Capítulo 3: La partida
Elanor pasó la noche en vela. No podía dormir, pensando en la decisión que había tomado. ¿Había hecho lo correcto? ¿Había sido valiente o imprudente? ¿Qué le esperaba al día siguiente? ¿Qué le deparaba el futuro?
Se levantó al amanecer, se vistió, y preparó su mochila. Metió lo esencial: ropa, comida, agua, un arma, y algo de dinero. También metió algunos libros y pergaminos sobre los zalazares, por si le servían de ayuda. Y, por último, metió una foto de sus padres, por si no los volvía a ver.
Dejó una nota en su mesa, explicando que se iba de viaje por unos días, y que no se preocuparan. No les dijo a dónde iba, ni con quién, ni por qué. Sabía que no lo entenderían, que se asustarían, que se opondrían. Así que prefirió no dar detalles. Solo les dijo que los quería, y que volvería pronto.
Cogió su mochila se colgó un relicario con una foto de alguien en especial, salió de su habitación, y se dirigió a la plaza del mercado. Allí estaba esperándola Bilbo, junto a una caravana. La caravana estaba formada por cuatro carros tirados por caballos, y dos carros tirados por bueyes. En los carros había cajas, barriles, sacos, y otros objetos. También había algunas tiendas de campaña, y algunos animales, como gallinas, conejos, y perros.
Bilbo vio a Elanor y le hizo una señal. Elanor se acercó a él, y le saludó.
- Hola, Bilbo - dijo Elanor. - Ya estoy aquí.
- Hola, Elanor - dijo Bilbo. - Me alegro de verte. Has llegado justo a tiempo. Estamos a punto de partir.
- ¿Estos son los carros de la expedición? - preguntó Elanor, mirando la caravana.
- Sí, estos son - dijo Bilbo. - Aquí llevamos todo lo necesario para la misión. Comida, agua, armas, herramientas, medicinas, mapas, libros, y otras cosas. El Instituto nos ha proporcionado todo lo que hemos pedido. Son muy generosos.
- ¿Y dónde están los otros miembros de la expedición? - preguntó Elanor.
- Están dentro de los carros - dijo Bilbo. - Vamos, te los presento.
Bilbo cogió a Elanor de la mano, y la llevó al primer carro. Abrió la cortina que cubría la entrada, y entró. Elanor lo siguió.
Dentro del carro había cuatro personas. Una de ellas era un humano, alto y fornido, con el pelo rubio y la barba recortada. Vestía una armadura de cuero, y llevaba una espada al cinturón. Tenía el aspecto de un guerrero, y una expresión de seriedad.
Otra era un enano, bajo y corpulento, con el pelo y la barba rojos. Vestía una armadura de metal, y llevaba un hacha al hombro. Tenía el aspecto de un minero, y una expresión de gruñón.
Otra era una gnoma, pequeña y delgada, con el pelo y los ojos marrones. Vestía una túnica de color azul, y llevaba un libro en las manos. Tenía el aspecto de una erudita, y una expresión de curiosidad.
Y la otra era un orco, grande y musculoso, con la piel verde y los colmillos afilados. Vestía una armadura de pieles, y llevaba una maza al lado. Tenía el aspecto de un salvaje, y una expresión de desconfianza.
Bilbo se dirigió a ellos, y les dijo:
- Hola, amigos. Os presento a Elanor. Es una joven elfa, estudiante de historia antigua, y experta en los zalazares. Es la nueva miembro de la expedición.
Los cuatro miraron a Elanor con sorpresa. El humano fue el primero en hablar.
- Hola, Elanor - dijo el humano, con voz amable. - Soy Aragorn. Soy un soldado, y el líder de la expedición. Es un placer conocerte.
- Hola, Aragorn - dijo Elanor, con voz tímida. - Soy Elanor. Soy una estudiante, y la novata de la expedición. Es un placer conocerte.
- No seas modesta, Elanor - dijo Bilbo. - Eres mucho más que una estudiante. Eres una aventurera. Y una valiente.
- Gracias, Bilbo - dijo Elanor, sonrojándose.
El enano fue el siguiente en hablar.
- Hola, Elanor - dijo el enano, con voz ronca. - Soy Gimli. Soy un herrero, y el encargado de las armas y las herramientas. Espero que no seas una molestia.
- Hola, Gimli - dijo Elanor, con voz educada. - Soy Elanor. Soy una lectora, y la encargada de los libros y los pergaminos. Espero que no seas un grosero.
- No seas impertinente, Elanor - dijo Bilbo. - Gimli es así. Es un enano. Pero en el fondo es un buen tipo.
- Gracias, Bilbo - dijo Gimli, sarcástico.
La gnoma fue la siguiente en hablar.
- Hola, Elanor - dijo la gnoma, con voz dulce. - Soy Nala. Soy una maga, y la encargada de la magia y el conocimiento. Me alegro de que seas una experta en los zalazares. Tengo muchas preguntas que hacerte.
- Hola, Nala - dijo Elanor, con voz amistosa. - Soy Elanor. Soy una historiadora, y la encargada de la historia y la investigación. Me alegro de que seas una maga. Tengo muchas cosas que aprender de ti.
- No seas falsa, Elanor - dijo Bilbo. - Nala es así. Es una gnoma. Pero en el fondo es una sabelotodo.
- Gracias, Bilbo - dijo Nala, ofendida.
El orco fue el último en hablar.
- Hola, Elanor - dijo el orco, con voz grave. - Soy Gruk. Soy un mercenario, y el encargado de la seguridad y la violencia. Espero que no seas una débil.
- Hola, Gruk - dijo Elanor, con voz nerviosa. - Soy Elanor. Soy una pacifista, y la encargada de la paz y la armonía. Espero que no seas un bruto.
- No seas ingenua, Elanor - dijo Bilbo. - Gruk es así. Es un orco. Pero en el fondo es un leal.
- Gracias, Bilbo - dijo Gruk, indiferente.
Bilbo miró a los cuatro, y dijo:
- Bueno, ya os habéis presentado. Ahora, os pido que seáis amables con Elanor. Es la nueva miembro de la expedición, y merece vuestro respeto y vuestra confianza. Estamos aquí para trabajar juntos, para encontrar la ciudad perdida, y para hacer historia. Así que, por favor, sed un equipo. Un equipo que va a hacer historia. Un equipo que va a encontrar la ciudad perdida.
Los cuatro asintieron, aunque con distintos grados de entusiasmo. Elanor les sonrió, aunque con distinto grado de sinceridad. Bilbo les guiñó un ojo, y dijo:
- Bueno, pues ya está. Ya nos conocemos. Ahora, salgamos del carro, y subamos al siguiente. Allí os presentaré a los otros miembros de la expedición. Son personas muy interesantes. Os gustarán.