Manson Green.
Había salido unos minutos después de que Landon se había ido pero no lo había encontrado. Entonces Isabel salió a mi encuentro con la maleta de Jasmine a la mano y la llamo a su teléfono cuando se dio cuenta de que no estaba, pero el teléfono estaba en su maleta sonando con una canción que parecía alguna que conocía yo, y eso la preocupo.
Aún siento lo estúpido que fui cuando pensé brevemente en que Jasmine podía haber desaparecido en una cita con mi hermano, inclusive había estado molesto con Landon cuando había tratado de llamarlo, pensando en que Landon sabía que a mí me gustaba Jasmine, solo que… el teléfono de Landon comenzó a sonar debajo de un auto en el estacionamiento y supe que las cosas estaban mal.
Landon nunca dejaba su teléfono.
Había corrido con Isabel a buscar las cámaras de seguridad del coliseo pero el encargado se demoraba mucho y después me sentí tentado a llamar a padre, pero no podría, no podría comunicarle que Landon había desaparecido, otra vez...
Entonces lo vimos. Vimos como un chico de gorra tipo visera golpeaba a Jasmine con lo que lucía como la culata de un arma justo en la cabeza y después de eso, como otro hombre ayudaba a llevarla a un auto negro después de hablar con el tipo de visera; mi hermano apareció después buscándola con la mirada y entonces peleo contra el tipo pero algo hizo detener su lucha, algo que no vimos bien y más tarde sabría que era una jeringa la que había provocado su medio inconciencia siendo arrastrado al mismo auto por el mismo personaje de gorro rojo.
La sangre se me dreno de la cara a medida que las imágenes se reproducían en una terrible secuencia de lo que sucedía y maldije internamente a la poca calidad de las cámaras o de la llovizna que dificultaba las cosas en aquel momento. De esa manera antes que llamar a la policía había llamado a mi padre y él se había encargado de todo.
– ¿Crees que estén bien? –había preguntado Isabel.
– Tienen que estarlo –respondí agradeciendo que ella fuese millonaria y tuviera contactos.
Eso era bueno y aquel tipo de visera roja se habían metido con las personas equivocadas al secuestrar a su mejor amiga y mi hermano.
Isabel se había encargado de llamar a la policía y amenazar con un montón de palabras obscenas que me recordaban a las mujeres del Foso. Después había llamado a la embajada y solo al haber terminado con ello, ella llamó a sus padres para que ellos les comunicasen la noticia a los padres de Jasmine.
Entonces a la media hora los policías y patrullas inundaban las calles y se había hecho un rastreo. Me sentí amargamente familiarizado con todo el asunto pero la cosa fue mucho más difícil que la primera vez.
Se había detectado que el auto era color negro, marca honda civic 8, modelo del año 2008 y habían alcanzado a tomar fotos en las diferentes cámaras a lo largo de la carretera con su número de matrícula. Hasta ahí las cosas iban bien, pero… habían muchos autos y había un hueco entre las cámaras, cosa que se sospechaba que el secuestrador sabia, por eso, cuando buscamos el auto desaparecido después, fue difícil encontrarlo, pero poco a poco nos dimos cuenta de que ese difícil se había vuelto imposible.
Claro que al inicio pensé que sería fácil volver a encontrarlo pero fue un error, muy grande. La matrícula había desaparecido y el auto negro también. No había rastro alguno de él y cuando cepillaron la zona o las posibilidades de escondites cercanos a la zona donde había desaparecido, nadie vio nada y no lo encontraron. Ese fue un punto culminante.
La noche había llegado y yo seguía con Isabel en la zona de cámaras de la ciudad junto a un montón de policías que buscaban a mi hermano y su amiga. Me sentí cansado y desesperado porque me daba la impresión de que con cada segundo que pasaba las posibilidades de que aparecieran fuesen… nulas.
Ahí probé el miedo, otra vez...
– Necesitamos poner una recompensa por algún tipo de información importante –hablo Isabel.
Ya habíamos sido interrogados. Isabel les había dado las cartas que habían en el hotel y había hecho una llamada a un tal Sam, quien iba a traer las demás cartas que Jasmine había recibido en el último mes, cartas que él había encontrado en una caja debajo de la cama de la chica de ojos dorados. Ese Sam, se oía furiosos al otro lado de la línea después de ojear algunas cartas amenazantes.
Nuevamente me encontraba recordando que era imposible que con todo nuestro poder no pudiésemos avanzar nada como en aquella ocasión mientras que Isabel trataba de calmar al chico del otro lado de la línea telefónica… En esta ocasión ellos habían dicho que quizá hubiese una pista culminante en la última carta que ella había recibido pero ninguno la tenía y de esa manera… oh, no sabía que pensar.
Todos dábamos vueltas como tontos, nos estábamos perdiendo algo.
– ¿Qué tal mil dólares por información? –siguió hablando Isabel una vez colgó el teléfono.