Hester se sentía un poco cohibida con toda la atención, sabía porque había tantas sirvientas al pendiente de cada cosa que hacía, temía que fuese a hacer alguna locura, no iba a mentir y decir que se sentía convencida de tener a ese pequeño a pesar de que Faddei se había negado en rotundo a que lo abortara, se sentía confundida y harta de sobre pensar todo, de buscar todas las posibles respuestas a las acciones de él, sólo quería estar en paz.
- Faddei –había entrado unas horas después de haber llegado, necesitaba hacerle ver lo que era mejor sin pelear y sin alterarse.
- Sé lo que quieres decir y no, no quiero que te deshagas de mi hijo –susurra suave tomando sus manos con delicadeza–, sé que todo esto es jodido, pero no saques conclusiones apresuradas, sé que no tengo derecho a decirte esto pero necesito que confíes en mí, sólo por esta vez, ¿puedes? –por primera vez Hester vio algo en los ojos de Faddei que no eran frialdad, indiferencia u odio, había algo cálido que, pese a lo que ella se repetía en su mente de no creerle más, no podía evitar querer confiar en él.
- Eso fue lo que hablamos la última vez, sobre la confianza y ser sinceros el uno con el otro, pero en fin, todavía creo que hay muchas razones válidas para no continuar con esto y que podríamos discutir con calma –le mira atento.
- Ahora no pienses en eso, sólo descansa, cuando estes mejor hablamos –besa su frente antes de ponerse de pie, Hester suspira cuando lo ve salir, se acuesta en la cama y cierra los ojos, su corazón saltaba como loco dentro de su pecho, no quería caer ante sus emociones de nuevo, pero él no se lo estaba poniendo muy fácil que digamos.
Sabía que ella no estaría tranquila con esa decisión, al menos no por mucho tiempo, era ahora o nunca que tenía que actuar si quería conservarla a ella y al bebé a su lado, para eso tendría que verla, así que mientras salía de la mansión le envió un mensaje de texto a Clarisse para pedirle que se reunieran en ese momento en el lugar de siempre.
Afuera Yakov ya lo esperaba, subió sin decir nada tras enviarle la ubicación a la cual debían dirigirse, debía dejarle en claro a Clarisse que no debía meterse con él ni su familia, al diablo sus planes, tendría que hacer otra cosa, de ninguna manera se acercaría de nuevo a su ex, sólo de pensarlo le daba asco, más porque comparaba a ambas mujeres, y siendo sincero, Clarisse salía perdiendo por mucho.
Al llegar baja y sin más entra al viejo restaurante, se dirige al final y toma el primer reservado que encuentra, toma asiento y espera, su expresión se endurece cuando la ve entrar, ella le sonríe y se arroja a sus brazos, o lo intenta ya que él la detiene en seco.
- ¿Qué pasa Faddy? –no puede evitar la cara de disgusto.
- ¿Puedes decirme porque demonios le hablaste a Hester de lo que pasó entre nosotros? –ella se pone derecha y se sienta frente a él.
- Calma Faddy, de todos modos, se habría dado cuenta cuando nos viera juntos y felices, sólo aceleré el proceso –se encoje de hombros restándole importancia.
- Te voy a repetir esto una sola vez Clarisse, aléjate de ella, no te le acerques, no le hables, ni siquiera la mires o lo pagaras muy caro, ¿estamos claros? –sentencia con voz fría mientras se pone de pie, se arregla la ropa y camina a la puerta.
- Esa estúpida no a va a quitarme lo que es mío, ¿me escuchaste?, ¡eres mío! –grita antes de verlo salir, golpea el sillón mientras grita con rabia, él fue y siempre sería suyo. Muerde su labio, debía calmar esos celos o no la llevarían a nada bueno, debía ser más inteligente, ya vería lo que le esperaba por haber sido un imbécil con ella.
Tras salir de aquel lugar Faddei decidió que necesitaba hablar con su mejor amigo, así que le envió un mensaje para verse en el bar de siempre, Mark era como un hermano y siempre que necesitaba hablar sobre algo, fuese o no de la mafia, siempre acudía a su encuentro.
- ¿Cómo sigue Hester? Escuché a Sergei el otro día que fui a tu casa decir que se había puesto muy mal –recibe el trago que le sirve el cantinero, ese hombre sabía cómo le gustaba.
- Bien, la verdad si me asuste cuando se desmayó de repente, pero al llegar al hospital me dieron una buena noticia –alza el vaso para que su amigo lo coque, este lo hace sin entender muy bien que celebran–, ella está embarazada, seré padre –no puede evitar la sonrisa que se dibuja en su rostro, pero su amigo no la comparte, lejos de tener una expresión burlona o similar, puede verse preocupación.
- ¿Sería eso lo que tenía a Lola tan emocionada? Aunque lleva varios días así, y si te enteraste hoy, debe ser por mí –se encoge de hombros–. Es bueno oír eso Fad, pero creo que no has pensado en todas las implicaciones que eso conlleva –Faddei se pone serio casi de inmediato ante lo de Lola, no porque le preocupara que su amigo el casanova le hiciera daño, era más bien por lo que había dicho, eso de que quizás ella ya lo sabía, lo que significaba que Hester lo supo hace dos semanas–, no soy quién para decirte si lo tengas o no, pero debes recordar que la mafia no pasa por su mejor momento, además está el asunto de Clarisse, es demasiado peligroso, y no digo que nunca tengas hijos, pero en este momento, no creo que sea lo ideal que tengas uno –lo mira serio, Faddei se queda en completo silencio, sabía muy bien que las condiciones no eran aptas, que todo podía irse al demonio en un segundo, que la vida de Hester y el bebé peligraba incluso si lo mantenía oculto, pero era imposible no emocionarse. Mira el vaso, estaba seguro de que parte de las razones que le daba Mark eran similares a las que ella tenía en mente.