Elanor y sus compañeros viajaron durante diez días por el reino de Valyria, atravesando campos, bosques, montañas, y ríos. Durante el día, la caravana avanzaba por los caminos, y durante la noche, acampaba en los lugares más seguros y cómodos que encontraban. Elanor aprovechaba el viaje para conocer mejor a los miembros de la expedición, y para aprender más sobre los zalazares y la ciudad perdida.
Aragorn, el líder de la expedición, le contó que era un soldado veterano, que había participado en muchas batallas y misiones. Le dijo que había sido contratado por el Instituto de Exploración y Aventura para dirigir la búsqueda de la ciudad perdida, y que había aceptado por el dinero y la gloria. Le dijo que su objetivo era encontrar el tesoro de los zalazares, y que no le importaba lo que hubiera que hacer para conseguirlo.
Gimli, el herrero, le contó que era un enano de la montaña, que había trabajado toda su vida en las minas y las forjas. Le dijo que había sido invitado por el Instituto de Exploración y Aventura para formar parte de la expedición, y que había aceptado por la curiosidad y el orgullo. Le dijo que su objetivo era conocer la cultura y la tecnología de los zalazares, y que no le gustaba nada la magia.
Nala, la maga, le contó que era una gnoma de la ciudad, que había estudiado en la Academia de Magia y Ciencias. Le dijo que había sido seleccionada por el Instituto de Exploración y Aventura para integrar la expedición, y que había aceptado por el interés y el conocimiento. Le dijo que su objetivo era descubrir los secretos y los misterios de los zalazares, y que no le temía a nada.
Gruk, el mercenario, le contó que era un orco del desierto, que había vivido siempre al margen de la ley y de la sociedad. Le dijo que había sido contratado por el Instituto de Exploración y Aventura para proteger la expedición, y que había aceptado por el dinero y la diversión. Le dijo que su objetivo era sobrevivir y matar a todo lo que se interpusiera en su camino, y que no le importaba nada más.
Draco, el dragón, le contó que era un dragón de la isla, que había nacido hace siglos y que había visto muchas cosas. Le dijo que había sido convencido por el Instituto de Exploración y Aventura para colaborar con la expedición, y que había aceptado por el aburrimiento y el desafío. Le dijo que su objetivo era encontrar la piedra mágica de los zalazares, y que no le revelaría a nadie por qué.
Dillon, la sirena, le contó que era una sirena del mar, que había viajado por muchos lugares y que había conocido a muchos seres. Le dijo que había sido invitada por el Instituto de Exploración y Aventura para participar en la expedición, y que había aceptado por la emoción y la seducción. Le dijo que su objetivo era encontrar el amor de su vida entre los zalazares, y que no le importaba lo que tuviera que hacer para conseguirlo.
Quirón, el centauro, le contó que era un centauro del bosque, que había vivido siempre en armonía con la naturaleza y con su clan. Le dijo que había sido seleccionado por el Instituto de Exploración y Aventura para unirse a la expedición, y que había aceptado por el honor y el deber. Le dijo que su objetivo era encontrar la sabiduría de los zalazares, y que no le gustaba nada la civilización.
Tinker, el hada, le contó que era un hada del jardín, que había jugado siempre con las flores y con los animales. Le dijo que había sido convencida por el Instituto de Exploración y Aventura para colaborar con la expedición, y que había aceptado por la diversión y la magia. Le dijo que su objetivo era encontrar la alegría de los zalazares, y que no le preocupaba nada más.
Mateo, su novio, le contó que era un escritor de la ciudad, que había escrito muchos libros y que había leído muchos más. Le dijo que había sido elegido por el Instituto de Exploración y Aventura para narrar la expedición, y que había aceptado por el amor y la aventura. Le dijo que su objetivo era encontrar la inspiración de los zalazares, y que no le importaba nada más que ella.
Y Bilbo, su amigo, le contó que era un explorador del mundo, que había viajado por muchos sitios y que había vivido muchas cosas. Le dijo que había sido el impulsor de la expedición, y que había convencido al Instituto de Exploración y Aventura para que la financiara. Le dijo que su objetivo era encontrar la ciudad perdida de los zalazares, y que no le revelaría a nadie por qué.
Elanor escuchó atentamente a todos, y les hizo muchas preguntas. Les preguntó sobre sus vidas, sus experiencias, sus opiniones, sus sentimientos. Les preguntó sobre los zalazares, la ciudad perdida, el tesoro, la piedra mágica. Les preguntó sobre la expedición, la misión, el plan, los riesgos. Les preguntó sobre todo lo que se le ocurrió, y ellos le respondieron con sinceridad, con reserva, con ironía, o con silencio, según el caso.
Elanor aprendió mucho de ellos, y ellos aprendieron algo de ella. Elanor se hizo amiga de algunos, y se llevó mal con otros. Elanor se enamoró más de Mateo, y Mateo se enamoró más de Elanor. Elanor se divirtió con Bilbo, y Bilbo se divirtió con Elanor. Elanor se sintió parte de la expedición, y la expedición la aceptó como parte de ella.
Así pasaron los diez días, hasta que llegaron al límite del reino de Valyria. Allí se encontraba la frontera con la Selva Negra, una vasta y salvaje región al sur del reino. La Selva Negra era un lugar temido y evitado por la mayoría de la gente, pues se decía que estaba habitado por criaturas peligrosas y hostiles, y que ocultaba secretos oscuros y terribles. La Selva Negra era el lugar donde se suponía que se encontraba la ciudad perdida de Zalazar, la antigua capital de los zalazares, el pueblo misterioso que había desaparecido hace siglos, dejando tras de sí solo ruinas y leyendas.
La caravana se detuvo frente a la entrada de la selva, que era un gran arco de piedra, cubierto de enredaderas y de flores. En el arco había una inscripción en un idioma desconocido, que nadie sabía leer. El arco parecía una invitación, pero también una advertencia.