Narra Mía
Una semana había pasado desde que el señor Gómez intervino y nos dio su bendición para estar juntos. Durante esos días, Axel y yo mantuvimos nuestra relación en secreto, pero la emoción y la felicidad que sentíamos eran innegables. Además, habíamos dado un paso importante en nuestra relación y comenzamos a convivir en el departamento que Axel tenía cerca de la escuela.
La mañana de mi graduación, me desperté temprano, llena de nervios y emoción. Me vestí con mi vestido de graduación y me miré en el espejo, sintiéndome orgullosa de todo lo que había logrado. Luego, fui a la cocina, donde encontré a Axel preparando el desayuno.
- Buenos días, hermosa - dijo Axel, dándome un beso en la mejilla.
- Buenos días, amor - respondí, sonriendo - ¿Cómo te sientes?
Axel me miró con una mezcla de emoción y orgullo.
- Estoy tan orgulloso de ti, Mía - dijo, con una sonrisa - Hoy es tu gran día.
Sonreí, agradecida por su apoyo incondicional.
- Gracias por estar siempre a mi lado, Axel - dije, emocionada por lo que vendría.
Desayunamos juntos, compartiendo risas y palabras de aliento. Luego nos dirigimos a la escuela, donde me encontré con mis amigos y compañeros de clase. La atmósfera estaba llena de emoción y anticipación.
La ceremonia de graduación fue un momento especial y emocionante. Caminé con orgullo hacia el escenario, recibiendo mi diploma con una sonrisa radiante. Axel, como director de la escuela, pronunció un discurso inspirador que llenó a todos de esperanza y motivación.
Después de la ceremonia, nos reunimos con nuestros seres queridos para celebrar. Mi hermano Manuel, de 7 años, estaba allí, emocionado por verme graduarme. Nos abrazamos y él me felicitó con entusiasmo.
- ¡Felicidades, hermana mayor! ¡Estoy tan orgulloso de ti! - dijo Manuel, con una sonrisa radiante.
Le di un beso en la mejilla y le agradecí por su dulce apoyo.
- Gracias, Manuelito. Tú también eres parte de mi éxito - respondí, sintiéndome agradecida por tenerlo en mi vida.
Axel se unió a nosotros y nos abrazamos como una pequeña familia. Era un momento lleno de alegría y gratitud por todo lo que habíamos superado juntos.
En un momento de tranquilidad, Axel y yo nos alejamos del bullicio y nos sentamos en un banco del jardín de la escuela. Miramos hacia el horizonte, perdidos en nuestros pensamientos.
- Ha sido un camino lleno de desafíos, pero aquí estamos, celebrando tu graduación - dijo Axel, con una sonrisa amorosa.
Asentí, emocionada por todo lo que habíamos superado.
- Gracias por estar a mi lado en cada paso del camino, Axel. No puedo esperar para ver qué nos depara el futuro - dije, mirándolo con amor y gratitud.
Axel me tomó de la mano y me dio un beso suave en los labios.
- El futuro está lleno de posibilidades, Mía. Y estoy emocionado de explorarlas contigo - dijo, con determinación.
En ese momento, recordé a mis padres, quienes habían fallecido en un trágico accidente. Perder a mi familia fue devastador, pero, he encontrado consuelo y amor en la nueva familia que he formado con Axel, mi hermano Manuel y el bebé que estamos esperando.
- Aunque perdí a mi familia, estoy agradecida por haber encontrado una nueva familia contigo, Axel, y por el amor que compartimos. Estoy emocionada por el futuro que tenemos por delante, y sé que juntos podemos superar cualquier desafío - dije, con lágrimas de felicidad en mis ojos.
Axel me abrazó con fuerza, compartiendo mi emoción y prometiéndome que siempre estaría ahí para mí.
- Siempre estaremos juntos, Mía. Eres mi familia, y juntos podemos enfrentar cualquier cosa que la vida nos presente - dijo, con voz suave y llena de amor.
Nos quedamos allí, abrazados, disfrutando del momento y soñando con todas las aventuras que nos esperaban en el futuro. La graduación marcaba el final de una etapa, pero también el comienzo de una nueva y emocionante vida juntos.
Y así, con el sol brillando sobre nosotros y nuestros corazones llenos de esperanza, nos despedimos de nuestra querida escuela y nos adentramos en un nuevo comienzo, listos para enfrentar cualquier desafío que la vida nos presentara.