En deuda con el Diablo

Un pasado

Angélica sale de su habitación y mira hacia todos lados


 

Suspira y se toca el vientre abultado

—Angélica: tranquila pequeña te protegeré con mi vida


 

Empieza a caminar lentamente, su mirada está fija en el ascensor de la entrada


 

El daría su libertad por fin


 

Llevaba meses planeando su huida de ese centro


 

Sabia como eran ellos


 

Aún recordaba a su madre llorando arrodillada en medio de la calle cuando los agentes del gobierno la secuestraron


 

Era una niña de tan solo 5 años


 

Creían que tenía súper poderes o algo así porque era capaz de ver más allá de lo que un ser humano común y corriente podía ver


 

La obligaron a hacerse pruebas perturbadoras para sacarle los supuestos poderes


 

Pero ella sabía que todo ese potencial era gracias a que ella era una elegida de Dios


 

No, no eran poderes, el Ángel del Señor se le habia aparecido en sueños y le había dicho que tendría a aquella que vencería al anti Cristo


 

En la larga historia de la humanidad habían existido muchos elegidos, todos caracterizados por los dones de la profecía (escuchar a Dios) y la desvinculación terrena (un Alma que podía adaptarse a cualquier cuerpo)


 

Pero solo la ultima bautizada del ciclo sellaria el destino de la humanidad


 

Se tocó nuevamente el vientre y presionó el botón del ascensor


 

Cuando estaba a punto de subir, escuchó esa voz

—Agusto: Angélica detente!

—Angélica: (se queda dada vuelta mirando el ascensor sin moverse) ¿qué quiere profesor?

—Agusto: no te puedes ir Angie (mira a su alrededor)

—Angélica: (sentía la presencia de los guardias atrás de ella y de los centinelas a la distancia) ¿por qué?


 

El edificio donde estaban fingía ser un laboratorio de investigación ordinario, pero la verdad, era que allí investigaban el mayor secreto de la humanidad ¡La vida después de la muerte!


 

Los centinelas eran ángeles caídos que se habían unido a los seres humanos para lograr abrir los portones celestiales a la fuerza


 

Yo era su esperanza y su mayor obstáculo

—Agusto: (preocupado da unos pasos hacia Angélica) por favor, Angie no hagas esto...


 

El profesor Agusto era como un padre para mí, pero también era quien me había separado de mi madre y el que había dejado que me hicieran todas esas pruebas horrorosas

—Angélica: (se gira de golpe, había estado juntando su poder vincular, tenia los ojos rojos y en las manos se le habían deslumbrado los signos bautismales, el fragmentó del talismán brillaba en su cuello) si no se alejan de nosotras me temo que tendré que usar la fuerza


 

Los guardias se quedaron petrificados, tenían miedo, habían visto lo que Angélica era capaz de hacer


 

Pero los centinelas, amos del miedo se acercaron para atacar




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