Narra Axel
Permanecíamos abrazados en silencio, pero sentía la necesidad de aclarar algo.
- Tus síntomas no eran solo por el embarazo, ¿verdad? - pregunté, mirando fijamente a los ojos de Mía.
Mía me devolvió la mirada y suspiró.
- No he comido ni dormido bien desde que terminamos - confesó, su voz llena de tristeza.
Sentí un nudo en mi garganta mientras escuchaba sus palabras. Me había dolido mucho saber que la había lastimado de esa manera.
- Amor, debes dormir bien y alimentarte adecuadamente, ahora más que nunca - dije, acariciando suavemente su mejilla.
- Lo sé, pero realmente me dolió que me dejaras así - dijo, con una mezcla de tristeza y reproche en su voz.
La abracé con más fuerza, sintiendo cómo se aferraba a mí.
- Te amo - le susurré, acariciando su cabello - Perdóname por haberte lastimado de esa manera. Lo lamento mucho.
Mía me miró a los ojos, y pude ver el amor y la comprensión en su mirada.
- Descuida, solo pensabas en mi bienestar - dijo, intentando consolarme.
Sonreí, agradecido por su comprensión y amor incondicional.
- ¿Quieres que te lleve a tu casa? ¿O prefieres quedarte un rato con el futuro padre de tus hijos? - pregunté, tratando de alegrar el momento.
Mía me miró con una sonrisa pícara en su rostro.
- Mmm, prefiero irme - dijo, juguetonamente.
Hice un puchero, fingiendo estar herido.
- ¿Por qué eres así? - dije, haciendo un gesto de tristeza.
Mía se acercó y me besó suavemente.
- Es mentira - dijo, sonriendo - Claro que quiero quedarme. Estoy nuevamente con el hombre que amo, será difícil regresar a casa.
Mi corazón se llenó de alegría y alivio al escuchar sus palabras. No podía imaginar mi vida sin ella.
- Entonces, Mía Montgomery, ¿me harías el honor de ser nuevamente mi novia? - pregunté, con una sonrisa en mi rostro.
Mía sonrió ampliamente y asintió.
- Me encantaría - dijo, con un brillo de felicidad en sus ojos - Señor director, lo amo.
No pude contener mi alegría y la abracé con fuerza.
- ¿Y también podrías perdonar las estupideces que hizo este hombre? - pregunté, buscando su perdón.
Mía acarició mi mejilla y me miró con amor.
- Claro que te perdono - dijo, con una dulce sonrisa.
Mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad mientras la abrazaba con más fuerza.
- Nunca dejaría de amarte - susurré, sintiendo cómo el amor nos envolvía.
- Ni yo - dijo, con ternura y convicción en su voz.
Una idea cruzó mi mente y una sonrisa traviesa se formó en mi rostro.
- Ya sé cómo compensarte - dije, con una mirada juguetona.
- ¿Cómo? - preguntó Mía, con curiosidad y una sonrisa traviesa.
- Con una cita - respondí, con emoción en mi voz.
Mía rió y asintió.
- Me encantaría - dijo, con entusiasmo - Estoy lista para comenzar de nuevo, juntos.
Sonreí, emocionado por el nuevo comienzo que estábamos a punto de vivir.
- Yo también, Mía. Juntos enfrentaremos cualquier desafío que se presente. Este es solo el comienzo de nuestra historia - dije, con determinación en mi voz.
Tomé su mano y la besé suavemente, sabiendo que estábamos listos para enfrentar cualquier obstáculo y construir un futuro lleno de amor y felicidad.