Era mi cuarto día en Argentina y los partidos habían sido programados, habíamos llegado con dos días de anticipación y le habíamos ganado a Francia.
Había escuchado rumores de las chicas que habían dicho que había un montón de chicos guapos pero yo en particular no les había hecho mucho caso porque nuestro siguiente partido era contra Brasil y aquello me tenía concentrada, Brasil era un equipo igual de fuerte que Francia y aunque me recordaba que eran partidos de práctica me encontraba tensa por eso y otras cosas.
Por otro lado Isabel había descubierto las cartas anónimas que me estaban llegando desde que habíamos desempacado en nuestro hotel y sorpresa, también una nueva carta que había aparecido en mi maleta deportiva.
Habíamos revisado las cámaras de seguridad del hotel y de las afueras del coliseo, sospechamos del cartero pero él solo hacia su trabajo y seguía haciéndolo, también no podíamos sospechar de ninguno de los asistentes del partido porque eran muchos. Después no tuve mucho tiempo para pensar.
Habíamos dormido tarde y yo había tenido una larga llamada con mi hermano y mis padres, no era la única porque mis amigas tenían que llamar a sus novios y padres o hermanos, entonces me encontré huyendo al cuarto de Isy a hablar hasta tarde y de ahí regresando a mi cuarto para quedarme profundamente dormida cuando me había recostado en ella.
Fue ahí cuando el sueño me abordo.
Las luces parpadearon y las palabras resonaban en mi cabeza.
“No tenía elección”.
Estaba resentida con él, resentida por haberme rechazado, a mi única confesión, pero no me parecía extraño del todo, aun si sabía que yo era bonita y él era maravilloso. Me encontré contrariada.
“Él buscaba a Sam”.
Claro que buscaba a Sam, después de todo su novia se le había confesado a mi pequeño hermano y él se había atrevido a insultar a aquel chico con su rechazo. Claro que buscaban a Sam, a mi hermano y responsabilidad y por eso, porque sus estúpidos amigos le habían engañado haciéndole creer que aquel chico solo quería hablar, entonces yo simplemente quería golpearlos a todos.
“Te lastimarían si no se los decía, si no le decía eso a él”.
Nunca ahonde que significaba “eso”, estaba molesta. Gritándole, lo había abofeteado y después me encontré a mí misma llorando antes de salir corriendo con un solo pensamiento.
Era demasiado tarde.
Mi teléfono estaba sonando y lo busque aturdida. No quería saber nada de nadie porque el sueño seguía repitiéndose en mi cabeza al igual que toda la mañana y tarde mientras que nos dirigíamos en bus hacia el coliseo donde nos esperaba nuestro siguiente partido.
– ¿Qué Isabel? –había preguntado.
– ¿Cuánto te falta para llegar? –pregunto ansiosa pero aún me sentí cansada.
– Cinco minutos, estamos a dos cuadras pero hay luz roja. ¿Ya llegaste?
– Si, y encontré a alguien quien pudo haber visto al chico que puso la carta en tu maleta.
– ¿Qué? –espabile y me senté recta.
– Te estamos esperando…
– Espera –aleje el celular de mi cara y fruncí el ceño – tengo otra llamada, hablaremos cuando llegue –ella dijo algo pero colgué para responder a la siguiente llamada.
– Jasmine –hablo Sam al otro lado de la línea.
– Hola Sam, ¿paso algo? Es raro que me llames ahora con las diferencias de horario deberías de estar…
– Jasmine –me callo y después escuche claramente el bocinazo de un auto. Me tense.
– ¿Estas condiciendo?
– Sí, estoy lleno al hospital. Me corte, creo que necesitare unos puntos pero nada grave.
– ¿Puntos?
– No te llame para eso Jasmine. Es… estaba pensando en el sueño que tuve y paso lo del corte pero… oh, no sé ni cómo decirte esto – suspiro y aguarde callada esperando ver como el color de los semáforos cambiaba pensando en que si me distraería o por lo contrario, solo asentaría mis problemas.
– ¿Sam?
– Sabes que siempre sabemos si uno de nosotros estará en peligro, ¿verdad? Como esa noche –asentí con la cabeza y el entendió mi silencio– yo, tuve un sueño, de ti llorando en un cuarto negro con sangre a tus pies.
– Sam –mi voz tembló de repente recordando ese día y él lo capto de inmediato.
– Tengo miedo, no había vuelto a tener ese tipo de pesadillas después de aquello. Jasmine, ten cuidado, siempre lleva el teléfono. Estaré llamándote constantemente, papá y mamá están de viaje, ahmmm Jasmine, también, no te alejes de tus amigas. Jas…
– Tranquilo Sam, no soy tan débil –pero un leve dolor de cabeza me indicaba lo contrario.
– Cuídate hermana.
– Tranquilo y ¿qué paso con tu corte?