Cuando mi sangre comienza a hervir normalmente la acallo con algo simple, unas veces es contemplar el cielo, el suelo o la cosa más fascinante que tenga delante mio. Un día mi medida de distracción puede ser un lindo suéter como en otro una bella pintura de arte; sin embargo cuando entendí que habían veces, muy pocas de hecho, en las que no me podía controlar lo supe, supe el daño que hacía en el mundo y que aquel mismo mundo podía desmoronarse porque yo era mi mundo y para mi, todo el problema era realmente yo.
Sucedo una vez y lo deje correr hasta el final pero después de ello nunca más tuve aquellas ganas de terminarlo. Yo no hablaba de ello y los que estuvieron conmigo aquel día tampoco mencionan algo al respecto ya que es una regla no diche, por eso mismo es un tema tabú entre nosotros.
Las cosas transcurrian y yo estaba en aquel lugar de nuevo, como ironia del destino.
Aquella zona iluminada seguía en su lugar y las paredes aun conservaban grafitis. El olor y la gente que me rodeaba seguía siendo del mismo tipo y por mucho que desee en aquel momento que no fuese real, lo fue.
Había vuelto a ese lugar lleno de muerte como de vida, una zona que tentaba aquellos dos mundos opuestos,a un lugar al que había ido en aquella ocasión, solo una, después de haber estallado por primera y única vez en mi vida.