En El Corazón No Se Manda

Capítulo 1: Comienzo de clases

París, Francia

 

Narra Mía

 

A las 6 de la mañana me desperté con pereza, tendí mi cama, me duché y me vestí con una pollera azul larga y una blusa blanca. Me maquillé muy poco, solo un poco de rímel, labial y base. Después de preparar mi mochila para la escuela, limpié mi habitación y bajé al primer piso de la casa.

 

Con lágrimas en los ojos, pensé en mis padres, quienes solían preparar el desayuno. Hace dos meses fallecieron en un accidente de tránsito, dejándome a cargo de mi tía Amanda, la media hermana de mi padre, una solterona amargada. No tengo otra opción que aguantarla, ya que no tengo otros familiares vivos y si no vivo con ella, se llevarán a mi hermanito de 7 años a un orfanato.

 

Mientras preparaba los waffles, mi tía se levantó de mal humor.

 

- ¿Ya está listo el desayuno? - preguntó mi tía con un tono prepotente, mientras se sentaba a la mesa.

 

- Sí, tía, ya está listo - respondí con una sonrisa forzada, tratando de ocultar mi enfado.

 

- Espero que esta vez no te haya salido muy quemado - dijo con desdén, mientras tomaba una taza de café.

 

- No te preocupes, tía, ya aprendí la lección - respondí, tratando de mantener la calma.

 

Mi tía siempre encontraba algo de qué quejarse, aunque el desayuno estuviera perfecto. Desde que mis padres murieron, ella se había convertido en mi tutora legal y en la única familia que me quedaba. No tenía otra opción que aguantar sus comentarios hirientes y sus órdenes.

 

- Con tu permiso, voy a despertar a Manuel para prepararlo para la escuela - dije, tratando de cambiar de tema.

 

- Hazlo rápido, no quiero llegar tarde al trabajo - respondió mi tía con impaciencia.

 

Fui a la habitación de mi hermano y lo encontré durmiendo profundamente. Me acerqué a él con cuidado, tratando de no despertarlo bruscamente. Le di un beso en la frente y le susurré al oído:

 

- Despierta, Manu, es hora de ir a la escuela.

 

Abrió los ojos lentamente y me miró con somnolencia.

 

- Buenos días, Mía - dijo con voz adormilada.

 

- Buenos días, mi amor - respondí, acariciando su cabello.

 

Lo ayudé a vestirse y a desayunar, mientras él me contaba sus sueños de la noche anterior. A pesar de todo, mi hermano era mi razón de ser, la luz que me guiaba en medio de la oscuridad.

 

Después, tomé mi mochila y la de Manuel y lo llevé en el auto de mis padres a su escuela, que estaba retirada de la mía y me llevó unos 40 minutos llegar.

 

Cuando llegué a mi escuela, entré a clases y como siempre, el profesor estaba regañando a los chicos y ellos hacían caso omiso. Me senté en mi lugar junto a mi única amiga, Valentina, y traté de disimular mi tardanza, pero el profesor lo notó.

 

- ¿Llegando tarde, señorita Montgomery? - Dijo enojado.

 

- Sí, profesor, disculpe. Trataré de llegar a tiempo la próxima vez - Dije, bajando la mirada.

 

- Eso es lo que usted dice - Dijo enojado y continuó con la clase.

 

Valentina me susurró:

 

- No entiendo por qué no le dices que tienes que llevar a tu hermano a la escuela.

 

- ¿Para qué? Este profesor amargado no le va a importar - Respondí.

 

El profesor continuó con la clase hasta que entró un hombre no mayor de 32 años, muy guapo. No puedo pensar en esas cosas, pero es inevitable no escuchar como mis compañeras murmuran a mi alrededor "¡Qué guapo!" Parece que se derriten por él.

 

Narra Axel

 

Recorrí todas las aulas de la escuela hasta que finalmente llegué al último año y mi última presentación. Al entrar al aula, los murmullos comenzaron a sonar por todas partes mientras me presentaba.

 

- Buenos días, jóvenes, mi nombre es Axel Cromwell y seré su nuevo director - Dije con un tono amable.

 

Pero los murmullos continuaron, así que decidí intervenir.

 

- Me gusta el respeto cuando estoy hablando - Dije con un tono más serio.

 

Con esta simple frase, logré que el silencio volviera a reinar en el aula. Luego continué hablando.

 

- Como les decía, soy el nuevo director y, por supuesto, habrá cambios en las reglas y en la forma de trabajo - Dije con un tono amable.

 

Sin embargo, mientras hablaba, algo o alguien en el aula llamó mi atención. Nunca en mis 32 años de vida había sentido lo que sentí en ese momento. Observé a todo el alumnado y, después de unos 5 minutos, mi mirada cayó en una pequeña alumna con unos ojos increíblemente hermosos. Sentí una corriente eléctrica al verla. Se veía tan indefensa que me dieron ganas de protegerla.

 

Pero también sentí que la estaba mirando con demasiada intensidad, así que dejé de observarla y continué con la presentación.

 

Narra Mía

 

Mientras el director se presentaba, lo observé con detenimiento. Era realmente muy guapo y su presencia imponente llenaba el aula. Después de unos 6 minutos observándolo, nuestras miradas chocaron y sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo cuando sus ojos se posaron en los míos. En ese momento, me sentí segura y protegida.

 

De un momento a otro, el director apartó su mirada de mí. Pero algo en él me llamó la atención. No tengo palabras para describir lo que sentí, pero sé que su presencia me impactó de alguna manera y no pude dejar de pensar en él durante el resto del día.

 

Narra Axel

 

Después de pasar por cada salón, mi mente no dejaba de pensar en la alumna con la mirada intrigante. No sabía qué había pasado, pero su presencia me inspiraba emociones diferentes y sentía un dolor tan grande en sus ojos.

 

No podía sacarla de mi cabeza. Necesitaba saber su nombre, si tenía novio o si estaba bien. Por alguna razón, la idea de que una joven tan hermosa no tuviera novio me molestaba un poco, tal vez eran celos.




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