En el corazón de la mafia

Capítulo 26

Clarisse miraba con desprecio el vientre abultado de Hester, ella no tenía intención de ser madre, pero si lograba casarse con Faddei tendría que darle un hijo para quitarle el poder al engendro que llevaba esa mujer.

- Pobre de tu hijo, no ha nacido y su padre no lo querrá ‒dice con fingida pena, Hester muerde su labio, debía pensar como seguir entreteniéndola, no sabía cuánto tiempo tardarían en venir por ellas, una idea nada agradable vino a su mente, perdóname pequeña mía, no es en serio, piensa mirando su vientre.

- Quiero que me ayudes a no tener a este bebé ‒dice con voz apagada, no le diría el sexo de su pequeña, ya se sentía mal por decir aquello‒, no quiero tener al hijo de ese infiel, lo único que ha hecho es mentirme y usarme ‒había comenzado a llorar de nuevo.

- Claro que no, eso le corresponde a él decidirlo ‒le dice con burla‒, pero seguro que te dirá que no lo quiere y te llevará a dónde puedas abortarlo o yo qué sé ‒se encoge de hombros.

Ella sigue llorando mientras pide perdón, no era en serio lo de no tenerla, y sabía que Faddei la quería por igual, quizás el llanto que mostraba ahora, era cómo se sentía por siquiera pensarlo, o quizás era el recuerdo de cuando lo supo, como le ofreció a Faddei esa alternativa.

- No me importa, sólo no quiero tenerlo más en mi vientre ‒dice sin emoción en su voz.

- Pobrecita ‒sonríe con suficiencia pensando en el momento cuando Faddei la echara de su lado, volvería a tenerlo comiendo de la palma de su mano, ni más ni menos‒. Escribió nuestro Faddy. ‒Agita el teléfono frente a ella, Hester podía ver con claridad el contenido de los mensajes, pero entendía lo que respondía, él lo estaba haciendo para mantenerla tranquila, lo que significaba que tenía un plan, eso la aliviaba de sobremanera‒, dice que me espera en aquel hotel donde pasamos esa maravillosa noche ‒dice sonriendo, Hester finge alterarse.

- Son tal para cual ‒grita llorando, se remueve, debía ser muy convincente–, no quiero verlo nunca más, pudranse ambos –grita antes de bajar la cabeza y seguir llorando.

- Lo que sea, me tengo que ir ‒mueve sus hombros como si hiciera un pequeño baile de victoria‒, James, Edmund ‒llama a unos hombres afuera, estos entran y miran con desprecio a la mujer, no sentían lastima por ella, no cuando era su pase a tener el dominio del 70% de Long Beach‒, deben cuidar a esta ‒señala con la cabeza a la mujer, los hombres asienten y salen detrás de Clarisse, por su parte, Hester suspira con alivio cuando se van, ahora sólo debía esperar. 

Estaba inquieto mientras esperaba en la azotea, miraba la ciudad sin mirarla en realidad, en su mente sólo estaban ellas y su bienestar. Cada tanto miraba su reloj, a pesar de que el tiempo transcurría con normalidad, para él parecía eterno, ¿tanto le tomaba a esa maldita mujer llegar hasta aquí? Quería caminar por todos lados esperando que eso ayudará a su tensión, pero debía mantenerse sereno para evitar hacer una locura nada más verla.

- Maldita sea mujer –sisea por lo bajo, lo único que lo tranquilizaba era saber que Mark iría por ella, le confiaría su vida sin dudar.

- Faddy –se pone derecho al escuchar la insufrible voz de Clarisse–, sabía que entrarías en razón –se acerca y lo abraza, muerde la cara interna de su mejilla intentando no separarla de él de manera brusca, lo último que necesitaba era que los llamara y acabaran con ellas.

- Isse –dice bajo ese antiguo apodo, quería vomitar, menos mal había salido suave–, me ha costado un poco ver que eres mejor que ella y la más adecuada para estar a mi lado –decir aquello le había costado un mundo, sólo debía esperar a que Mark le avisara que Hester estaba a salvo.

Mark estaba en posición, había hecho una rápida comprobación y tras ver que eran pocos los hombres, le hizo una seña a los hombres, saca su revólver Mosin Nagant calibre 7.62mm, un modelo silencioso el cual, era su fiel amigo desde que lo conoció. Apunta y sin fallar, logra darle a los tipos de la entrada, hace un asentimiento de cabeza y los hombres comienzan a moverse eliminando a los pocos hombres que quedan.

- No quiero volver a verlo, lo odio –escucha la voz de Hester, aquello le hace fruncir el ceño confundido.

- Te voy a matar para cumplir tu deseo –escucha a uno de los hombres gritar, sin más apunta y sin darles tiempo a reaccionar, los ve caer.

- Es un idiota, igual que ustedes –no puede evitar reír bajo, abre la puerta y lo primero que ve es a la mujer maniatada–. Mark, qué gusto –chilla aliviada.

- Que no te escuche Faddei que lo llamas idiota, o va a ponerse triste –ríe comenzando a desatarla, alza la cabeza, le hace una seña a uno de los hombres, este entiende y le envía un mensaje a su jefe.

- Era parte de mi plan, le hice creer a Clarisse que lo odio por haberse acostado con ella, estaba evitando que nos matara –Mark asiente, era una mujer muy inteligente.

- Ella sabe lo nuestro, ¿y sabes qué me pidió? Que la ayudara a deshacerse de tu bastardo porque no quiere volver a verte jamás, le dije que eso se lo dirías tú en persona, amorcito –hace una mueca casi imperceptible para ella, muerde su labio, ¿acaso Hester le había creído a Clarisse? De sólo pensarlo se le rompía el corazón, niega para sus adentros, debía confiar en ella.

- Claro que sí, si tú y yo tenemos uno, no necesito a ese bebé –dice con frialdad, él jamás dejaría que les pasara nada, eran su vida entera. Siente su móvil vibrar, aparta a Clarisse y tras leer el mensaje sonríe, esa maldita mujer estaba acabada.




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