Jasmine Fiore
Pasaron años en mi cabeza, tantos años que estaba segura de que me habían salido arrugas para cuando abrí los ojos pero no era ni mentira ni verdad.
Camine hacia mi espejo de cuerpo completo y contemple como mi cara se había oscurecido bajo aquellos hinchados ojos y como mi pálida piel se había vuelto amarillenta. Estaba enferma, me veía enferma.
Me sentía a morír con ganas de vomitar pero anoche había terminado con todo justo antes de caer rendida a la inconciencia y gracias a las caricias de Isabel había conseguido dormir un poco pero a pesar de lucir como si hubiese pasado un calvario entero, unos suficiente para toda mi vida, solo había pasado una noche.
Yo debía de reponerme porque mi mejor amiga se reflejaba en mi misma cuando desperté y porque no era el fin del mundo siendo estupidamente solo un corazón roto.
– Creo que ambas parecemos zombis –se burló Isy y saco dos cajas grandes y planas– pero es solucionable con mascarillas, ¿tú que dices?
– ¿Mascarillas? –había repetido y ella solo se había encogido de hombros.
– Son buenas para la piel.
– Ajam.
Si, bueno, había sonreido porque con Isabel no era difícil hacerlo pero pensandolo detenidamente me sentía agotada mirándome al espejo.
Isabel después no había dicho nada y por lo contrario me había visto decidida a ofrecerme una típica solución pero lo cierto era que para mí ya había terminado completamente todo.
Ya estaba cansada.
Entonces pasaron dos días y luego tres en donde actué como yo misma y retomé mis entrenamientos. Trate de ser la Jasmine que todos conocían y todos trataban de fingir que yo era la misma pero habían veces en los que los momentos incomodos eran la causa principal para sacar una excusa y alejarnos todos.
Sam estuvo tranquilo la semana posterior y no dijo nada al respecto aunque se notaba sus enormes ganas de preguntar al respecto. Yo hui de Sam y fingí también que él no evadía a mi mejor amiga o evitaba quedarse a solas con ella. Eso sería algo que me dirían cuando se sintiesen preparados.
– Nuevamente esta ida –hablo Isabel viéndome.
– Perdón, ¿qué decías? –pregunte sonriendo y ella apretó con fuerza su celular.
– Que ha pasado dos semanas y no lo has mencionado Jas. ¿Planeas fingir que está muerto?
– Hablas de Angus ¿verdad? –y ella suspiro apretando los puños.
– Solo estas evadiendo el tema.
– Mira Isy, yo ya termine con eso así que…
– Demuéstralo.
Bueno, ella había pedido que lo demostrara y yo había aceptado por eso, de cuenta nueva, había decidido que vestir lo que Isabel me había ordenado así consistiera en algo muy corto aunque fuese un short me hacía sentir fatal.
– Me acabo de arrepentir –hable cuando ingresamos a la momentánea oscuridad.
– Cariño, ¿eres la persona más valiente que conozco y te aterra un top?
– Eres tú la que me aterra Isy.
– Lo tomare como un cumplido y cambiaremos de tema, hoy es día festivo. Hay un excelente chico con una buenas mesclas por allá –señalo.
– No me gusta tomar.
– Lo harás y te divertirás porque adivina, eres una nueva Jasmine que necesita un poco de diversión juvenil en su vida para disfrutarla al máximo, antes de que planeen tu nuevo secuestro.
Rei.
La música era profunda, rock para ser exactos y la banda que tocaba no la conocía pero era genial, por eso cuando comencé a bailar con movimientos lentos me di cuenta de que podía dejarme ir a la música, ante la diversión que podía ofrecerme, como si estuviera contando mi propia historia.
Debía de seguir enferma porque todo daba vueltas, cosa que ignore y mi mejor amiga no notó nada raro por lo que pensé que eran imaginaciones mías.
Isabel bailo conmigo y después me ofreció bebidas, cocteles que con gusto acepte y me encontré a mí misma emocionada buscando más de ellas que aunque no me gustaran, estas tenían un toque de pecado que deseaba tomar.
– Pero si eres la chica de los ojos dorados –murmuro un chico a mi costado y me gire a contemplarlo llevándome la sorpresa de reconocerlo de inmediato.
– Eres Filiph –nombre– el amigo de Landon.
– Si, y tú la chica de la camioneta.
– Si – sonreí y volví a tomar mi coctel.
– La verdad no esperaba volver a verte aquí – hablo con sutileza y se encontró viéndome de pies a cabeza cosa que ignore y por consiguiente, me encontré pidiendo otra bebida más llamada tan raro que ni me acordaba.
– La verdad es que no planeaba volver –respondí y me gire hacia él– ¿pero por qué no esperabas volverme a ver aquí?
– Bueno, porque… –dejo las palabras suspendidas y se tomó su copa de un solo golpe– porque fuiste secuestrada, ¿verdad?
Me quede quieta con la vidrio detenido en mis labios y luego me gire a verlo, a él y al asombroso recuerdo que me traía de cuando conocí directamente a Landon, cosa por la que me moleste en divagar un poco antes de regresar a ver al chico.