misterioso. - Son personas muy interesantes. Cada uno tiene su propia historia, su propia habilidad, su propia personalidad. Te aseguro que no te aburrirás con ellos.
  • ¿Y tú? - preguntó Elanor, intrigada. - ¿Por qué quieres ir a la búsqueda de la ciudad perdida? ¿Qué esperas encontrar allí?
  • Eso es un secreto - dijo Bilbo, sonriendo. - Solo te lo diré si vienes. Pero te adelanto que no es solo por el tesoro. Hay algo más. Algo que me llama. Algo que me atrae. Algo que me obsesiona.
  • ¿Qué es? - insistió Elanor.
  • Lo sabrás si vienes - repitió Bilbo. - Así que, ¿qué me dices? ¿Te animas a venir conmigo a la búsqueda de la ciudad perdida?

Elanor asintió con determinación. Había tomado su decisión. Iba a ir con Bilbo a la búsqueda de la ciudad perdida. Iba a dejar su vida, su universidad, su biblioteca, para embarcarse en una aventura desconocida y peligrosa. Iba a ver el mundo, a descubrir sus secretos, a vivir una historia.

  • Está bien, Bilbo - dijo Elanor. - Voy contigo.
  • ¡Excelente! - exclamó Bilbo, aplaudiendo. - Me alegro mucho, Elanor. Has hecho una buena elección. No te decepcionaré. Te prometo que será la mejor experiencia de tu vida.
  • Espero que sí - dijo Elanor, sonriendo. - Pero dime, ¿qué tengo que hacer ahora? ¿Qué tengo que llevar? ¿Dónde tenemos que encontrarnos?
  • No te preocupes por nada - dijo Bilbo, tranquilizador. - Yo me encargo de todo. Solo tienes que hacer una cosa: preparar una mochila con lo esencial. Ropa, comida, agua, un arma, y algo de dinero. Nada más. Lo demás lo pondrá el Instituto.
  • ¿Y cuándo y dónde nos encontramos? - preguntó Elanor.
  • Mañana por la mañana, a las ocho en punto, en la plaza del mercado - dijo Bilbo. - Allí estará esperándonos una caravana con los otros miembros de la expedición. Nos presentaremos, nos subiremos, y partiremos hacia la Selva Negra.
  • ¿Y cuánto tardaremos en llegar? - preguntó Elanor.
  • Depende de muchos factores - dijo Bilbo. - El clima, el terreno, los imprevistos… Pero calculo que unos diez días, más o menos.
  • ¿Diez días? - repitió Elanor, impresionada. - Eso es mucho tiempo.
  • No te preocupes, el viaje se te hará corto - dijo Bilbo. - Tendremos muchas cosas que ver, que hacer, que hablar. Además, te presentaré a los otros miembros de la expedición. Son personas muy interesantes. Te gustarán.
  • ¿Quiénes son? - preguntó Elanor, curiosa.
  • Te lo diré mañana - dijo Bilbo, guiñando un ojo. - Es una sorpresa. Pero te adelanto que son de diferentes razas y profesiones. Hay un humano, un enano, una gnoma, y un orco.
  • ¿Un orco? - exclamó Elanor, sorprendida. - ¿Cómo es que hay un orco en la expedición? ¿No son los orcos nuestros enemigos?
  • No todos los orcos son malos - dijo Bilbo. - Hay algunos que son buenos. O al menos, no tan malos. Este orco es uno de ellos. Es un mercenario que trabaja para el Instituto. Es muy fuerte, muy valiente, y muy leal. Te caerá bien.
  • Bueno, si tú lo dices… - dijo Elanor, dudosa. - Pero me parece raro.
  • Ya verás que no - dijo Bilbo. - Ya verás que todos nos llevaremos bien. Somos un equipo. Un equipo que va a hacer historia. Un equipo que va a encontrar la ciudad perdida.
  • Ojalá tengas razón - dijo Elanor. - Ojalá todo salga bien.
  • Lo hará - dijo Bilbo. - Confía en mí. Confía en la aventura. Confía en el destino.
  • Está bien, Bilbo - dijo Elanor. - Confío en ti. Confío en la aventura. Confío en el destino.
  • Así me gusta - dijo Bilbo. - Ahora, vete a casa y prepara tu mochila. Nos vemos mañana en la plaza del mercado. Y recuerda: la búsqueda de la ciudad perdida nos espera.




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