En deuda con el Diablo

Las 7 cadenas de plata

Me puse en pie, saqué a zisigiante y en medio de un alarido la clave en el suelo.


 

Un hueco me dio paso al inframundo, cuando puse mis pies en medio de esa tierra oscura, los oscuros me atacaron.


 

Mi energía se potenció y una Honda expansiva destruyó a todos los oscuros en un instante.


 

Mire a los centinelas y estos huyeron alejándose de mí


 

Mientras caminaba sentía como mi energía luchaba con la oscuridad a mi alrededor, me dolía, me lastimaba, era como pequeñas puñaladas en mi piel, constantes e hirientes.


 

Seguí avanzando con zisigiante en mis manos, la cual temblaba, podía sentir su inmenso poder.


 

Llegue a las celdas del infierno y de una patada destrui la puerta de la entrada, un temblor se sintió en todo el inframundo, varias piedras calleron destruyéndose con el suelo, yo seguí avanzando.


 

Las almas gritaban por ser liberadas, yo avancé hasta la última celda.


 

La de puerta oscura y sin nombre


 

La toqué con la Palma de mi mano, pero su cerradura era más poderosa.


 

El talismán brilló en mi cuello, era la misma energía que la de la puerta.


 

Me saqué el talismán y lo apoyé, en el instante este brillo y la puerta se partió en dos dejándome el paso libre.


 

Cuando entré vi a Evans muy mal herido atado con siete candenas de plata.


 

Desde el día en que el apóstol traidor judas iscariot traicionó al Ángel del Señor por treinta monedas de plata, este material se había vuelto maldito y era lo único que podía hacerle daño a los seres oscuros en la tierra.


 

Me arrodillé a lado de él y le susurré

—Solange: Evans... mi querido Evans, que te han hecho...


 

No podía verle en ese estado, estaba todo mal herido e incluso respirar era un sufrimiento para él.


 

Las cadenas de plata lo estaban matando de a poco, lentamente...


 

El respiro con pesar, tenia la cabeza cubierta de sangre y un gemido salió de sus labios heridos cuando le sostuve la cabeza con mis manos...


 

Me levanté con la cara empapada en lágrimas y saqué a zisigiante, la levanté por encima de mi cabeza y grité

—Solange: ¡Evans, el redimido yo te liberó por el poder del creador!


 

Zisigiante brillo y las cadenas de plata fueron destruidas...


 

El cuerpo de Evans convulsionó y este calló en mis brazos, su sangre estaba tibia y salió a borbotones de su corazón...

 




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