En el corazón de la mafia

Capítulo 13

Tras volver a casa ya entrada la noche, pregunto por ella, le pareció muy raro no verla en la cocina, y no es que sólo ahí pudiese estar, pero esperaba con ansias una de sus deliciosas cenas.

- Ella no ha salido en todo el día, Katerina le llevó la comida, pero apenas la tocó –Faddei lo mira desconcertado, ¿estaba enojado por lo de anoche? Creyó que tras hablar todo estaba bien, pero bueno, no sabía cómo funcionaba la cabeza de Hester. Suspira antes de camina hacia la habitación, llama a la puerta, pero no hay respuesta, quizás se durmió, piensa antes de volver a llamar, Katina sale con una bandeja casi completa.

- La señora no se siente bien, ha pedido que nadie la moleste –Faddei asiente tras suspirar, camina hacia su habitación cabizbajo, quizás podría enviarle un mensaje, no era lo que hubiese querido pero peor era no hacer nada, ¿no?

Con esa idea entra en su habitación, saca su móvil y comienza a redactar un mensaje de, ¿disculpa?, ¿preocupación? Suspira escribiendo y borrando varias veces el mensaje, a veces sentía que era muy tosco o hacía demasiadas preguntas, suspira y opta por decirle que se mejoré pronto y que esperaba verla por la mañana, así como las buenas noches. Si debía ser sincero, se sentía muy idiota por sentirse nervioso debido al comportamiento de Hester.

Hester mira su teléfono cuando suena, se tensa al ver el remitente, lo deja boca abajo y suspira, se sentía muy tonta pero no podía evitar sentirse así, como traicionada, lo que era ilógico porque lo de ellos no era más que un mero contrato que más temprano que tarde, terminaría.

Quizás el problema radicaba aquí, a apenas comenzaban a llevarse bien y creyó que todo era diferente, pero eso sin duda le hizo abrir los ojos de repente, su trato no había cambiado, sólo eran dos extraños que vivían en paz pero no había mayor relación que ese contrato. También sentía que se había fallado a sí misma, había actuado de manera impulsiva y estas eran las consecuencias. No quería verlo, oírlo ni tenerlo cerca porque se sentía inestable, no sabía cómo debía sentirse y mucho menos, como debía actuar.

Al día siguiente fue igual, Hester se rehusó a salir o ver a alguien en todo caso, y por alguien se refería a él.

- Hester, ¿podemos hablar? –pregunta tras llamar a la puerta, intenta abrir la manija pero esta no cede, debió imaginar que le pondría seguro. Volvió a llamar pero no hubo respuesta, así que se fue, quizás si lo intentaba más al rato podría funcionar, pero no, Hester parecía empeñada en quedarse encerrada ahí toda la vida.

Si debía ser sincero, esa situación comenzaba a rebasarlo, así que hizo lo único que creyó no hacer jamás: llamar a alguien para que lo ayudara.

- Aquí tiene señor –le dice Dimitri entregándole un trozo de papel, en el venía el número de Lola, la mejor amiga de su esposa, esperaba que esa visita la animara.

- Gracias –el hombre asiente antes de salir, Faddei marca el número sin perder el tiempo, se sentía nervioso y ansioso, ¿qué le diría? Quizás que habían peleado y ella no lo quería perdonar, quizás ella pudiera darle un consejo sobre cómo conseguir su perdón, sonríe de lado de manera burlona, jamás pensó estar en esta situación, pero Hester era diferente a otras mujeres con las que había estado, sabía que podía comprarlas con regalos caros, pero ella no era así.

- Bueno –la voz de una alegre mujer fue lo primero que lo recibió.

- Hola, soy Faddei Grigoryev –estaba derecho en su silla, sentía como si hubiese hecho algo de verdad muy malo y esperara una reprimenda, cosa irónica porque manejaba a una de las mafias más fuertes de Long Beach y sus alrededores.

- ¡Oh por Dios! –la escucha chillar, en automático aleja el móvil de su oído, era mejor en altavoz–, jamás pensé que un tipo como tú me hablaría, ¿pasa algo con Hest? –su tono había cambiado, suspira.

- Ella está bien, sólo que tuvimos una pequeña discusión que terminó en una pelea, bueno, no pelea pero ella no me habla –quería azotar la cabeza contra el escritorio, ¿por qué estaba tan nervioso? Parecía un idiota tratando de explicarse.

- Debió ser muy malo para que Hest este enojada contigo, ella tiene su carácter pero suele ser muy comprensiva, parte de su trabajo –esa seriedad lo ponía más ansioso que nada–, y, ¿en qué te puedo ayudar? Porque me imaginó que no esta llamada no es para saludar –mira el móvil sonriendo de lado, era extraño tener que pedir ayuda, pero no sabía que más hacer o decir para que Hester estuviera bien, o al menos volver a la rutina que tenían antes de esto.

- Sí, ¿podrías venir? Quizás no para hablar con ella de esto, podrías sólo animarla, ¿me ayudarías con eso? –el silencio en la línea lo preocupó, ¿había pedido algo imposible?

- Claro que sí, Dios, jamás pensé que iría a tu casa –lo que escuchaba era, ¿emoción? No puede evitar sonreír, esa chica era extraña–. Y claro que voy, sólo pásame tu dirección, estaría ahí en la tarde.

- Muy bien, saldré y no sé cuánto me tarde pero habrá personal esperándote –la escucho remover algunas cosas–, y gracias Dolores, de verdad –el ruido cesa.

- Lo que sea por Hest –susurra con cariño, asiento.

- Hasta luego –escucho su respuesta antes de colgar, por WhatsApp le envió la dirección.

- Señor –dice nada más entrar al despacho–, está todo listo para que se vaya –Faddei asiente, era el momento.




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