En el corazón de la mafia

Capítulo 9

- A las siete debe estar lista señora –Hester asiente, se coloca las pantuflas y va dónde Faddei, sabía que estaba en su habitación, debía jugar bien esta carta.

- Adelante –escucha que autoriza y entra, vestía un short, una blusa de tirantes, sería fácil remover aquello.

- Necesito decirte algo –dice tras suspirar, Faddei se gira arreglándose el moño del traje corte inglés que le quedaba como un guante, era probable que fuera a la medida.

- ¿Eso tiene que ver con el hecho de que no te has vestido? –la mira serio alzando una ceja, eso la hace volver a la realidad.

- Sí, quiero que sepas que no volveré a causar problemas, más que nada porque no me gusta que me castigues –lo mira seria, no creía mucho en lo que acababa de decir pero si quería que accediera, tenía que verse sumisa–, además quiero volver a trabajar, no me gusta estar aquí sin hacer nada –alza la mano deteniendo lo que sea que vaya a decir–, si te niegas, no iré contigo a la fiesta –se encoge de hombros como si aquello no tuviese relevancia, hasta ahí acababa lo de ser sumisa. Podía ver la expresión sombría en su bello rostro, lo ve suspirar intentando calmar su rabia.

- Esta bien, puedes volver a trabajar –dice entre dientes, ve a Hester sonreír contenta.

- Gracias, ahora sí que voy a cambiarme –canturrea feliz antes de salir.

Suspira presionando el puente de su nariz, que Dios lo ayudara.

- ¿Quiere ayuda con el peinado? –pregunta una de las sirvientas cuando la ve entrar en la habitación.

- Te lo agradecería –asiente agradecida, toma asiento y deja que la mujer le haga un semi recogido, primero hizo ondas en todo mi cabello, salvo una parte ya que me haría una trenza que fungiría como diadema, era algo sencillo pero elegante, además me colocaría pequeños broches en la trenza logrando un efecto de tiara o broche, según se viera.

Una vez lista me puse el vestido con su ayuda y por último los zapatos.

- El señor ha dicho que use esto –la mujer se acerca al tocador y abre uno de los cajones, de ahí saca una preciosa gargantilla gruesa de oro blanco, tiene incrustaciones de zafiro azul y diamante, esta demás decir lo costoso que se ve, también vienen unos pendientes a juego así como un brazalete delgado con un zafiro en forma de corazón, y dos más en corte circular rodeados de tres diamantes, eran hermosos–. Perfecto –dice la mujer tras ayudarme a abrochar el brazalete, verme al espejo era como ver a alguien más, no reconocía a la mujer frente a mí, era hermosa, elegante y delicada.

- Gracias –le sonrío con sinceridad, tomo el bolso estilo cartera que me extiende, guardo mi móvil y un labial rosa natural antes de salir de ahí directo a la sala.

- Señora, se olvida del abrigo –dice la mujer justo cuando estoy por bajar las escaleras, alzaba un poco el vestido para evitar tropezar.

- Es verdad, gracias –tomo el abrigo de paño en color nude, bajo alzando un poco más el vestido, decir que no estaba acostumbrada era quedarse corta–. Estoy lista –digo lo bastante alto para que Faddei me escuche, se gira y me doy cuenta que habla por teléfono, así que me quedo quieta, él me observa con detenimiento y estoy segura que sólo comprueba que todo esté bien, que no tuviese el dinero para comprar ropa y accesorios tan caros, no significa que no sepa del tema, mi consuelo eran las revistas de moda.

- Buen trabajo, ahora vamos que llegamos tarde –asiento, me extiende el brazo y lo acepto gustosa, no quería caerme y pasar una enorme vergüenza, estaba segura que en cuanto encontrara como moverme con naturalidad estaría comoda.

Me ayuda a subir al auto para acto seguido, subirse él, durante el trayecto me puse a pensar en cómo le hacían las mujeres de la época victoriana para subir en los carruajes con esos vestidos bromosos y corses de muerte, suponía que a todo se acostumbraba uno, pero que horror vivir en esa época, si ahora era difícil y eso que tenían menos tela, no quería ni imaginar en esa época.

El viaje fue silencioso, estaba bien para ella, de todos modos no tenía tema de conversación y estaba claro que no le diría a donde iban a ir, así que se dedicó a ver por la ventana.

Mira con asombro el precioso, y por demás; lujoso hotel, era uno de los más caros de la ciudad y encontrar un lugar ahí era casi imposible si en tu cuenta bancaria no tenías 6 ceros antes de cualquier número, pero imaginaba que para su esposo o cualquier amigo de este, esto no era problema.

Se detienen enfrente, Faddei baja cuando el conserje le abre la puerta, extiende su mano para ayudarle a bajar, le sonríe en agradecimiento y permite que la conduzca adentro. Un mayordomo toma su abrigo antes de comenzar a caminar hacia un precioso y por demás, lujoso salón, en el había muchas personas, algunas recordaba haberlas visto en su boda, otras eran desconocidas. La mayoría estaban sentados, señal de que la boda iba a comenzar pronto, así que toman asiento en sus respectivos lugares.

Veía a todos y les sonreía mientras entrelazaba su mano con la de su esposo, sonreía y actuaba como una mujer enamorada, todos parecían convencidos, sobre todo cuando veían a Faddei besar su mano o arreglar su cabello con delicadeza.

Cuando escuchan la marcha nupcial es que se dan cuenta que la boda está por comenzar, todos se ponen de pie y vemos como entra el novio junto a su madre, se detuvo frente al altar y tras unos minutos, entró la novia del brazo de su padre, fue entonces que la reconoció, era la hija de un famoso noble que se había instalado en la ciudad, se decía que estaban en bancarrota y que necesitaban casarla con un hombre rico de aquí, no sabía si esos rumores eran ciertos, pero podía ver la adoración del novio por la chica, así que quizás eran sólo eso, rumores malintencionados, se daban mucho en aquel circulo que frecuentaba su esposo, y bueno, si debía ser honesta, eso pasaba también en su estrato, mujeres y hombres casándose por interés, ella bien podría pasar por una.




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