Narra Mía
Me desperté al sonido de la alarma de mi celular, sabiendo que me esperaba un día ocupado como presidenta del consejo estudiantil. Suspiré, tratando de despejar mi mente, y me levanté. Fui a la ducha, esperando que el agua caliente me ayudara a despertarme y empezar el día con el pie derecho.
Después de ducharme y lavarme los dientes, me sequé el cabello y lo dejé que tomara su forma natural. Fui a la habitación de mi hermano y lo desperté para prepararlo para la escuela.
Luego de desayunar, llevé a Manuel a la escuela y después fui a la mía. Cuando entré al salón, las clases ya habían comenzado. Me disculpé con el profesor por llegar tarde y entré al salón de la próxima clase. Tenía un tiempo libre, así que aproveché para adelantar algunos papeles.
Mientras estaba en el salón en silencio, escuché a mis compañeras murmurando y comentando sobre el director. Todas decían al unísono: "Es tan apuesto", "Qué atractivo", "Desearía que me castigaran para poder ir a su oficina", mientras que los chicos lo miraban con envidia y celos. Estaba claro que el director era más atractivo que todos, y no podía evitar sentirme molesta por cómo mis compañeras se babeaban por él.
A pesar de sus comentarios, decidí ignorarlos y seguir con mis deberes como presidenta.
Narra Axel
Hoy Mía no ha venido a mi oficina y me pregunto qué habrá pasado. Quería verla y pensé que ahora que era la presidenta del consejo estudiantil, tendríamos una excusa para hablar. Estaba pensando en ella cuando alguien tocó a la puerta de mi oficina.
- Adelante – dije.
- Permiso, señor director – dijo la voz detrás de la puerta.
Justo estaba pensando en Mía, pensé.
- ¿Qué se le ofrece, señorita? – dije, intentando sonar lo más serio posible.
Noté cómo se puso nerviosa, y la entiendo, yo también me pongo nervioso con su sola presencia. "Traje todos los papeles con los permisos de mis compañeros para la excursión que se hará la semana que viene al museo", dijo.
- ¿Ya están todos firmados por sus padres? – pregunté.
- Sí, señor director – respondió.
- Perfecto – dije. Estaba por retirarse, pero la detuve –Espera, Mía... ¿Estás ocupada? –pregunté.
- No, mis clases ya terminaron – respondió.
- Entonces podemos conversar ¿no? Pero no como director y alumna, sino como amigos – dije. Noté cómo se sonrojó.
- Sí – dijo, bajando la mirada – Yo también quería hablar... pero tengo que ir por mi hermanito a la escuela
- ¿Te gustaría venir a cenar a mi casa? – pregunté, anhelando que me dijera que sí.
- ¿En serio? – respondió sorprendida.
Narra Mía
Las palabras no me salían. Mi corazón se aceleraba con su sola presencia, y solo pude asentir con la cabeza.
- Sí – dije tímidamente.
- Perfecto... A las 8 pm te espero en mi casa. Ya sabes dónde vivo. Puedes traer a tu hermanito si quieres – dijo.
- Gracias – dije y salí.
Fui a buscar a mi hermanito a la escuela, pensando en por qué acepté cenar con él. Estaba nerviosa. Tenerlo cerca hacía que mi corazón estallara.
Llegué a casa y me bañé y me arreglé. Después, bañé a mi hermanito. Cuando iba a salir, mi tía me detuvo.
- ¿A dónde vas? – dijo con un tono prepotente.
- Voy a cenar con un amigo – respondí.
- ¿Y qué amigo es? – preguntó.
Estaba por contestar, pero me interrumpió.
- Ya... no importa. Así no tengo que alimentarte – dijo con el mismo tono prepotente – No vuelvas muy tarde, ¿entendido?
Solo asentí con la cabeza y me fui.
Narra Axel
No podía creer que había invitado a Mía a cenar a mi casa. Sentía algo extraño en mi pecho, era incómodo pero a la vez agradable. De solo saber que iba a venir, me sudaban las manos. Estaba preparando todo cuando minutos después llegó ella, estaba tan hermosa acompañada de su hermanito. Sabía que no lo iba a dejar solo.
- Hola – dijo tímidamente besando mi mejilla.
- Hola, ¡adelante! ¡Pasa!", dije entusiasmado – Hola, campeón – dije alborotándole el cabello a su hermanito.
Mientras cenábamos, conversamos y debo admitir que disfruté cada cosa que ella decía. Era tan madura y tan inocente a la vez. Pasamos horas hablando de libros, música, arte, cocina y de tantas cosas interesantes.
Después lavamos los platos juntos y cuando terminamos, pasamos a la sala para continuar con nuestra plática. Su hermanito se había quedado dormido. En un momento, ella miró su reloj y se levantó rápidamente.
- ¡Ya es tarde! – Dijo tomando su bolso – Tengo que irme
- Gracias por venir – dije.
- Gracias a ti por la invitación – respondió.
Narra Mía
Estaba por acercarme a darle un beso en la mejilla cuando tropecé con la alfombra. Cerré los ojos esperando el impacto contra el suelo, pero los abrí al sentir cómo Axel afirmaba mi cintura.
Nuestros ojos se conectaron y por primera vez solo había unos centímetros de distancia entre nosotros. Sus labios estaban tan cerca que podía sentir su respiración. Poco a poco, él se fue acercando a mí y cuando menos lo esperaba, estábamos besándonos. Cuando por fin reaccioné, no quise que se detuviera. El sentir su aliento hizo que todos mis sentimientos se alteraran y entonces me dejé llevar por su beso. Era un beso único, una locura, pero aun así, no quería que se detuviera.