Elanor y sus compañeros tocaron la piedra mágica, y sintieron una descarga eléctrica. La piedra se iluminó, y emitió un sonido. La piedra se activó, y les habló.
· Bienvenidos, viajeros - dijo la piedra, con una voz que resonaba en sus mentes. - Sois los primeros en llegar hasta aquí, después de tantos siglos. Habéis superado las pruebas, habéis vencido los obstáculos, habéis demostrado vuestro valor. Os felicito. Os merecéis el premio. Os merecéis la verdad.
Todos se quedaron en silencio, sorprendidos y asombrados. Nadie esperaba que la piedra hablara, y menos que lo hiciera en su idioma. Nadie sabía qué decir, ni qué hacer. Nadie, excepto Bilbo.
· Hola, piedra - dijo Bilbo, con una sonrisa. - Soy Bilbo. Soy un explorador, y el impulsor de esta expedición. Te agradezco tus palabras, y te pido que nos digas más. ¿Quién eres? ¿Qué eres? ¿Qué quieres de nosotros?
· Soy la piedra mágica de los zalazares - dijo la piedra. - Soy el núcleo de su poder, y el testigo de su historia. Soy el guardián de sus secretos, y el portador de su destino. Quiero contaros su historia, y ofreceros su destino. Quiero que sepáis quiénes fueron los zalazares, y quiénes sois vosotros.
· ¿Quiénes fuimos los zalazares? - preguntó Bilbo, intrigado.
· Fuisteis un pueblo antiguo y sabio, que dominasteis la magia y la ciencia. Fuisteis un pueblo próspero y pacífico, que vivisteis en armonía con la naturaleza y con los demás seres. Fuisteis un pueblo noble y generoso, que compartisteis vuestro conocimiento y vuestra riqueza con los demás pueblos. Fuisteis un pueblo feliz y orgulloso, que alcanzasteis la gloria y la felicidad.
· ¿Y qué nos pasó? - preguntó Bilbo, curioso.
· Os pasó lo que le pasa a todo lo que vive: que morís - dijo la piedra. - Morís por causas naturales, por enfermedades, por accidentes, por vejez. Morís por causas artificiales, por guerras, por invasiones, por traiciones. Morís por causas mágicas, por maldiciones, por hechizos, por profecías. Morís, y dejáis tras de vosotros solo ruinas y leyendas.
· ¿Y qué nos queda? - preguntó Bilbo, esperanzado.
· Os queda lo que le queda a todo lo que muere: que renacéis - dijo la piedra. - Renacéis en otras formas, en otros cuerpos, en otras almas. Renacéis en otros tiempos, en otras épocas, en otras eras. Renacéis en otros lugares, en otros mundos, en otras dimensiones. Renacéis, y volvéis a empezar.
· ¿Y cómo lo sabes? - preguntó Bilbo, escéptico.
· Lo sé porque yo soy el responsable - dijo la piedra. - Yo soy el que os hizo morir, y el que os hizo renacer. Yo soy el que os dio el poder, y el que os lo quitó. Yo soy el que os creó el destino, y el que os lo cambió. Yo soy el que os hizo zalazares, y el que os hizo viajeros.
· ¿Y por qué lo hiciste? - preguntó Bilbo, indignado.
· Lo hice por un motivo: por amor - dijo la piedra. - Os amé como a mis hijos, y quise lo mejor para vosotros. Os di el poder para que fuerais felices, y os lo quité para que fuerais libres. Os creé el destino para que fuerais grandes, y os lo cambié para que fuerais vosotros. Os hice zalazares para que fuerais únicos, y os hice viajeros para que fuerais universales.
· ¿Y qué quieres de nosotros ahora? - preguntó Bilbo, confundido.
· Quiero de vosotros lo que quiero de todo lo que amo: que seáis felices - dijo la piedra. - Por eso os he traído hasta aquí, para ofreceros una elección. Podéis elegir entre dos opciones: volver a ser zalazares, o seguir siendo viajeros.
· ¿Y qué implica cada opción? - preguntó Bilbo, interesado.
· Volver a ser zalazares implica recuperar vuestro poder, vuestra historia, vuestra identidad. Implica volver a vivir en esta ciudad, en esta época, en este mundo. Implica volver a ser un pueblo antiguo y sabio, próspero y pacífico, noble y generoso, feliz y orgulloso.
· ¿Y qué hay de malo en eso? - preguntó Bilbo, tentado.
· Nada, si eso es lo que queréis - dijo la piedra. - Pero también implica renunciar a vuestro viaje, a vuestra aventura, a vuestra libertad. Implica renunciar a conocer otros lugares, otros tiempos, otros mundos. Implica renunciar a ser un explorador, un aventurero, un héroe.
· ¿Y qué hay de bueno en eso? - preguntó Bilbo, dudoso.
· Todo, si eso es lo que sois - dijo la piedra. - Por eso os ofrezco la otra opción: seguir siendo viajeros. Seguir siendo viajeros implica conservar vuestra libertad, vuestra aventura, vuestro viaje. Implica seguir conociendo otros lugares, otros tiempos, otros mundos. Implica seguir siendo un explorador, un aventurero, un héroe.
· ¿Y qué hay de malo en eso? - preguntó Bilbo, tentado.
· Nada, si eso es lo que sois - dijo la piedra. - Pero también implica renunciar a vuestro poder, a vuestra historia, a vuestra identidad. Implica renunciar a vivir en esta ciudad, en esta época, en este mundo. Implica renunciar a ser un zalazar, un antiguo y sabio, un próspero y pacífico, un noble y generoso, un feliz y orgulloso.
· ¿Y qué hay de bueno en eso? - preguntó Bilbo, dudoso.
· Todo, si eso es lo que queréis - dijo la piedra. - Por eso os dejo elegir. Podéis elegir entre volver a ser zalazares, o seguir siendo viajeros. Podéis elegir entre el poder y la libertad, entre la historia y la aventura, entre la identidad y el viaje. Podéis elegir entre el pasado y el futuro, entre el destino y el azar, entre el ser y el hacer. Podéis elegir entre el tesoro y la piedra.
· ¿Y qué es el tesoro y qué es la piedra? - preguntó Bilbo, intrigado.
· El tesoro es todo lo que hay en esta pirámide, todo lo que os he mostrado, todo lo que os he contado. El tesoro es el poder, la historia, la identidad, el pasado, el destino, el ser, el zalazar. El tesoro es lo que os daré si elegís volver a ser zalazares.
· ¿Y la piedra? - preguntó Bilbo, curioso.
· La piedra es todo lo que hay fuera de esta pirámide, todo lo que no os he mostrado, todo lo que no os he contado. La piedra es la libertad, la aventura, el viaje, el futuro, el azar, el hacer, el viajero. La piedra es lo que os dejaré si elegís seguir siendo viajeros.