Narra Mía
Axel me tomó de la cintura y me levantó. Yo apoyé mis piernas en su cadera mientras alborotaba su cabello. Me llevó cargando hasta una habitación, pero no tuve tiempo de fijarme en los detalles de la decoración. Solo supe que había una cama sobre la cual Axel me acostó delicadamente. Dejó caer su cuerpo suavemente sobre mí y me miró a los ojos.
- ¿Estás segura? - preguntó casi suplicando, esperando una respuesta positiva.
- Completamente - respondí sonriendo.
Pasó de besar mi boca a besar mi cuello y me causaba escalofríos. Besaba mi clavícula y yo continuaba jugando con su cabello. Él comenzó a bajar y yo no dejaba de suspirar. Después regresó y volví a besarlo.
Me giró suavemente y quedé encima de él. Me encontré con una mirada provocadora pero dulce. Puso su mano en mi espalda y me acercó hacia él. Nos fundimos en un beso tan profundo. Comencé a besar su cuello mientras escuchaba cómo él gemía. Empecé a darle pequeños besos en su pecho, sintiendo así su corazón latir. Esa melodía que aceleraba con cada beso que dejaba en su cuerpo. Todo mi cuerpo lo llenó de dulces caricias, exaltándome y haciéndome desear que este momento fuera eterno. Solo estábamos él y yo, incluso nuestra ropa ya quedaba de más en esta situación.
Él hizo un giro nuevamente y yo volví a estar debajo. Después se detuvo inclinándose levemente en la mesita que estaba junto a la cama y del cajón sacó un preservativo. Vi cómo lo usaba y presa del miedo, temblé. Él se dio cuenta y se detuvo, preguntándome si estaba segura.
- ¿Quieres que me detenga? – Preguntó suspirando.
- No - respondí con seguridad.
- ¿Segura? Mira que si empiezo no me detendré – Dijo suspirando.
- No quiero que te detengas – Afirmé suspirando.
Se colocó encima de mí y me miró a los ojos, como si me pidiera permiso. Yo le sonreí y finalmente él me poseyó. No dejé de suspirar y en ese momento sentí que realmente le pertenecía. Comenzó a moverse un poco más rápido, pero era muy delicado, como si no quisiera lastimarme, como si fuera a romperme.
Ambos olvidamos el tiempo y solo nos concentramos en ser uno solo.
- Axel, te amo, te amo y siempre lo haré - suspiré.
- Este día será nuestro - suspiró él.
Los vidrios se empañaron y esa noche ambos éramos uno solo.
Estuvimos así un buen tiempo hasta que ambos terminamos. Me recosté en el pecho de Axel.
- Debe de ser un total cliché esta posición, yo recostada en tu pecho desnudo, cubiertos por la sábana - dije mientras besaba su pecho y él acariciaba mi cabello. Sí, un completo cliché.
- Fue muy lindo, Mía - esa expresión bastó, Axel no tuvo que decir más.
Después comprendí que no solo había tenido sexo por primera vez, sino que Axel me había hecho el amor.
Desperté y recordé lo que había pasado la noche anterior. Noté que estaba en la cama de aquella cabaña y llevaba puesta la camisa de Axel. Él, quien me había hecho pasar una de las mejores noches de mi vida. Recordé eso y no pude evitar sonreír como una estúpida.
Giré un poco y ahí estaba a mi lado, en la misma cama. Aún estaba dormido y puedo asegurar que verlo dormir era una de las mejores cosas que podía ver. Me dio tanta ternura que comencé a besar su frente, su pecho y a darle pequeños besos en su boca. Él despertó sonriendo.
- Buenos días, hermosa. Qué encanto despertar así - dijo Axel.
- Buenos días, Axel. ¿Cómo dormiste? - pregunté.
- Excelente, gracias a ti, hermosa... No sabes lo hermosa que te ves después de despertar. Pagaría millones por ver esto todas mis mañanas - respondió él.
Esas palabras hicieron que me sonrojara. Definitivamente, me entregué al hombre que amo. No pude resistirme y le di otro beso.
- ¿Axel? - pregunté.
- Dime - respondió él.
- Esta cabaña, ¿es tuya o de quién es? - pregunté.
- Esta cabaña es mía, amor... o mejor dicho, nuestra. La compré para nosotros - respondió Axel.
Sus palabras me provocaron volver a besarlo.
- Estoy hambrienta - dije besándolo.
- Yo también tengo hambre. Vamos a la cocina, te cocinaré algo - propuso él.
- Primero quiero bañarme - dije levantándome de la cama.
Me fui al baño y mientras me bañaba, estaba lavando mi cabello y tenía jabón en los ojos, por lo cual no veía nada. De pronto, sentí unas manos que rodeaban mi cintura. Identifiqué las manos de Axel y dejé que me rodeara.
- ¿Nos bañamos juntos? - preguntó con un susurro que me hizo estremecer.
Hice un giro y él quedó contra la pared. Lo besé.
- Hazme tuya otra vez - susurré en su oído.
- Tus deseos son órdenes - respondió él, besándome.
Axel me tomó en sus brazos y me cargó mientras rodeaba mis piernas alrededor de sus caderas. Me apoyó contra la pared y comenzó a besar mi cuello, mientras yo jugaba con su cabello mojado por el agua de la ducha. Sus labios bajaron a mi pecho, mientras yo besaba su cuello. Nuestros gemidos se mezclaban y sentía cómo recorría todo mi cuerpo con sus besos. Luego volvió a mi boca y nos besamos apasionadamente. Axel me miró a los ojos y supe que me pedía permiso. Sonreí y él me hizo suya nuevamente, moviéndose con delicadeza como si fuera una muñeca de porcelana.
Estuvimos así un buen rato hasta que terminamos.
- Eso fue increíble, Axel - dije con una sonrisa.
- Fue maravilloso, mi amor - respondió él mientras me besaba.
Terminamos de bañarnos juntos y fuimos a la cocina. Preparamos el desayuno juntos durante 15 minutos, entre bromas y besos robados.