Otro mensaje lo hace maldecir a Mark.
Mark: No es cierto, te esperamos en casa y ahí te explico todo, Hester.
Estaba seguro que esta vez a quién mataría sería a su mejor amigo, suspira aliviado, eso no era gracioso, para nada.
Una vez llega a la casa, nota que ya han limpiado, entra casi corriendo.
- La señora está en su habitación señor ‒escucha a Sergei y asiente antes de correr escaleras arriba.
Entra en la habitación sin llamar, ella se gira para verlo ya que estaba quitándose el suéter, se acerca y toma con cuidado su rostro antes de besarla con suavidad al inicio y con mayor intensidad conforme pasan los segundos, la pega a él con cuidado, quería sentirla, saber que estaba bien y entera. Desliza la mano hasta su vientre, su pequeña estaba ahí también.
- ¿Estás bien? ‒susurra sobre sus labios una vez que termina el beso‒, corrijo, ¿están bien?, ¿tú y la bebé? ‒mira su vientre, acaricia suave, con amor.
- Ambas estamos bien, y lo que te dijo Mark es medio verdad ‒muerde su labio‒, verás, hice como que le creía a la loca de tu ex, me puse a llorar y dije cosas que la verdad no quiero recordar ‒toca su vientre‒, y entre ellas que te despreciaba y no quería volver a verte, gritaba esas cosas porque dos hombres estaban cuidando afuera y bueno, si le decían algo, que fuera que seguía molesta, pero no es cierto, y todo es porque fuiste sincero conmigo y me dijiste lo que pasó, así que te di tiempo de ir por nosotras ‒le sonríe, Faddei no puede evitar besarla con devoción, era increíble e inteligente.
- Eres maravillosa –susurra contra sus labios, baja y besa su vientre–, tu madre es maravillosa –siente como patea–, ella está de acuerdo –Hester no puede evitar reír ante aquello, con suavidad le siente tomar sus manos, eran visibles las marcas de la soga–. Quisiera decirte que acabe con su maldita vida, pero dijo que está embarazada y que es mío, sé que no es así, pero es tan maldita que la creo capaz de haberme extraído esperma e inseminarse –pensar en eso le daba asco, y ella podía verlo en su rostro–, debo tener la total certeza que ese niño no es mío antes de matarla –dice seguro, eso la hizo estremecer.
La toma con cuidado y la sienta en la cama, le ve caminar al baño y volver con el botiquín.
- ¿Sabes de primeros auxilios? –le mira curiosa, ahora parecían muy lejanos sus primeros días de convivencia.
- No, pero tú sí, y puedes decirme que hacer –ella asiente, se hinca frente a ella y siguiendo sus instrucciones comienza por limpiar, coloca una pomada y por último, las vendas, cuando termina besa ambas muñecas y sigue con los tobillos, de ahora en adelante, tendría mucho más cuidado, le pondría el doble o el triple de protección‒. Sí bien no la mataré, sí que puedo usarla para hacerme del poder de los Kevyanos, no me agrada mucho la idea de ir a verla pero no hay otra manera, te prometo que cada vez que eso ocurra, te lo haré saber ‒besa suave sus manos.
- Esta bien, gracias por contarme tus planes ‒aprieta suave sus manos, acaricia su mejilla con ternura‒. Por cierto, quisiera que me contarás de tus padres, más que nada porque no sé a quién podría parecerse esta pequeña, y también ayudaría a que nuestra relación mejoré, bueno, si esto que tenemos lo es, no digo que lo sea o que no, digo, no sé si es así o sólo yo lo pienso y ‒Faddei ríe suave antes de besarla suave, entendía su nerviosismo, ellos no habían definido nada.
- Me parece bien que nos conozcamos mejor ‒le sonríe‒. Mi madre se llamaba Stella Rinaldi, era hija de inmigrantes italianos, conoció a mi padre en el teatro, ella era actriz, mi padre quedó encantado y pues hizo su lucha ya que recién comenzaba en la mafia, no era muy conocido ni tenía nada para ofrecer, mis abuelos querían que ella viviera una buena vida y no vieron con buenos ojos a mi padre ‒sonríe divertido‒ cuyo nombre fue Nikolái Alexandrei Grigoryev, llegó aquí siendo muy joven, venía con un grupo de inmigrantes ‒se sienta a su lado‒, un mafioso lo acogió y bueno, escalo pronto ya que era muy voluntarioso, valiente y no le temía a la muerte, algo muy valioso dentro de la mafia ‒ella asiente, tenía sentido‒, y bueno, subió de nivel y tenía el dinero suficiente para ofrecerle una muy buena vida, claro que mi padre se presentó como un emprendedor próspero y a mis abuelos les pareció bien, así que lo aceptaron, conforme escalo en la mafia las empresas también lo hicieron ‒se encoge de hombros.
- ¿Tu madre lo sabía? ‒lo mira atento, quería pedirle una fotografía, pero eso seguro eso implicaría ir a buscarla, y quería saber más.
- Supongo que sí, la verdad es que era muy pequeño cuando ella falleció de cáncer, recuerdo a mi padre desesperado, la amaba mucho y sufrió demasiado cuando falleció, yo no entendía nada, no sabía porque ella no volvería a casa, porque ya no me cantaría antes de dormir, porque ahora Katina debía cuidarme y mucho menos, porque mi padre dejó de sonreír, ahora lo comprendo ‒la mira de una forma que hace latir su corazón‒. ¿Y tus padres?
- Bueno, mi madre sufrió un accidente de auto cuando volvía del trabajo, tendría cerca de catorce años ‒mira su vientre‒, pasó muchos días en el hospital, hicieron todo lo que estaba en sus manos, pero su cuerpo no resistió, mi padre empezó a beber y a jugar, a veces llevaba dinero y era buen padre, pero a veces las deudas eran demasiadas, la abuela apenas podía conmigo, ella y las deudas, acabamos vendiendo la casa y rentando otra bastante barata pero muy vieja y que necesitaba muchos arreglos, era eso o dormir en refugios ‒sonríe de lado, había sido muy duro‒, y bueno, el resto ya lo sabes, mi padre amaso una enorme deuda contigo por apuestas, me vendió a ese burdel de donde me sacaste con total amabilidad y dulzura ‒sonríe con burla, Faddei ríe con diversión y pena.