En El Corazón No Se Manda

Capítulo 4: No puedo dejar de pensar en ti

Narra Mía

 

Me levanté temprano, como de costumbre, tendí mi cama, limpié mi habitación y fui a bañarme y vestirme.

 

Luego fui a preparar el desayuno y más tarde desperté a mi hermanito para llevarlo a la escuela. Como siempre, fue difícil despertarlo, pero finalmente lo preparé, limpié su habitación y tendí su cama. Después desayunamos y fuimos al garaje a buscar mi auto, pero para mi mala suerte, no arrancaba. Sabía que iba a llegar tarde a la escuela de mi hermano y a la mía.

 

Mientras caminaba, un auto frenó junto a mí. Era Axel, el director.

 

- ¿Cómo está, señorita Montgomery? - dijo Axel sonriendo.

 

- Me sorprende verla caminando. ¿Qué pasó con su auto? - preguntó curioso.

 

- Bien, señor director. Mi auto no quiso arrancar hoy, y tengo algo de prisa porque tengo que llevar a mi hermanito a la escuela - dije bajando la mirada.

 

- Suba, yo la llevo - dijo abriéndome la puerta de su auto.

 

- No quisiera molestarlo - dije tímidamente.

 

- No es molestia - respondió Axel.

 

Senté a mi hermanito en el asiento de atrás y luego me senté en el asiento del copiloto. No podía dejar de pensar en Axel y en lo amable que había sido al ofrecerme un ride. Mi corazón latía con fuerza mientras me sentaba junto a él. ¿Sería posible que estuviera comenzando a sentir algo por él?

 

Durante el trayecto, comenzamos a conversar y me sorprendió lo extensa y divertida que se hizo la plática. Me entretenía mucho conversar con él, ni me di cuenta cuando llegamos a la escuela de mi hermanito. Bajé del auto con él, tomé su pequeña manito y lo llevé adentro hasta su salón. Luego volví al auto y Axel me llevó a mi escuela.

 

Cuando llegamos, le agradecí por traerme y entré a mi salón. Pero aún no entendía qué me estaba pasando. Cada vez que lo miraba a los ojos, sentía cómo mi pulso se aceleraba. Tuvimos clases de Matemática con el profesor Herrera, Literatura con el profesor Díaz, Física con el profesor Benson, Biología con el profesor Medina y, por último, Plástica con la profesora Ayala.

 

Sonó el timbre y todos salieron al receso, pero yo no. De todas formas, no tengo amigos, excepto el director. Con él me llevo mejor.

 

Decidí ir a la oficina del director porque él siempre se queda ahí durante los recesos. Toqué la puerta con cautela y sentía cómo me temblaban las manos.

 

- Adelante - se escuchó de adentro.

 

Abrí la puerta despacio.

 

- ¡Hola! – dije con timidez.

 

- Viniste – dijo entusiasmado. "Adelante, pasa".

 

- Gracias – dije acercándome a su escritorio.

 

- Bueno... ¿en qué te puedo servir? – dijo tratando de mantenerse serio.

 

- Mm, nada. La verdad es que tenía ganas de conversar con usted. No tengo muchos amigos. Creo que hice mal en venir – dije levantándome para irme.

 

- Espera – dijo deteniéndome –No te vayas. Yo también quería hablar contigo

 

Seguimos conversando, la plática se hizo más extensa y divertida. Él me contaba historias de cuando estaba en la secundaria y en la universidad. Las risas no paraban hasta que fueron interrumpidas por una voz fuerte y estruendosa.

 

Llegó la secretaria Emilia y el subdirector Caballero.

 

- ¡Qué es ese escándalo! ¿Usted qué hace aquí, señorita? – dijo señalándome.

 

Me quedé paralizada un momento, sin saber qué decir. ¿Qué se suponía que debía decir? Vine a conversar con el director porque me cae bien, porque mi corazón se acelera con solo verlo... sé que no lo iban a entender porque ni yo misma lo entiendo.

 

- Señor director – dijo Emilia confundida al verme ahí – disculpe, creo que olvidé decirle que el subdirector Caballero venía para acá

 

- Yo siempre vengo aquí... no tengo muchos amigos de mi edad y los recesos me aburren mucho – dije bajando la mirada.

 

- Ella es una alumna de último año, es amiga de los profesores, se lleva bien con ellos... – dijo Emilia tratando de defenderme.

 

- Sí... no creo que tenga nada de malo que esté aquí – dijo Axel.

 

- Sí tiene de malo, es una alumna y está mal visto que mantenga una amistad con el director – dijo el subdirector con un tono serio.

 

Me sentí incómoda y culpable a la vez. Vi cómo el subdirector comenzó a regañar a Axel y comenzaron a discutir.

 

- Esperen... no discutan, por favor, yo me iré – dije tomando mi mochila.

 

- En ningún momento dije que se vaya, señorita... solo le pregunté qué hacía aquí – dijo el subdirector con tono serio.

 

Dicho esto, se marchó de ahí. Sonó el timbre poco después y me dirigí a los vestidores de chicas para cambiarme. El turno de deporte consistía en jugar voleibol y fútbol. Yo no jugué, como siempre, y no porque sea mala en los deportes, sino porque nunca juego con mis compañeros. Me parecen muy brutos, infantiles y siempre terminan peleando entre ellos.

 

Me quedé sentada en una banca leyendo un libro, "El gran Gatsby". Mientras leía, mi mirada se desvió cerca del gimnasio, donde estaba el director observando a los estudiantes jugar.

 

Me quedé perpleja y no me di cuenta de que mi mirada no se despegaba de él. Después noté que su mirada se conectó con la mía, reaccioné y miré al suelo.

 

¡Qué vergüenza! ¿Por qué me quedé mirándolo? Lo peor es que se percató de que lo miré. ¿Qué pensará de mí?

 

Mire de reojo y aún me seguía mirando fijamente y sin disimulo. Nuestras miradas se volvieron a conectar, pero la atención bajó de tono cuando el subdirector Caballero llegó. No quise meterlo en problemas y volví a mirar el libro. Me quedé pensando en el director, la verdad es que es muy atractivo. Tiene una mirada que mata y una sonrisa que te pierde. Ay, Dios, ¿qué me está pasando? No podía evitar sonreír cuando lo veía.




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